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Aprender jugando, el mejor método educativo

Aprender jugando, el mejor método educativo

Desde muy pequeños exponemos a nuestros hijos a una gran cantidad de estímulos e información. Sabemos que son como esponjas y queremos que aprovechen al máximo esa capacidad de interiorizar y aprender todo lo que puedan, que descubran aficiones y desarrollen destrezas artísticas, culturales, deportivas, etc.

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Los deberes en casa 

La mayoría de los niños españoles comienzan las clases a las 9:00 horas y finalizan entre las 16:00 y las 17:00 horas. Mientras la etapa Infantil no obligatoria basa sus actividades principalmente en juegos y actividades de carácter más participativo, a partir de Primaria el sistema educativo español se organiza ya por asignaturas, cada una con su programa de contenidos, sus exámenes y en muchos casos sus deberes.

Ese paso de Infantil a Primaria representa un gran cambio para los niños; niños que llegan al primer curso de esa etapa con cinco años o seis años y que empiezan ya a enfrentarse a exámenes de Lengua, Matemáticas, Ciencias Sociales y Naturales, Inglés… Y si el colegio es bilingüe, incluso a estudiar en este idioma alguna de estas asignaturas.

Su horario escolar es intenso, y cuando terminan por la tarde, a un alto porcentaje les esperan las actividades extraescolares: música, danza, inglés, karate, fútbol, pintura… Después llegan a casa y muchos días tienen que realizar algún tipo de tarea escolar o estudiar para los exámenes, que no pocas veces coinciden varios en la misma semana.

Entonces uno se pregunta: ¿Y cuándo juegan los niños de ahora? ¿No les exigimos demasiado? ¿Todo esto es necesario? Los expertos en pedagogía sostienen que el juego es una de las mejores herramientas de aprendizaje y un elemento clave en la primera infancia de un niño, tanto para su desarrollo físico como emocional; sin duda, mucho más importante que la nota que pueda llegar a sacar en una asignatura.

Sin embargo, los padres nos vemos arrastrados por la vorágine del sistema educativo, queremos que nuestros hijos escriban bien, lean bien, hagan bien los deberes y estudien para sacar buenas notas. El resultado es que en el día a día nos cuesta encontrar tiempo para que jueguen, o lo que sería mucho mejor aún, para jugar con ellos.

Ante esta situación volvemos a preguntarnos: ¿Son malos los deberes? ¿Deberían los niños dejar de hacer exámenes? ¿Tendríamos que dejar de llevarles a extraescolares? La respuesta, en mi opinión, sería “No”. Está comprobado que una pequeña tarea para casa puede ayudar a consolidar la información que se ha explicado en clase, que un examen ayuda a evaluar los conocimientos adquiridos y que las actividades complementarias enriquecen su aprendizaje.

Pero tal vez, lo que cabría preguntarse es: ¿No existen otros métodos para conseguirlo de una manera más lúdica, menos estricta en la formas y más adaptada a sus necesidades y a su edad? Y aquí, sin duda, mi respuesta sería “Sí”.

 

La tecnología como alternativa

Vivimos en la era digital, en un mundo en el que la tecnología ha conseguido mejorar nuestra calidad de vida tanto en el entorno personal como profesional. Hoy día tenemos un desarrollo tecnológico para simplificar cada tarea… Y la tecnología también ha llegado al sector educativo para facilitar el trabajo de los profesores y también para mejorar la experiencia educativa de los alumnos.

Pizarras interactivas, tablets y ordenadores se van incorporando poco a poco a las rutinas escolares de la mayoría de los centros educativos de nuestro país, pero seguro que aún se podría innovar más y explorar más sus posibilidades. Hoy día existen plataformas digitales de contenidos educativos de calidad con las que los niños pueden aprender los mismos conceptos que con los métodos tradicionales, pero de una forma mucho más entretenida y dinámica. Utilizando la metodología del juego se consigue captar y retener mejor la atención de los más pequeños, haciendo que aprendan sin darse cuenta y obteniendo unos resultados increíbles.

El juego a través de la tecnología permite recrear entornos digitales con colores e imágenes atractivos, con contenidos que se adaptan a cada edad e incluso a cada ritmo o evolución de aprendizaje. Y la interacción requerida exige su participación física e intelectual, lo que hace que los niños tengan una experiencia más inmersiva en el proceso educativo.

Asimismo, si somos capaces de incorporar metodologías basadas en el juego a las rutinas escolares también podríamos utilizarlas como sistema de evaluación, lo que reduciría enormemente el estrés que muchos niños –y por añadidura sus padres– padecen a causa de los innumerables exámenes. Incluso algunas clases extraescolares, como las de idiomas, podrían ser sustituidas por metodologías digitales innovadoras de probada eficacia, con lo que las familias ganarían tiempo libre para disfrutar juntas.

En definitiva, si la tecnología lo ha revolucionado todo, ¿por qué no permitir que contribuya a evolucionar la manera en que aprenden nuestros hijos? Disponemos de alternativas educativas que mejorarían su calidad de vida, sin perjuicio de que sigan absorbiendo todos los conocimientos que consideramos importantes para su desarrollo humano e intelectual. Permitámosles volver a ser niños. Permitámosles aprender jugando.


Redacción: Marieta Viedma, educadora infantil y cofundadora de Lingokids

Fecha de actualización: 11-02-2021

Redacción: Irene García

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