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Cuentos tradicionales españoles para niños

Cuentos tradicionales españoles para niños

Os presentamos cuentos clásicos populares españoles para que le leas a tu hijo antes de ir a la cama. ¡Verás cómo le gustan!

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1- El abad y los tres enigmas

Esto era una vez un viejo monasterio, situado en el centro de un enorme y frondoso bosque, en el que vivían muchos frailes. Cada fraile tenía una misión diferente. Así, había un fraile portero, otro médico, otro cocinero, otro bibliotecario, otro pastor, otro jardinero, otro hortelano, otro maestro, otro boticario... es decir, había un fraile para cada cosa, todos ellos llevaban una vida monástica entregada al estudio y a la oración.

Como en todos los monasterios, el fraile que más mandaba era el abad. Se cuenta que había llegado a oídos del señor Obispo de aquella región que el abad del monasterio era un poco tonto y que no estaba a la altura del cargo. Para comprobar las habladurías de la gente le hizo llamar y le dio un plazo de un año para que resolviera los tres enigmas siguientes: 1º Si yo quisiera dar la vuelta al mundo, ¿cuánto tardaría? 2º Si yo quisiera venderme, ¿cuánto valdría? 3º ¿Qué cosa estoy pensando que no es verdad?

El abad regresó al monasterio y se sentó en su despacho a pensar y pensar, y pensó tanto que de sus orejas le salía humo. Se pasaba el día pensando, pero no se le ocurría nada, pensar sólo le daba un fuerte dolor de cabeza. Hasta que entró en la biblioteca del monasterio por primera vez en su vida para buscar y rebuscar en los libros las soluciones y las respuestas que necesitaba…

2- El abuelo, el nieto y el burro

Un abuelo y su nieto salieron de viaje con un burro. El nieto había pasado las vacaciones con su abuelo y ahora volvía a casa de sus padres para empezar nuevamente el colegio. A ratos, el abuelo o el nieto se subían en el burro y así iban haciendo el viaje más cómodo. El primer día de viaje llegaron a un pueblo, en ese momento el abuelo iba sentado sobre el burro y el nieto iba caminando al lado. Al pasar por la calle principal del pueblo, algunas personas se enfadaron mucho cuando vieron al viejo sobre el burro y al niño caminando, y decían: “¡Parece mentira, que viejo tan egoísta, va montado en el burro y el pobre niño a pie!”.

Al salir del pueblo, el abuelo se bajó del burro. Llegaron a otro pueblo, como iban caminando los dos al lado del burro, un grupo de muchachos se burló de ellos, diciéndoles: “Pareja de bobos, ¿para que tenéis un burro si vais los dos andando?”…

3- El calderero de Salamanca

Érase una vez que se era, un calderero muy pobre que vivía con su mujer y sus cuatro hijos en una humilde casa de una aldea de Salamanca. En un rincón de su pequeño huerto, había un tocón que el calderero utilizaba como yunque para elaborar sus cacharros. Una noche, soñó que si iba al puente de Salamanca encontraría una bolsa con monedas de oro. Al día siguiente, se despidió de su mujer y de sus hijos y emprendió el viaje a Salamanca. Al cabo de dos días, llegó a Salamanca y empezó a buscar por todos los rincones del puente de piedra…

4- El capellán y el palomino

Érase que se era un capellán que estaba comiendo en la posada de una aldea un palomino asado, cuando entró un caminante y pidió al posadero que le diese algo de comer. El posadero le contestó que lo único que le quedaba era un palomino y ya se lo había preparado al capellán. Entonces, el caminante rogó al capellán que compartiese con él la comida y que la pagarían a medias, pero el capellán se negó y continuó comiendo. El caminante sólo tomó pan y vino. Cuando el capellán terminó de comer le dijo: “Habréis de saber, reverendo, que aunque no hayáis aceptado compartir conmigo la comida, el palomino nos lo hemos comido entre los dos, vos con el sabor y yo con el olor”…

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5- Los pasteles y la muela

Un labrador tenía muchas ganas de ver al rey porque pensaba que el rey sería mucho más que un hombre, así que le pidió a su amo su sueldo y se despidió.

Durante el largo camino hasta la corte se le acabó todo el dinero y cuando vio al rey
y comprobó que era un hombre con él, pensó "por ver un simple hombre he gastado todo mi dinero y solo me queda medio real".

Del enfado le empezó a doler una muela, y con el dolor y el hambre que tenía no sabía qué hacer. “Si me compro de comer con el medio real, me dolerá la muela”. Estaba pensando lo que iba a hacer cuando, sin darse cuenta, se fue arrimando al escaparate de una pastelería donde los ojos se le iban tras los pasteles. Vinieron a pasar por allí dos lacayos que le vieron tan embobado contemplando los pasteles que para burlarse de él le preguntaron:

- Villano, ¿cuántos pasteles te comerías a la vez?

- Unos quinientos, respondió él…


Fecha de actualización: 23-11-2020

Redacción: Irene García

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