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¿Cómo es la dieta de nuestros hijos?

¿Cómo es la dieta de nuestros hijos?

Diferentes estudios demuestran que los niños españoles no llevan una alimentación adecuada a su edad. La mayoría muestra muchas carencias nutricionales, especialmente en lo referente al consumo de verduras y frutas. Además, abusan de la bollería y los dulces y apenas si practican ejercicio, provocando que muchos de ellos sufran problemas de sobrepeso o colesterol. 

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Indice

 

La infancia es la época en la que se deben crear unos hábitos de vida saludables, y lograrlo es labor de los padres, pero deben contar con la colaboración de los colegios, ya que cada vez más niños se quedan a comer en la escuela

 

Una dieta insuficiente

La alimentación de nuestros hijos deja mucho que desear. Así lo reflejan distintos estudios, como el informe Enkid, cuya conclusión es que el desayuno es la asignatura pendiente de nuestros jóvenes tanto por la baja calidad como por el elevado porcentaje de niños que acuden a la escuela sin haber consumido nada (8,2%).

Los resultados del estudio Dime Cómo Comes -realizado a usuarios de comedores- refleja que el desayuno, consumido mayoritariamente en casa, es incompleto e insuficiente en muchos casos. Para asegurar una buena alimentación, los expertos en nutrición recomiendan recuperar el almuerzo y la merienda, para que no transcurran tantas horas con el estómago vacío entre una comida y la siguiente.

Pero ambos (almuerzo y merienda), también deben ser adecuados; no vale cualquier bollo, es más recomendable un bocadillo, una pieza de fruta o algún lácteo. Lamentablemente, la realidad confirma que la mayoría de niños en edad escolar consume gran cantidad de bollería, dulces y golosinas. Según la Dra. Carmen Pérez, de la Unidad de Nutrición Comunitaria de Bilbao, la oferta alimentaria ha cambiado en los últimos años, volviéndose más abundante y variada, pero, contradictoriamente, cada vez se dedica menos tiempo a la adquisición, preparación y consumo de alimentos.

Las conclusiones de estos estudios no son nada positivas: el consumo medio diario de verduras, cereales y patatas es bajo, así como el de pescado, mientras que el consumo de carne roja y embutidos es alto. Además, las niñas tienen ingestas medias insuficientes de leche.

Y a medida que los niños crecen, su dieta se vuelve peor. No están acostumbrados a una alimentación sana y variada que incluya gran cantidad de verduras, frutas y legumbres, y modificar los hábitos de un adolescente es casi imposible. En el colectivo de 14 a 17 años se observa un consumo elevado de carnes, huevos, pescados y refrescos, y consumos insuficientes de lácteos y frutas. El perfil alimentario medio muestra una elevada densidad energética, con un mayor aporte de grasas y azúcares, provocando un aumento considerable de niños con sobrepeso y niveles de colesterol muy elevados.

Además, al mismo tiempo que aumenta esta tendencia, disminuye la energía consumida con el ejercicio físico. Aproximadamente el 50% de la población de 6 a 18 años no cumple con las recomendaciones sobre actividad física saludable, especialmente las chicas.
 

Claves para una alimentación saludable

- Realizar 5 comidas al día. El desayuno, la comida y la cena son las más importantes, pero todas contribuyen a alcanzar los nutrientes necesarios.

- El desayuno debe incluir lácteos, fruta y cereales integrales no azucarados.

- El almuerzo y la merienda se encargan de suministrar más energía mediante fruta, bocadillos pequeños, lácteos, frutos secos.

- Reducir el consumo de sal y azúcar.

- Consumir mucha agua.

- Reducir el consumo de bollería industrial, chucherías, snacks salados…

- Moderar el consumo de carnes procesadas como las hamburguesas y las salchichas.

- Evitar la comida rápida, se debe dejar para ocasiones especiales.

- Cantidades adecuadas a la edad y necesidades del niño.

- Ser un buen ejemplo para instaurar hábitos de alimentación saludable.
 

Aumento de la obesidad infantil

Para Venancio Martínez, pediatra, “la obesidad es un importante problema de salud pública en todos los países desarrollados, más importante en los últimos años y que afecta cada vez en mayor proporción a los grupos más jóvenes de la población. La importancia del problema se resume en dos afirmaciones: Primero, a causa de la obesidad, los niños nacidos ahora tendrán por primera vez una esperanza de vida menor que la de sus padres. Segunda, la atención médica de la obesidad y de sus complicaciones va a poner en importante riesgo en pocos años el sistema de prestaciones sanitarias públicas”.

España se encuentra en los niveles medios en cuanto a la frecuencia de obesidad en la persona adulta, pero es líder indiscutible –junto a Malta, Italia y Grecia- en obesidad infantil. Casi 1 de cada 3 niños españoles tiene un peso por encima del normal, y casi 1 de cada 5 son obesos. Pero no sólo hay más, sino que la proporción aumenta más rápidamente que en otros países.

En la inmensa mayoría de los casos (hasta el 95%) tiene una causa exógena; es decir, determinada por el balance calórico y relacionada con la nutrición y la actividad física. “Hablar de aumento de la obesidad, por tanto, es lo mismo que hablar de cambio en los hábitos de vida; y prevenir este incremento equivale a modificar nuestros hábitos de alimentación y de ejercicio diario”.

Los problemas asociados al exceso de peso son múltiples. Numerosos estudios demuestran una disminución de la autoestima en el niño obeso, especialmente en la adolescencia, y rechazo social –dentro del grupo de amigos- en situaciones que exijan esfuerzo (deportes). Además, presentan con mayor frecuencia que sus compañeros niveles de colesterol elevados, intolerancia a la glucosa y diabetes tipo II, hipertensión arterial, alteraciones respiratorias y ortopédicas. Sin olvidar que la obesidad infantil es un condicionante mayor de la evolución hacia la obesidad del adulto, y que ésta se relaciona con una expectativa de vida significativamente menor.
 

Adquirir buenos hábitos

Curar la obesidad es difícil. Impedir su desarrollo mediante una intervención precoz y constante a lo largo de la infancia es posible. Por eso las medidas preventivas deben iniciarse en los primeros años.

“Los pediatras –explica Venancio- debiéramos hacer saber a los padres las características de una dieta equilibrada, señalando y corrigiendo los errores alimentarios, estimular al niño para evitar el sedentarismo e indicar a aquellos ya obesos un control programado de peso. Además, debemos reiterar en todos los ámbitos el papel de la lactancia materna como factor preventivo de muchos problemas de salud, incluido el de la obesidad. El concepto a desarrollar es el de educación familiar. Las experiencias alimentarias tempranas y las prácticas utilizadas por los padres tienen una importancia decisiva en el inicio y consolidación de hábitos de alimentación”.

Pero también los estados y el resto de las administraciones deben asumir la responsabilidad de ofrecer a sus ciudadanos la posibilidad de elegir dietas saludables; deben promover el conocimiento de las relaciones entre dieta y salud; velar por la publicidad veraz, la comercialización fiable y con garantía de calidad.

“Estas medidas, junto con un programa de cinco comidas diarias -evitando el picoteo y el consumo habitual de refrescos y snack-, la disminución de las raciones que se ofrecen al niño y la integración en su plan de vida de un periodo medido de actividad física diaria a la vez que se restringe el tiempo dedicado a las pantallas, son normas que el pediatra debe proponer y reforzar constantemente en su relación con las familias, que pueden ayudar a prevenir la obesidad y que, en cualquier caso, mejorarán su actitud hacia prácticas siempre saludables”.

 

 

¿Cómo es la dieta del comedor escolar?

Según datos de la SENC (Sociedad Española de Nutrición Comunitaria), el número de niños que utiliza el comedor escolar ha aumentado de manera considerable en los últimos años como consecuencia “de los cambios sociales, principalmente la incorporación de las mujeres al mundo laboral y la tendencia a establecer la residencia en el extrarradio de los núcleos urbanos”, señala el Dr. Javier Aranceta, presidente de la SENC y organizador de las Jornadas EVHAI.

Por ello, es muy importante conocer si el menú de comedor de la escuela de nuestros hijos es saludable, variado, incluye alimentos de todos los grupos, etc. Diferentes estudios realizados al respecto ponen de manifiesto carencias nutricionales en los menús. Entre los problemas detectados con más frecuencia en los comedores escolares figura el suministro de aportes insuficientes de verduras, hortalizas, frutas y pescados, junto  con el empleo excesivo de grasas añadidas en las preparaciones culinarias.

 

Preguntas que los padres deben hacerse

Los padres deben conocer cómo es el menú de sus hijos para así poder compatibilizar la cena con la comida del mediodía. Por lo tanto, el centro debe entregar al inicio de cada mes una plantilla con el menú mensual. Así, se puede comprobar y exigir que los menús sean variados y apetecibles.

Además, en estos menús tiene que aparecer la información nutricional y recomendaciones para la cena. Deben ser saludables, equilibrados y variados. Hay que comprobar también que no se exceda el menú con las preparaciones grasas (fritos, rebozados o empanados), que no se presenten las verduras siempre en purés o cremas. Lo mismo puede decirse del pescado (no siempre merluza rebozada) o de las carnes (pollo asado o frito o delicias de pollo…). Asegurarse de que los alimentos precocinados y los derivados cárnicos grasos tengan presencia ocasional en el menú escolar, ¡y también en el menú familiar! Los segundos platos irán acompañados de guarniciones variadas: salsas, verduras, ensaladas, puré de patata, etc. ¡y no siempre patatas fritas o salsa de tomate! Y los postres de preferencia serán la fruta fresca y los lácteos sencillos; y ocasionalmente dulces, bizcocho, helados, etc.

También es recomendable que el menú varíe según la época del año (con comidas más frescas y ligeras en primavera y verano). Y los centros deben ofrecer menús alternativos ante cualquier trastorno de salud o enfermedad que puedan sufrir los niños: diarrea, estreñimiento, diabetes, intolerancia al gluten o cualquier otra alergia alimentaria.

 

 

 


Fuentes:

Lluís Serra Majem, Director del Dpto. de Ciencias Clínicas y Catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de las Palmas de Gran Canaria.

Venancio Martínez, pediatra. Jornadas EVHAI (Estilo de Vida y Hábitos Alimentarios Infantiles).

Fecha de actualización: 18-02-2022

Redacción: Irene García

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