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El fantasma justiciero

Enviado por baby9

El fantasma justiciero

Lucas y Ana estaban sentados alrededor de la mesa esperando, como cada día, a que su madre les sirviese la comida

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-          ¡Échame a mi primero! – decía Lucas.

-          ¡Nooo, antes a mí que tengo más hambre! – decía Ana.

Su madre cabreada por tener que escuchar todos los días la misma cantinela, les dijo que había un fantasma Justiciero al que no le gustaban los niños que se portaban mal, que gritaban o que eran maleducados. Este fantasma salía cada noche en busca de todos aquellos críos que se hubiesen portado mal durante el día para castigarlos.

Al instante, el miedo invadió a los dos hermanos que no se volvieron a mover de su sitio.

-          Mamá, ¿quién es ese fantasma?, preguntó Lucas.

-          Eso mamá, ¡Cuéntanos quién es!.

-          Bien, empezó a hablar la mamá, - No os voy a contar toda la historia, pero si un caso que le aconteció a una niña que vivía en este barrio, hace ya muchos años. Era muy maleducada y siempre respondía con malas palabras a sus padres; fue así:

Lisa, era la hija única de un matrimonio que siempre conseguía todo lo que quería de sus padres. Así que según pasaban los años y se iba haciendo mayor, comenzó portarse como una niña malcriada que no respectaba nada ni a nadie. Sus padres estaban muy tristes ante tal situación, ya que adoraban a su hija y querían lo mejor para ella. Ésta, sin embargo, devolvía el amor de sus padres con groserías y malas acciones. Un día su grosería llegó a tal extremó que hizo llorar a su madre. Su padre, muy nervioso le dijo: - ¿Viste lo que le has hecho a tu madre? ¡Ahora ella no para de llorar por toda la casa! ¡Y tu bien sabes que existe un fantasma invisible que se encarga de castigar a todos los niños que se portan mal! Ahora mismo puede andar por aquí a observar todo lo que le has hecho a tu madre, y no creo que se vaya a poner muy contento con todo lo que acaba de suceder….. Es el fantasma Justiciero.

Lisa se quedó paralizada al instante, y el miedo empezó a invadir todo su cuerpo. Ya había oído hablar de él alguna vez que otra, y conocía perfectamente que este fantasma era totalmente justo, y sólo castigaba a quien realmente lo merecía. No obstante, también sabía que le encantaban los dulces y los gusanitos, así que tenía la esperanza de que si le dejaba unos cuantos en su cuarto, se olvidaría de todo lo sucedido y la perdonaría.

Llegada la noche, Lisa estaba convencida que el fantasma iría a castigarla; Se acostó muy nerviosa y comenzó a rezar pidiendo ayuda a todos los santos; pero ni los rezos ni los dulces que le había dejado consiguieron calmar al fantasma que estaba muy cabreado con ella, que, después de comer todos los dulces y gusanitos que le había dejado sobre la mesa de su habitación se dirigió hacia ella para darle su castigo: un par de azotes en el culo que se lo dejaron todo moradito. Lisa comenzó a chillar y a pedir perdón por todo lo que había hecho. A su vez, también le prometía que nunca más se volvería a comportar de aquella forma, ni con sus padres ni con nadie. Sin embargo, cuanto más decía estas cosas, el fantasma mas se cabreaba y más la batía porque sabía que ella le estaba mintiendo y sólo quería librarse del castigo.

Al día siguiente, después de aquellos azotes, Lisa nunca más volvió a desobedecer a sus padres ni a comportarse como una niña mal criada por miedo a que el fantasma volviese a junto ella.

 

-          Mamá, ¿es cierta esa historia? – Preguntó Ana

-          ¡Claro que si!, ¿Creéis que os mentiría con una cosa tan seria?

Su madre continuó a hablarles del fantasma:

-          Sólo le gusta salir las noches oscuras; cuando hay luna llena. Se dedica a almacenar todos los dulces que le son ofrecidos para tener siempre alguno que comer. Realmente lo que lo alimenta es la justicia. Según dicen, cada vez que un niño se comporta mal, él viene y le da unos azotes en el culete y, después de eso, se vuelve más fuerte. Es como si se hubiese tomado una buena comida con muchas proteínas y sales minerales. Después, se pone a viajar de un lugar a otro, buscando a todos los niños que se comportan mal o que son lloronas y protestonas con sus papis. Si son demasiado pequeñas, únicamente le da unas palmaditas sobre el pañal para que no hacerles daño.

Los dos hermanos que escuchaban atentamente a su madre estaban aterrados y Ana estaba haciendo pucheros. Fue entonces cuando su madre los calmó diciendo:

-          Tranquilos, el fantasma nunca aparecerá por esta casa ya que vosotros, generalmente, os comportáis bien. Si alguna vez hacéis algo mal sólo tenéis que procurar no volverlo a repetir, ya que ahora conocéis la existencia del fantasma Justiciero.

Así pues, después de haberles contado esta historia, los dos hermanos se volvieron obedientes y amables, sin que su madre tuviese que haber recurrido a ningún castigo y el fantasma justiciero siguió su camino en busca de otros niños a los que educar.

FIN

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