El bebe que vino sin instrucciones

Cuando Bebé nació, Papá y Mamá se dieron cuenta, no con poca sorpresa, que había nacido sin libro de instrucciones

. Miraron a Bebé, miraron la barriga, miraron la placenta... y nada, no había manual. 

Bebé lloró y Mamá escuchó su llanto. Era un llanto bajito, como corresponde a un bebé pequeñito. Mamá no estaba muy segura sobre qué hacer, pero algo hizo que ofreciese a Bebé su pecho. Bebé mamó, y dejó de llorar.

Bebé de pronto olió raro. Papá lo acercó a su nariz, y pensó que algo podía haber allí escondido que tuviese que ver con aquel olor. Con cuidado, quitó pañal, limpió y puso uno nuevo. Bebé ya olía bien, muy bien.

Bebé se movió incómodo. Mamá sintió añoranza de la suavidad de su piel, de su peso dentro de su cuerpo, de su calor. Y Mamá cogió a Bebé en brazos y hundió su nariz en aquella barriga blandita... Bebé se acurrucó y el Mundo volvió a ser perfecto.

Bebé sacó la lengua y buscó sus manitas con la boca. Succionó con avidez aquellos deditos minúsculos. Mamá notó la leche llenando su pecho, goteando en la boca de Bebé, que apuraba el dulce regalo.

Bebé dormía. Mamá y Papá lo miraban sin poder hablar, mudos ante tanta perfección. 

Bebé no necesitaba manual de instrucciones, Bebé era el manual, Bebé era la pregunta y la respuesta. Mamá y Papá confiaron por fin en Bebé, y en si mismos.

F I N