Uno más uno son tres

Érase una vez un cuento especial, diferente de todos los demás. Había una vez un chico y una chica que deseaban con todas sus fuerzas ser papás. Formar una familia se había convertido en un objetivo común que les hacía ilusionarse y seguir queriéndose cada vez con mayor intensidad.

Pero como ocurre en todos los cuentos, siempre hay adversidades. Una rueca que te hace dormir, una maldición de una bruja perversa, un hechizo de un mago feroz, etc. En este cuento, la adversidad venía impuesta por una cruda realidad que ninguno de los protagonistas se esperaba. Alguien había decidido que no iban a poder tener hijos. 

Al principio, toda la luz que envolvía el amor de esta pareja parecía haberse tornado una oscuridad profunda. Rechazo, miedo, tristeza, desolación. Fueron muchas las vueltas que dieron en su cabeza hasta comprender que su deseo por formar una familia y el amor que sentían el uno por el otro era mucho más grande que cualquier problema o maldición.

Por ello decidieron hacer de tripas corazón y salir en busca de un hada madrina que les concediera el mayor de sus deseos: ser papá y mamá de una hermosa criatura. Tras largos caminos de sudor y esfuerzo encontraron una posible solución a su problema. Fue gracias a manos expertas que consiguieron alcanzar su sueño: concebir un bebé. Fueron meses de búsqueda, de sufrimiento, de ilusión, también de desesperación a veces. Pero el resultado mereció la pena.

Hoy, seis años después, besan y disfrutan cada día de Pau, el fruto de un amor inmenso y del esfuerzo y dedicación de unas personas que consiguieron convertir en familia a un chico y una chica que veían frustrado este sueño. Un encantamiento con nombre de fecundación in vitro que ha servido para devolver la magia a una pareja. Siempre estarán eternamente agradecidos.

Y colorín, colorado, este cuento se ha acabado.