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La rana maria-juana

Enviado por mili12

La rana maria-juana

 En un tiempo muy, muy, muy remoto vivía una familia de leñadores tan pobre que tenía que compartir el hacha

. Como talaban los árboles de uno en uno, apenas poseían dinero. De la madera que no vendían hasta aprovechaban el serrín. Tan pobres eran que comían la corteza de los pinos y se vestían con las hojas de las moreras que caían en otoño.

Un día un tremendo incendio arrasó el bosque y los leñadores se quedaron sin oficio porque ya no había árboles. Después de hablarlo mucho, los tres hermanos decidieron irse a buscar fortuna dejando en casa a sus padres.

Marchaban bromeando, cuando llegaron a un punto en el que el camino se dividía en tres direcciones. Cada uno continuó por una ruta diferente.

Antes de despedirse con gran pena, se prometieron que volverían a encontrarse allí mismo pasado un año.

El primero de los hermanos halló a un hombre con una túnica que cambiaba de color con la luz. Se cubría la cabeza con un sombrero puntiagudo en forma de cucurucho y lleno de estrellas dibujadas. El extraño le preguntó a dónde iba tan solo por el mundo.

A buscar fortuna –respondió muy seguro.

En el noroeste de una ciudad no tan lejana, se situaba un enorme y hermoso parque llamado “García Sanabria”.

Tenía el parque una gran cantidad de árboles, césped, flores y varios senderos de tierra que conducían todos a un mismo lugar: el estanque.

Era ese estanque, el lugar preferido por todos los niños; grandes y pequeños se  reunían allí todas las tardes para lanzar piedritas al agua y ver como se formaban en ella círculos concéntricos sin fin. También jugaban a remover el agua con alguna rama de las que se hallaban  tiradas por los senderos; les encantaba ver como se enturbiaba el agua al mezclarse con la tierra que había en el fondo, pero lo más que les gustaba era ver a las ranas y los peces que allí habitaban.

Precisamente la historia que les quiero contar es de una de las ranas que vivían en el estanque: la rana Mari Juana.

El frío invierno estaba por acabar y el sol ya comenzaba a recorrer con más ánimo el ancho cielo azul. En el estanque había mucha expectación y alegría porque la rana Mari Juana acababa de cumplir su más anhelado sueño: el de ser madre. 

Sí,  Andrés ya había nacido y ahora se encontraba entre sus brazos, o mejor dicho, entre sus ancas. Y era Andrés, a los ojos de Mari Juana, el más preciosos hijito del mundo.

Día a día, madre e hijo jugaban, comían, charlaban se divertían y dormían juntos. Eran inseparables.

Pero el tiempo pasó y Andrés se hizo mayorcito, y comenzó a darse cuenta de algunas cosas, como, por ejemplo, que él no tenía ancas de rana como su madre y que su piel estaba cubierta de diminutas escamas, que la piel suave de su mamá no tenía.

Así que, un buen día, Andrés le preguntó a su mamá la rana Mari Juana, que por qué él era tan diferente y no se parecía en nada a ella.

La rana Mari Juana vio que su hijo ya estaba preparado  para escuchar algo importante que ella debía  contarle.

´”Verás” -le dijo la mama-  “algunas madres  tienen a sus hijos de sus barriguitas, pero otras, como yo, no podemos tenerlos. Por esa razón, hace algún tiempo tomé la decisión de adoptarte  para que fueras mi hijo querido y  sin duda  esa ha sido la decisión más acertada que he tomado  en mi vida. Por esa razón no nos parecemos, pero el parecido físico no es tan importante, lo que en verdad importa son los lazos de unión que hay entre nosotros. Esos lazos de amor incondicional que existen entre madre e hijo.”

El pez Andrés (que esto es lo que él era), entendió lo que su mamá   le explicó y comprendió que más importante que su aspecto  era la relación que había entre él y su mamá. Eran madre e hijo y eso nada ni nadie lo podía cambiar.

Después de esta agradable y reveladora charla, la rana Mari Juana y el pez Andrés, más unidos que nunca, nadaron hacia la superficie para estar con los niños que ya habían llegado a jugar  en el estanque como cada tarde.

A propósito, si eres tú uno de esos afortunados  niños que juega en el estanque del García Sanabria y ves a una rana enorme, y muy cerca de ella a un pez diminuto ya puedes saludarlos por su nombre: son la rana Mari Juana y su hijo, el pez  Andrés.

FIN

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