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Bebés y rayos x, ¿son peligrosos?

Bebés y rayos x, ¿son peligrosos?

Los rayos X son necesarios en algunas ocasiones para poder confirmar el diagnóstico de algunas enfermedades graves. Por eso, aunque es cierto que pueden causar algunos efectos secundarios, sus beneficios son mayores a los posibles perjuicios, aunque solo deben usarse cuando realmente es necesario y siguiendo una serie de consejos.

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Indice

 

¿Para qué sirven y cuándo se usan los rayos X?

Los rayos X comunes, la fluoroscopia, las exploraciones por tomografía computada (TAC) y todos los exámenes de medicina nuclear involucran el uso de radiación. Mientras que los ultrasonidos y las resonancias magnéticas nucleares no usan radiación.

Los rayos X son un tipo de radiación electromagnética, invisible para el ojo humano, que permiten atravesar la piel para poder ver los huesos y los órganos del paciente. Los rayos X emiten una radiación ionizante porque al interactuar con la materia produce la ionización de los átomos de la misma, es decir, origina partículas con carga (iones).

Las radiografías no son dolorosas pero sí es necesario que el niño se mantenga quieto durante unos pocos segundos para poder captar la imagen.

Los rayos X se usan sobre todo para detectar enfermedades del esqueleto (roturas de huesos, por ejemplo), aunque también se utilizan para diagnosticar enfermedades de los tejidos blandos, como la neumonía, el edema pulmonar, abscesos, etc.

En cuanto a la radiación de este tipo de pruebas, hay que tener en cuenta que todos nosotros estamos expuestos a pequeñas cantidades de ración proveniente del sol, la tierra, los edificios o el agua. Esta radiación se conoce como radiación natural del fondo o del ambiente y no es peligrosa.

De este tipo de radiación, una persona recibe unos 3 millisievert (mSv) al año, mientras que una radiografía sencilla causa en torno a 0.01 mSv. Por lo tanto, el nivel de radiación es muy bajo, así que no hay que preocuparse porque a nuestro hijo le hagan una radiografía. El problema puede estar en niños enfermos crónicos que tiene que someterse a estas pruebas muy a menudo.


Contras de los rayos X

Durante estas pruebas, una pequeña fracción de los rayos X atraviesa el cuerpo, pero los tejidos corporales absorben los demás fotones. La energía de estos fotones puede separar compuestos y causar daño celular. Y, aunque la mayor parte de este daño se repara pronto, otra parte es permanente.

Los efectos negativos de las radiaciones sobre el organismo dependen de la intensidad, el tiempo, la frecuencia de las exposiciones y la edad del paciente ya que los niños son más sensibles que los adultos.

Los niños tienen un cuerpo es más pequeño, en constante crecimiento, y sus órganos son más sensibles a la radiación que los de los adultos. Con la misma prueba diagnóstica, por ejemplo, un niño puede recibir hasta 4 veces más radiación que un adulto si no se hace correctamente, lo que sí podría, a la larga, causar ciertos problemas como un cáncer radioinducido.

Además, los niños tienen una mayor esperanza de vida, lo que implica que tienen muchos años por delante para verse sometidos a este tipo de pruebas.

Para reducir este riesgo, la Unión Europea aprobó en enero de 2014 una nueva legislación por la que se establecen las normas de seguridad básicas que se deben seguir en este tipo de pruebas para proteger a los niños frente a los peligros derivados de la exposición a radiaciones ionizantes (Directiva 2013/59/Euratom).

No obstante, debes tener en cuenta que una sola radiografía no causa ningún daño ya que es necesario una dosis mucho mayor de radiación para dañar las células. Aun así, debemos tener precaución sobre el número de pruebas radiológicas a las que sometemos a los niños pues, según varios estudios de la SERAM (Sociedad Española de Radiología Médica), un 30% de las mismas son completamente innecesarias.

Por ejemplo, una de las radiografías más comunes en niños son las de tórax para confirmar un caso de bronquitis o neumonía, pero, según diversos estudios publicados en el Journal of Pediadrics, estas pruebas no aportan nada para el diagnóstico de ambas enfermedades. Lo mismo ocurre en el caso de las radiografías de cráneo tras un traumatismo. Por eso, para los niños las radiografías se recomiendan solo en casos de problemas de huesos (traumatismo de partes blandas, como los músculos, los ligamentos o los tendones), las de cuello, para ver el crecimiento raro de tejidos, las de senos paranasales y las de columna lumbar.


¿Qué precauciones hay que adoptar?

Como hemos visto, es necesario adoptar una serie de medidas antes de hacerle una radiografía a un niño para minimizar los posibles daños o efectos secundarios en las células.

1- Someter al niño a los rayos X solo si es completamente necesario y no hay ninguna otra prueba alternativa eficaz para el diagnóstico, como una ecografía o una resonancia magnética. Siempre hay que valorar si los beneficios son mayores que los posibles perjuicios.

2- Hay que mantener el nivel de radiación lo más bajo posible según la edad y el tamaño del niño.

3- Realizar las radiografías solo en el área que es necesario examinar.

4- Utilizar protectores de plomo siempre que sea posible. Algunas veces se utiliza protección para cubrir las partes más sensibles como los testículos, los ovarios o la glándula tiroidea.

5- No repetir las imágenes a no ser que sea totalmente necesario. 

Foto: Creado por Photoroyalty - Freepik.com


Fuentes:

SERAM Recomendaciones de "no hacer", http://samede.org/wp-content/uploads/2013/01/seram_no_hacer.pdf

SERAM Contra las pruebas innecesarias https://www.seram.es/index.php/informacion/noticias/798-

Fecha de actualización: 15-10-2020

Redacción: Irene García

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