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¿En qué semana madura la placenta?

¿En qué semana madura la placenta?

Conocer la función de algunos de los órganos que se forman cuando nos quedamos embarazadas es esencial. La placenta es un órgano que empieza a formarse en el mismo momento en que el óvulo fecundado se implanta en la pared del útero y es fundamental para el correcto desarrollo del embrión.

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La función de la placenta en el embarazo

Una vez implantada y bien sujeta a la pared uterina, la placenta no se mueve. Suele estar situada en la cara anterior o posterior del útero, sin taponar el cuello uterino por donde va a nacer nuestro bebé atravesando el canal del parto, conducto por el que circula el niño. La placenta se forma durante la segunda semana de gestación y va adquiriendo su forma final en el cuarto mes de embarazo.

Si la placenta se sitúa en la parte inferior de la cavidad uterina (placenta previa) esta puede tapar total (placenta oclusiva o completa) o parcialmente (placenta no oclusiva o parcial) el cuello del útero. Suele medir veintidós centímetros en su fase de mayor crecimiento y puede llegar a pesar hasta quinientos gramos aproximadamente.

La placenta es la estructura que se forma en el interior del útero para aislar la circulación materna de la fetal y se convierte en un órgano esencial en el embarazo porque constituye la conexión vital del bebé con la madre. A través de ella y del cordón umbilical al que está sujeto el embrión, el feto logra mantener la conexión con ella y recibe todos los nutrientes que necesita para respirar.

Este órgano sirve para transmitir nutrientes y oxígeno al bebé, eliminar sus desechos, fabricar hormonas y protegerle. Es de vital importancia para el crecimiento y la protección del feto en el seno materno, y aunque este órgano se empieza a formar desde el momento en que el óvulo es fecundado, la placenta va evolucionando a lo largo de la gestación, pasando por diferentes grados de madurez en medicina:

- Grado 0 (menos de 18 semanas). Representa a la placenta a finales del primer trimestre e inicios del segundo. De apariencia uniforme y no tiene calcificaciones.

- Grado I (entre 18 y 29 semanas). Representa el segundo trimestre y el inicio del tercero. Su apariencia ya no es uniforme y puede además presentar calcificaciones en la superficie.

- Grado II (más de 30 semanas). Representa la primera mitad del tercer trimestre. Son comunes las calcificaciones basales pero escasas.

- Grado III (más de 39 semanas). Representa la segunda mitad del tercer trimestre. Los niveles de calcio son elevados y se pueden observar gracias a la degeneración y calcificación de esta.

Todo este proceso de madurez (madurez placentaria) refleja la edad de la placenta y su nivel de maduración, ayudando así a determinar el bienestar fetal, ya que si una placenta madura muy rápidamente (placenta vieja o envejecida) puede ser causa de preocupación, pues esto puede indicar que hay una complicación materna que afecta al bebé y decidir la pronta interrupción del embarazo. Aquí, el ginecólogo se planteará si es conveniente inducir o no el parto para evitar riesgos.

Por tanto, gracias a los diferentes grados de maduración podemos saber si existe o no algún tipo de problema. Por ejemplo, si tenemos un grado III en la semana 35 de gestación, estaremos probablemente ante una insuficiencia placentaria que se traduce en el bajo peso del bebé o bien en el retraso en el crecimiento uterino. La insuficiencia placentaria hace referencia a la incapacidad de la placenta para cumplir las necesidades de nutrición o eliminación de desechos del bebé. La repercusión más evidente es en su crecimiento.

En definitiva, los grados de madurez de la placenta constituyen la clasificación que se puede emplear para ir determinando el momento evolutivo en el que se encuentra dicho órgano, desde el grado 0 al grado III (el más maduro). Todos ellos se observan mediante las ecografías realizadas a lo largo de todo el proceso del embarazo.

 

¿Qué significa tener la placenta vieja, envejecida o hipermadura?

La placenta al ser un órgano que se forma dentro del útero durante el embarazo y solo es útil durante este, va madurando y puede envejecer antes de que se produzca el parto. Tener una placenta envejecida muchas veces si la placenta sigue realizando sus funciones no es un problema. Si se sospecha que la placenta ha dejado de realizar sus funciones los médicos pueden plantearse inducir el parto.

 

¿Qué afecta a la salud de la placenta?

- Edad de la madre: los problemas relacionados con la placenta durante el embarazo suelen estar relacionados con mujeres de mayor edad (después de los 40 años).

- Ruptura prematura de las membranas: en el embarazo el bebé está rodeado de una membrana que está llena de líquido (saco amniótico). Si este saco se resiente antes del parto (se rompe o tiene fugas) los riesgos de sufrir problemas con la placenta aumentan.

- Presión arterial alta.

Embarazos gemelares o múltiples: si el embarazo es de más de un bebé, la mujer es más propensa a sufrir problemas de la placenta.

- Trastornos de la coagulación de la sangre.

- Si has sufrido alguna operación en el útero anterior al embarazo. Algunos ejemplos de esto pueden ser una cesárea, cirugía de extirpación de fibromas, etc.

- Si has tenido problemas de placenta en embarazos anteriores.

- Abuso de sustancias: hay determinados problemas de la placenta que están asociados al consumo de tabaco y de otras sustancias como la cocaína.

- Traumatismo abdominal: un golpe puede hacer que la placenta se separe del útero (desprendimiento) prematuramente.

 La mayoría de los trastornos de la placenta no se pueden prevenir, lo único que se puede hacer es seguir las medidas para favorecer un embarazo sano por lo que:

- haz visitas periódicas a tu médico para seguir tu embarazo, no te la saltes a pesar de que sospeches que todo va bien.

- no fumes ni consumas drogas ilícitas.

- habla con tu médico antes de decidirte a realizarte una cesárea que no sea optativa.

Si has tenido un problema de placenta en un embarazo anterior y estás planificando otro embarazo lo mejor es que hables con tu profesional para ver si se puede reducir el riesgo de sufrirlo nuevamente. También se debe informar al médico si has tenido alguna cirugía.


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Fuentes:

Speroff L, Glass RH, Kase NG. Clinical Gynecologic Endocrinology and Infertility. Sixth edition. Lippincott Williams & Wilkins, Baltimore, MD 1999. ISBN 0-683-30379-1.

Fecha de actualización: 17-02-2021

Redacción: Ana Ruiz

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