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"Montessori dignifica la figura del niño", Clara González, bloguera de Mamilatte

Clara González, psicóloga especialista en educación e infancia, Coach de Disciplina Positiva para familias, equipo docente y crecimiento personal para adultos y autora del blog www.mamilatte.com nos habla de la pedagogía Montessori y cómo aplicarla en casa. 

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TodoPapás ¿Qué es la Pedagogía Montessori? ¿Cuándo nace y en qué se basa?


Clara González: Montessori es una pedagogía que tiene 100 años y que está basada en la investigación que realizó María Montessori con niños. Esta filosofía tiene como fundamentos la metodología observacional. Es una línea pedagógica pionera porque primero se observó al niño y su desarrollo natural y a posteriori se desarrolló toda la teoría tal cual la conocemos hoy.


Montessori dignifica la figura del niño, que se había perdido durante la industrialización, y tiene en cuenta a este como un ser humano competente desde el nacimiento e incluso en la vida uterina.


Este enfoque pedagógico persigue la independencia del niño como ser individual, pero siempre con un objetivo último de paz social. Maria Montessori dice en su legado “Si tocamos al niño, tocamos la humanidad”.


TPP: ¿Qué beneficios aporta esta pedagogía a los niños?


CG: El principal beneficio es que responde totalmente a las necesidades de las leyes naturales de la infancia teniendo en cuenta las diferencias individuales y las inteligencias múltiples.


Podríamos decir que es una pedagogía a la carta cuyo objetivo es que cada niño despliegue todo su potencial.


El máximo propósito es que de cada niño surja un adulto con una personalidad sana, un adulto íntegro, que se conozca a sí mismo, que sea independiente y por tanto libre, que sea cooperativo, que tenga clara su misión en el mundo y que esté preparado para la vida social.


TPP: Son muchos los centros escolares que aplican este tipo de pedagogía, pero ¿cómo podemos hacerlo en casa?


CG: La casa es el primer lugar que acoge al niño y por tanto es el espacio donde se asientan las bases de la personalidad, sobre todo en los primeros años de vida. La familia es el núcleo de más peso ya que deja una huella inconmensurable en el patrón conductual del adulto en el que se convertirá. El hogar es el lugar ideal para comenzar a aplicar Montessori.


Todo empieza en la relación que los padres o educadores familiares establecen con los niños. Se pone en práctica en el trato al niño como persona merecedora de respeto y dignidad desde el minuto cero al nacimiento y esto se convierte en el punto más importante en la aplicación de Montessori. Hablar al bebé, mirarle, tocarle con respeto y permiso, explicarle lo que le hacemos mientras le cambiamos el pañal, solicitar su colaboración al vestirle, tener una actitud siempre amable y de confianza antes sus conquistas, ser honestos, acompañarle en sus primeros movimientos, palabras…. Cuando son mayores tenerlos en cuenta en las decisiones y co-creando normas.


Para aplicar Montessori en el hogar tan sólo necesitamos la humildad de observar a los niños sin juzgarlos.


También es indispensable crear un ambiente preparado a su altura que fomente su independencia y la puesta en marcha de sus capacidades.  


Involucrar al infante en las actividades del hogar es sin duda el primer eslabón del currículum Montessori. Algunos ejemplos serían actividades de cuidado personal, cocina, limpieza y tareas cotidianas, son lo que conocemos como ejercicios de vida práctica y son el primer eslabón del currículum montessoriano.


Es crucial ofrecer a los niños trabajos con sentido y propósito que permitan el desarrollo de las funciones ejecutivas cerebrales y faciliten su autonomía.


Maria Montessori apunta “Cualquier ayuda innecesaria es un obstáculo al desarrollo”.


TPP: ¿Cómo se relacionan Montessori y la crianza respetuosa?


CG: La pedagogía Montessori tiene como eje vertebral el respeto al niño como persona, no se le considera un ser inferior por ser una persona más pequeña. No es un cubo vacío que haya que llenar sino más bien unas brasas que hay que avivar.


El adulto acompaña todo el desarrollo de los niños desde el más profundo respeto. El adulto puede admirar lo que el niño le enseña constantemente, que no son más que las leyes que la naturaleza tiene escritas para el desarrollo de nuestra especie y es algo maravilloso de descubrir.


En Montessori no solo se tiene respeto al niño, sino en las relaciones que los adultos tienen con el resto de personas y consigo mismos y al respeto a las necesidades de la situación o normas sociales.


El niño por lo tanto vive constantemente en un ambiente de respeto, no solo en la presentación de materiales de desarrollo, sino en la relación que se mantiene con el niño en la cual se utiliza un lenguaje y un tono amable y tranquilo y se estable una relación de respeto mutuo donde no tienen cabida ni las amenazas, ni los gritos, ni los sermones ni la violencia.


TPP: ¿Es más complicado educar a los niños actualmente o es que los padres pensamos mucho más en todos los aspectos?


CG: Yo creo que, dadas las comodidades que tenemos hoy en día y los grandes avances de nuestra civilización, debería ser más fácil educar actualmente que en la prehistoria O en otras épocas históricas.


Bajo mi humilde punto de vista, lo que es difícil es criar o educar a niños en unos tiempos en que el adulto no está presente de verdad porque está constantemente absorbido por la vorágine social que le lleva a estar permanentemente desconectado del presente. El adulto de hoy vive la mayor parte de su tiempo anclado a su pasado (lo qué ocurrió) y su futuro (lo que hay que hacer o lo que pasará), es un adulto siempre atareado y asfixiado con obligaciones (laborales, tecnológicas, etc.) que no le permiten disfrutar del momento.


El adulto de hoy vive ajeno al aquí y ahora, al placer de simplemente estar, y esta situación no favorece que disponga de las condiciones y del tiempo que la infancia necesita. Esta casuística provoca choques frontales con lo que requieren los niños y es la raíz de los daños colaterales a los que se expone nuestra comunidad educativa hoy.


TPP: ¿Cómo conseguir que nuestros hijos sean felices?


CG: Lo primero para conseguir hijos felices es ser y mostrarnos como padres/adultos felices, todo es cuestión de actitud.


Montessori tiene como base el modelo que reciben los niños, así que si somos adultos con un modo de vida saludable, tenemos modus operandi de ver la vida de cara, con actitud positiva y un carácter resolutivo ante los retos que se nos plantean, nuestros hijos van a tomar esa misma actitud. No podemos olvidar que se reflejan constantemente en nuestro espejo y eso al final es lo más interesante del método Montessori y de cualquier finalidad educativa.


TPP: ¿Es posible lograr que los niños hagan caso mediante la disciplina positiva o es más complicado?


CG: Hay una frase que me gusta mucho de la disciplina positiva que dice así “Un niño que se porta mal es un niño desalentado”, Dreikus.


Los niños no dejan de “hacer caso” o tienen “malos comportamientos” porque sí, esa es solo la parte visible de la conducta, siempre hay algo debajo que es necesario averiguar y eso es lo que consigue la disciplina positiva: ver cuál es el motivo de desaliento. Nuestro objetivo no es ganar a los niños, sino conseguir su cooperación, todos ganamos.


Los niños son seres bondadosas de manera natural, tan solo hay que saber acompañarles durante todas y cada una de sus etapas evolutivas para que canalicen correctamente sus energías. Hay muchos niños y adultos que tienen la creencia equivocada de que para ser importantes y ser tomados en cuenta por los demás tienen que tener comportamientos no constructivos, y esto es un hecho que podemos ver en nuestras familias, vecindarios, lugares de trabajo, y a nivel local y mundial.


Son numerosas las investigaciones neurocientíficas que nos muestran cómo funciona el cerebro del niño y nos dan luz acerca de los comportamientos disruptivos en relación a la etapa evolutiva.


Es por este motivo que es de vital importancia la relación que el educador establece con el niño siempre, y también con más énfasis si cabe, en los momentos de conductas retadoras. Es en esta tesitura de respeto mutuo, de atención empática y serena en que la que el adulto no tiene el poder de la relación sino que educa en base al equilibrio entre la amabilidad y la firmeza. Es ahí donde es mucho más fácil conectar con el niño y con cualquier persona, y por tanto tener relaciones más cooperativas y pacíficas.


Está en nuestras manos educar a nuestros adultos del futuro y es algo que podemos hacer cada vez mejor, solo requiere de nuestra voluntad para conseguirlo, de ofrecer a los niños nuestra mejor versión porque ese cambio es absolutamente posible.


Fecha de actualización: 27-09-2018

Redacción: Irene García

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