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Cómo actuar ante niños desafiantes

Cómo actuar ante niños desafiantes

Cuando un niño está en situación desafiante es muy difícil actuar desde la racionalidad. No podemos discutir con niños que aún no han desarrollado conductas sociales adaptativas y la lógica que utilizan es simplista. Aun así, es necesario que enseñemos valores a nuestros hijos desde que son pequeños, pues les estaremos dando instrumentos para desarrollarse en la vida en común con otras personas.

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Indice

 

Dejar que el niño se fustre

Puede sonar a que nos estamos conformando, pero todo lo contrario. Frenar la frustración de los niños no hará que desaparezca, sólo que la contengan y que explote más adelante. Por ello, respira, ten paciencia, cuenta hasta diez… Los pequeños, dependiendo de la edad y de su personalidad, suelen experimentar mucho este sentimiento. No comprenden por qué no consiguen lo que desean. Hasta ahora, todo lo que han tenido se lo hemos proporcionado nosotros de forma desinteresada, y es muy común que piensen que va a ser así siempre. No podremos evitar que suceda, y si lo hacemos a la fuerza sólo estaremos prolongando esa decepción durante mucho tiempo. Da igual las veces que les digas que el fuego quema, hasta que no lo toquen no sabrán que tenías razón. Permíteles expresar la frustración que están sintiendo. Recuerda que tu hijo es un ser social en formación, que necesita tener muchos borradores antes de ser una persona racional y empática. Déjale ser.
 

Análisis de la situación, tomar distancia

Solemos pensar que los niños sólo dicen tonterías y a menudo es eso mismo lo que provoca esta actitud desafiante. Mírale a los ojos y observa lo que quiere decir, porque probablemente es lo único que busca: que le escuchemos. Deja que el niño exprese sus quejas, tómatelas con calma y guarda silencio. La diferencia entre un diálogo y una discusión es la lucha de poder por quién lleva la razón. No dejes que eso se convierta en un tira y afloja. Para poder hablar desde el respeto con él o ella, tendrás que analizar hasta las cosas más obvias.


Practica la inteligencia emocional y la empatía de ambos

Es lógico que pensemos que nuestra inteligencia emocional ya está formada, y es nuestro hijo el que tiene que aprender de nosotros. Pero nada más lejos de la realidad: la empatía es una aptitud que se construye cada día, y se debe demostrar hasta en los problemas más rutinarios. Primero, haz una introspección y piensa por qué te molesta tanto. No hay mejor forma de expresar algo que teniendo una conversación antes con uno mismo. Si ponemos en orden las ideas de por qué no nos gusta la actitud de nuestro hijo, sabremos exponérselo de forma justa. Y cuando el niño empiece con su desafío, en lugar de chillar y luchar contra su ira aprenderéis ambos a gestionarla y llevarla en otra dirección.

Cuando ya hayas comprendido por qué te molesta tanto, intenta ponerte en la piel de tu hijo/a. ¿Te acuerdas de cuándo tú tenías su edad? Probablemente no del todo, pero quizá no está de más hacer este ejercicio. Cuando tu niño no te obedece no lo hace para frustrarte o molestarte, en la mayoría de los casos. Él o ella tampoco entienden lo que significa ser papá o mamá. Y, aunque parezca absurdo, su papel también es difícil. Imagina que desde que te despiertas hasta que te vas a dormir te dicen lo que tienes que aprender, lo que tienes que comer, cuándo, dónde y con casi ningún por qué lógico para ellos. Necesitan sentir que tienen el poder en determinadas situaciones, la capacidad de tomar alguna decisión, aunque sea absurda. Crecer siempre implica una desconexión entre lo que son, lo que quieren ser y las posibilidades que el entorno les ofrece. Cuando son bebés tienen un vínculo muy dependiente contigo y están empezando a darse cuenta –de manera inconsciente– de que eso ya no existe. Un comportamiento desafiante y fuera de lugar es la señal de que tu hijo se siente desconectado. Existe un falso mito de que los niños desafían para conseguir atención, pero en la mayoría de las veces lo hacen porque necesitan empezar a rebelarse contra lo que no entienden, su estado de inadaptación. Casi todas las reacciones (pataletas, negaciones, rabietas) esconden un mensaje. Están creciendo, necesitan autonomía, empiezan a definirse, se autoafirman y comienzan a ser conscientes de su individualidad. Pero no es un cambio fácil y experimentan sus contradicciones en su comportamiento.



Una vez identificado, aprender a manejar la ira

Es igual de importante identificar la ira como enseñarle a nuestro hijo a gestionarla. Nunca caigamos en el error de evitar los sentimientos negativos, no pueden ni deben estar felices y calmados todo el tiempo. Lo mejor es que hablemos con ellos y les expliquemos que entendemos que estén enfadados, pero que cuando estamos así no podemos expresarlo en forma de violencia, lloros, insultos, etc. Como padres debemos favorecer una expresión adecuada de la ira, enseñando al niño a ir controlándola y manejándola, y permitiendo que esa emoción se exprese pero en formas más adaptativas.
 

Establecer límites

A pesar de que debemos mantener una actitud abierta y calmada, tampoco debemos permitirle ciertas cosas como golpearse a sí mismo o a los demás. La tolerancia tiene como límite las faltas de respeto. Probablemente intentará decirte algo que sabe que te duele para sacarte de tu estado, porque intuye que desde la lógica tiene las de perder. No te lo tomes de forma personal, porque dirá cosas que no piensa para enfadarte.
 

Establecer normas

Pero no cualquier norma. Para que la mente de nuestro hijo evolucione desde la salud, debemos tener mucho criterio. Los castigos y los límites deben imponerse desde la lógica, la perseverancia y la coherencia. Intentarán amedrentarnos con chillidos, gritos, e insultos, pero si el castigo tiene como finalidad la reflexión de que cada acto de nuestro hijo tiene sus consecuencias, habrá valido la pena. La firmeza es fundamental, y aunque seamos humanos y nos equivoquemos, debemos dar la imagen de seguridad de nuestras decisiones. Por tanto, no es bueno levantar el castigo o endurecerlo dependiendo del día que tengamos nosotros.
 

Mantener una opinión positiva y un mensaje esperanzador de tu hijo

Si tu hijo es más desafiante que la mayoría de niños de su edad, no te preocupes. No tiene por qué ser un fallo tuyo, ni suyo. Cada persona evoluciona de forma diferente y el cerebro de los peques aún no está desarrollado del todo. Por eso debemos reforzar su autoestima, confiar en él. Si crees que el caso es más extraño de lo normal, puede que tenga Trastorno Negativista Desafiante y TDAH. En ese caso aconsejamos que acudas a un psicólogo, y sobre todo ¡no desesperes!
 

Relativizar y jugar

Nunca, jamás, entres en su juego. Pero establece otro diferente: el tuyo. Utiliza el humor sin llegar a ser sarcástico o utilizar un tono de burla. Si hacemos un drama, el niño entrará rápidamente en el papel que ya estaba asumiendo y no podrá salir de ahí. Puedes dejar que el niño obtenga por unos segundos el rol de poder, siempre que sea un juego y no le dejemos decidir cosas que son inadmisibles.

Sobre todo, ten paciencia, educar es la tarea más dura y difícil a la que nos tenemos que enfrentar. Aprende con ellos y, sobre todo, permítete divertirte en el proceso.


Fuente:

Álava, Silvia (2016), Queremos que crezcan felices, Madrid, Actitud de Comunicación.

Fecha de actualización: 02-02-2023

Redacción: María Segura

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