Mi bebé tiene papada

Índice

• Si tiene mucha papada, ¿tengo que ponerle a dieta?
• ¿Qué hago si tiene los pliegues de la papada irritados?
• ¿Por qué a mi bebé le ha salido papada de un día para otro?

 

Si tiene mucha papada, ¿tengo que ponerle a dieta?

Es normal que te preocupes si ves que tu bebé es mucho mas grande de lo que debería. Muchas veces la obsesión viene determinada por el crecimiento de los casos de niños con obesidad infantil. Si tienes dudas sobre esto lo mejor es que consultes con su pediatra, pero ten en cuenta que lo importante es que el niño se vea contento y no presente ningún retraso o dificultad.

En el caso de que el pediatra crea que tu bebé puede tener algún problema, le realizarán las pruebas pertinentes. Si tu bebé está engordando mucho y no tiene ninguna patología, puede que el pediatra analice contigo la dieta de tu bebé. Seguramente te ofrezca algunas directrices a la hora de alimentar a tu bebé.

Hay muy pocos casos de obesidad infantil en niños menores de 3 años. Solo entre el 2 y el 4% de los casos de exceso de peso cuando hablamos de niños tan pequeños tienen una carga genética asociada a trastornos del metabolismo. En el resto de casos, la clave está en comprobar que el bebé siga una alimentación adecuada y no coma alimentos poco nutritivos y muy engordantes.

No se trata de poner a tu bebé a dieta (entendiendo por ello reducir el número de calorías de origen saludable que necesita), lo que sí habría que reducir (si existe) es la ingesta de galletas, bollos, patatas fritas, etc. Simplemente reduce los alimentos que no son sanos de su alimentación.

También es frecuente que haya sobrepeso por mantener hábitos incorrectos, como seguir pasados los 12-18 meses con biberones al día con excesiva cantidad de leche (y encima reforzados con harinas infantiles innecesarias y azucaradas). Los dos primeros años de vida son una etapa que se caracteriza por el crecimiento, tanto del cuerpo como del cerebro, por lo que no hay que hacer ninguna restricción específica de nutrientes o dieta.

¿Qué hago si tiene los pliegues de la papada irritados?

La piel de los bebés (especialmente en los recién nacidos o en los bebés más rellenitos) suele presentar irritaciones en los pliegues, hasta puede llegar a levantarse. La piel de los bebés es mucho más fina que la de los adultos, además es mucho más débil en las diferentes capas. Todo esto hace que sea más delicada, más vulnerable a las bacterias, a los cambios de temperatura, los productos irritantes y estar menos lubricada.

En los pliegues de la piel se acumula sudor, suciedad, restos de leches, pelusillas, y en el caso de la papada, muchas babas. Esto puede producir irritación en la piel, tanto que puede levantarse, inflamarse o escamarse. Para cuidarla y evitar infecciones puedes tomar algunas medidas sencillas que aliviarán el problema:

- Limpiar bien los pliegues antes del baño: puedes usar un algodón mojado en aceite para bebés (mejor si es aceite natural). Hazlo sin ser demasiado brusca y usando siempre los productos hipoalergénicos adecuados, sin pasarse con el jabón y mejor usando tus manos en lugar de una esponja.

- Seca muy bien los pliegues cuando se termine con el baño: debes hacerlo con gran delicadeza, sin frotar, pero evitando que se quede humedad en los pliegues de la papada. También puedes usar el secador del cabello a temperatura baja para que se seque bien.

- Cuida esos pliegues con crema para el culito del bebé, pasta al agua o una crema hidratante hipoalergénica y natural.

- Se debe evitar usar talco o cualquier crema que contenga medicamentos. Además, si los pliegues pueden estar infectados deberemos acudir al médico antes de usar cualquier tratamiento.

¿Por qué a mi bebé le ha salido papada de un día para otro?

En este caso seguramente no sea papada, puede tratarse de paperas. Las paperas son una enfermedad aguda (que se produce de manera repentina), causada por un virus llamado paramixovirus. Este virus causa la inflamación de las glándulas parótidas (las que producen la saliva). Estas glándulas están situadas delante y debajo de cada oído, a la altura de la línea maxilar inferior.

Es raro encontrar a niños con paperas, ya que entre los 12 y los 15 meses se les pone la vacuna triple viral (contra sarampión, paperas y rubéola). A los 18 meses (o entre los 4 y los 5 años), los bebés reciben un refuerzo de esta misma. La mayoría de los casos que ocurren en los niños provienen de niños que nunca se han puesto la vacuna o no han recibido la dosis de refuerzo.

Algunos de los síntomas que se pueden esperar son:

- Inflamación de una o de más de una de las glándulas salivares en la boca

- Inflamación de una o de ambas glándulas parótidas (ubicadas delante de la oreja y sobre la curva del maxilar)

- Tos o secreción nasal

- Dolor de cabeza, malestar y fiebre moderada

- Infección pulmonar sin inflamación

Ten en cuenta que si sospechas que tu bebé puede tener paperas, lo debe atender un médico. Aunque en los niños las paperas suelen ser leves, en los adultos puede llegar a ser una enfermedad más grave. Aún así los niños pueden experimentar complicaciones. Estas pueden incluir:

- Inflamación de los testículos (orquitis) que puede conllevar dolor, inflamación, sensibilidad, náuseas, vómitos y fiebre. Este dolor puede durar varias semanas. La orquitis es más común que se produzca después de la pubertad, pero puede suceder antes.

- Algunos niños (y adultos) pueden sufrir inflamación en las articulaciones, la glándula tiroides, una o ambas mamas, el cerebro o los riñones. Esta afección es rara.

- Las paperas pueden producir daños en el sistema nervioso central. El daño puede ser meningitis,problemas para coordinar movimientos (ataxia cerebelosa), o sordera en uno o ambos oídos. La sordera es la complicación más probable en los niños con paperas.

No existe un tratamiento específico para las paperas, puedes ayudar a tu hijo tratando que esté lo más cómodo posible. Recuerda que las paperas son contagiosas, especialmente uno o dos días antes de que las glándulas comiencen a inflamarse, hasta 5 días después. Mantén al niño alejado de otras personas que estén en riesgo de sufrirlas, especialmente de bebés y niños (hasta que no sea contagioso).