La desaparición de la niñez: de bebés a adultos

Índice

• Los derechos de los niños
• La desaparición de la infancia

 

Los derechos de los niños

Según recoge la Declaración de los Derechos del Niño (1959), los niños tienen “derecho a tener una protección especial para el desarrollo físico, mental y social”, protección que actualmente no parece que exista ya que los niños pasan de ser unos bebés sin apenas entendimiento, a “personas de baja estatura” que se comportan como adultos a pesar de no ser ni adolescentes.

Ya lo advirtió el profesor, escritor y crítico cultural americano Neil Postman en su libro La desaparición de la infancia de 1982, donde hablaba de que la violencia que estaba inundando toda la sociedad estaba haciendo desaparecer la infancia. En ese momento todos le tomaron por un exagerado, pero cada vez más personas acuden a él como referencia en torno a este tema.

Y es que como decíamos antes a nadie le extraña ya ver ciertos comportamientos de adulto en niños, como verlos actuando o cantando, trabajando de modelos, haciendo botellón, fumando o teniendo comportamientos agresivos y violentos poco propios de niños. Y no es que nos parezcan bien, ni mucho menos, pero no nos extrañamos ante algo que es cada vez más habitual.
 

La desaparición de la infancia

En este libro Postman defiende la tesis de que la infancia ha pasado por diferentes etapas a lo largo de la historia pero, la actual, según él, es similar a la Edad Media. En esta época de oscurantismo la mayoría de la gente era analfabeta así que no había ningún misterio envolviendo la vida adulta, y los niños podían acceder a ella sin problemas a través de la palabra. Lo mismo ha pasado hoy en día donde la gente no es analfabeta pero la televisión e internet han derribado las barreras de la información permitiendo a los niños acceder desde pequeños a contenidos propios de adultos que deberían estar vetados para ellos.

Contenido violento, sexual, enfermedades, muerte… temas de los que antes se protegía a los niños hasta que eran mayores, intentando que su niñez y su inocencia perduraran lo más posible. Hoy en día la protección que ofrecemos, como sociedad, es casi nula y los niños ven ese mundo desagradable, cruel e inhumano antes de tiempo, sin saber asimilar bien lo que están viendo ni lo que significa.

Y esto para Postman es muy peligroso ya que, para él, “El niño necesita descubrir los misterios de la vida adulta muy lentamente y de un modo psicológicamente aceptable. Si descubre demasiado pronto que sus padres no son perfectos, que sus profesores no lo saben todo o que en el mundo hay seres humanos que matan o roban, el niño crece para convertirse en un adulto débil. (…). En esta sociedad moderna en que vivimos, el niño mata como el adulto, se emborracha como el adulto, viola como el adulto, roba como el adulto,... Por lo tanto, uno se pregunta: ¿Por qué llamarles niños? ¿Sólo porque son personas de baja estatura? Para mí no son niños, son adultos en miniatura”.

Lamentablemente no podemos encerrar a nuestros hijos en una torre y aislarlos de todos estos comportamientos poco deseables, manteniéndolos “puros” hasta los 18 años. No, lo que tenemos que hacer es protegerlos dándoles la información y las claves necesarias para saber actuar correctamente.

Debemos enseñarles historia para aprender de los errores cometidos; valores morales como la empatía, el altruismo o la solidaridad para que respeten y cuiden de los demás; limitar su acceso a las redes sociales, internet y otras tecnologías para que las usen con cabeza; mostrarles los perjuicios de ciertos comportamientos adquiridos antes de tiempo, como beber alcohol o fumar; darles todo el amor del mundo para que se sientan seguros, queridos y respetados.

En definitiva, protegerlos todo lo posible para que puedan ser niños el mayor tiempo posible y tengan una transición gradual y dulce de la infancia a la etapa adulta.