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¿Por qué los bebés muerden?

¿Por qué los bebés muerden?

Los primeros dientes de leche salen normalmente entre los seis y los doce meses (casi siempre primero los incisivos inferiores). En esta edad, por norma general, los bebés que no están en casa al cuidado de sus abuelos están en la guardería con otros niños con los que juegan y se divierten. Sin embargo, estos niños también pueden enfadarse con el resto e incluso llegar a morder al compañero que tienen al lado. ¿Qué se puede hacer para frenarlo?

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La salida de los dientes en los bebés

La salida de los dientes es un hecho normal en cualquier ser humano y no, no se debe en absoluto tratar ya que lo único que hay que hacer es ser prudente con lo que esto pueda ocasionar. Como excepción, se le podrá administrar al pequeño un analgésico en dosis habituales (paracetamol o ibuprofeno) y en forma de jarabe, pero nunca se deberá aplicar sobre las encías y se hará así en el caso de que el niño o niña se encuentre muy incómodo por la noche y eso le perturbe el sueño.

Como no hay reglas fijas, al igual que sucede en otros muchos aspectos que están incorporados en el desarrollo de los bebés y los niños, habrá algunos niños a los que les salgan antes y a otros, por el contrario, les tarden algo más en salir, y también ello influirá a la hora de cambiar los dientes de leche por la dentición definitiva, aunque por norma general esta suele completarse antes de los tres años (erupción de la dentición infantil).

Es cierto también que existen muchísimos niños que no notan ninguna molestia en absoluto ante la llegada de los primeros dientes y llega a ser, incluso, una sorpresa para sus padres. Sin embargo, hay otros bebés que, por desgracia, sí lo sufren mucho, babean con más frecuencia, están algo llorones e inquietos y, además, muerden todo lo que está a su alcance cuando la encía está hinchada y enrojecida y el diente a punto de brotar.

Cuando hay fiebre y los padres, además, notan cómo su hijo se encuentra algo enfermo y un pelín decaído, se debe acudir al pediatra ya que estos síntomas no son los habituales durante o tras la erupción de los dientes de leche.

Y “para intentar calmar” esa encía hinchada y enrojecida los bebés muerden todo lo que pillan a su paso durante los tres primeros años, que es justamente el tiempo que pasan en la guardería antes de empezar el cole. Con ellos, en las escuelas infantiles, hay otros muchos niños que apenas tienen dientes o a los que ya les han crecido unos cuantos. Algunos que sufren y otros que no tienen dolor. Pero los que tienen dolor y ya tienen unos cuantos dientes son, por tanto, los bebés de los que hablamos.

Se trata de la gran mayoría, pues resulta ser, sin duda, una de las mejores opciones para calmar ese incómodo dolor. El problema es que muchos de ellos no se conforman con los mordedores específicos para la erupción de los primeros dientes, sino que también muerden a otros bebés clavando sus dientes sobre ellos para sujetarlos o presionarlos.

Es habitual que lo hagan en la guardería como forma de exploración, aunque también es bastante común sobre todo durante los primeros meses de vida en casa, pues su boca es la principal forma de estimulación táctil. Es, durante este tiempo, algo muy normal ver cómo los bebés y los niños se llevan todo a la boca, pero también lo chupan como forma de exploración del entorno.

Después, realizarán otros movimientos con los labios o la mordida con las encías con el fin de ir investigando, e incluso estas nuevas adaptaciones al principio serán las que se incorporen a la lactancia. Por tanto, que el niño muerda el pezón a la madre en esta fase de desarrollo específica es totalmente entendible, aunque es cierto que, en determinadas ocasiones, el bebé realizará la mordida a su mamá como respuesta a algo, por ejemplo, dolor o incomodidad para ver la reacción de su madre.

Posteriormente, y a medida que van pasando los meses y una vez entran ya en la guardería, lo que van a morder son juguetes y niños. Emplean su boca para aprender y explorar, pero también para relacionarse. Entre el primer y el tercer año, la boca es la parte del cuerpo que está más desarrollada. ¿El motivo de los mordiscos? Sencillo, los bebés carecen de autodominio y actúan impulsivamente.

A estas edades, además, es cuando los bebés comienzan a socializar, a relacionarse con el resto de las bebés, pero aún no poseen un lenguaje ni tampoco las habilidades suficientes para comunicarse. Morder es una manera de conseguir un juguete o llamar la atención. Algunos niños muerden cuando están nerviosos o se sienten frustrados ante, por ejemplo, situaciones nuevas como la llegada de un hermanito, y otros, sencillamente, muerden por imitación. En edad preescolar dicho comportamiento suele desaparecer porque ya comienzan a tener habilidades de comunicación que permiten la convivencia con sus compañeros. Por este motivo entonces, si un niño muerde de manera frecuente durante esta etapa podría llegar a presentar problemas emocionales.


¿Qué se debe hacer?

Lo primero que hay que hacer es observar cuándo y por qué aparece esta conducta. Cuando un niño muerde siempre habrá que transmitirle que la agresión no es aceptable. Se debe intervenir con rapidez, pero con calma y mostrar siempre la desaprobación. Hay que explicarle que “no se puede hacer daño” mirándole a los ojos y, por tanto, ni los padres ni los profesores deben permitirlo.

Una vez estos, en su defecto, sean conscientes de la causa, deben tener en cuenta que jamás se deberá castigar al niño de forma severa ni tampoco gritarle ni regañarle en exceso, pues se trata de niños todavía muy pequeños como para comprender la relación existente entre el castigo y el mordisco.

Lo ideal es decirle “no” de una manera tajante, sin chillar y retirando al niño de la zona de juego de ocio si está con los padres, por ejemplo, durante el fin de semana, o del resto de sus compañeros si lo hace en la guardería. Esto les hará entender que su actitud no ha sido la correcta. Y, por ejemplo, a los niños de dos y tres años se les deberá explicar el por qué lo que han hecho está mal, pero siempre adaptando las palabras a su edad.

Es posible que el mordisco se deba a que el niño tiene hambre, sueño o simplemente tenga relación con su dolor de encías. En estos casos, por tanto, al niño se le debe ofrecer comida sana, buen descanso y con mayor frecuencia el uso de mordedores. Si es por frustración o enfado es fundamental que, en cualquier caso, tanto padres como profesores hagan entender al niño “en una manera de hablar sencilla” que el bebé que ha recibido el mordisco está triste por ello y que esa no es la forma de expresar lo que uno siente.

Pasa el tiempo, los peques se van haciendo mayores y comienzan ya a dominar el lenguaje por lo que irán desapareciendo los mordiscos ya que, como hemos visto ya, morder es simplemente una manera de comunicar sentimientos como la ira porque no se dispone de otros métodos para hacerlo. Y es fundamental en esta etapa tener mucha paciencia porque es probable que se repita y, por supuesto, jamás “perder los papeles” por algo así.

Finalmente, lo que está claro es que, si después de intentarlo todo, vuestro bebé continúa mordiendo al resto de los niños en la guardería o en el parque, lo más recomendable es acudir con el pequeño al psicólogo o al pediatra para valorar la situación.


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La dosis de leche para bebés debe ser definida por el propio bebé tal y como se hace con la lactancia materna, que es a demanda. De esta manera, el bebé se regula en función de las necesidades de cada momento.

Fuentes:

AEP. En familia. “Le están saliendo los dientes a mi bebé” https://enfamilia.aeped.es/edades-etapas/le-estan-saliendo-dientes-mi-bebe

AEP. En familia. “Mi hijo me muerde, ¿qué debo hacer?” https://enfamilia.aeped.es/edades-etapas/mi-hijo-me-muerde-que-debo-hacer

Fecha de actualización: 05-04-2021

Redacción: Ana Ruiz

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