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La enfermedad del beso en niños

La enfermedad del beso en niños

La mononucleosis infecciosa es un trastorno de origen vírico que se trasmite por el contacto de la saliva. Tiene una mayor incidencia entre adolescentes pero los niños pequeños también pueden padecerla, especialmente al empezar la guardería.

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Indice

 

¿Qué es la enfermedad del beso?

La mononucleosis infecciosa, más comúnmente conocida como la enfermedad del beso, es una infección provocada por el virus de Epstein-Barr, de la familia de los herpes simples, que se propaga a través de la saliva. La parte de la población que más la padece son los adolescentes, es menos común entre bebés y niños y los adultos suelen presentar anticuerpos que impiden que la infección se desarrolle.

 

Trasmisión del virus y síntomas de la mononucleosis

El virus se trasmite por la saliva, de ahí su popular nombre de “enfermedad del beso”, y su mayor incidencia se da entre adolescentes de entre 14 y 18 años y jóvenes hasta 25 años. El contagio entre niños pequeños suele producirse con mayor frecuencia cuando empiezan la guardería pues suelen compartir entre ellos chupetes y muñecos que muerden y chuperretean. Compartir pajitas, cepillos de dientes, bebidas o alimentos usando la misma vajilla también puede trasmitir el virus de la mononucleosis. 

El periodo de incubación de esta dolencia es bastante largo, puede durar hasta 10 semanas pero en niños y adolescentes suele ser más corto (entre 1 y 3 semanas). Los síntomas remiten usualmente a los 10 o 15 días.

Los síntomas más frecuentes son fiebre alta, agotamiento general o cansancio, adenopatía (inflamación de los ganglios linfáticos), odinofagia, dolor de cabeza y abdominal, rinitis, mal aliento, leucoplasia e inflamación del hígado o el bazo; una vez que desaparecen, la fatiga puede permanecer 1 o 2 meses más. No tienen por qué aparecer todos estos indicios juntos sino que cada persona contagiada padecerá una combinación de algunos. En los adolescentes el cuadro sintomático es bastante considerable, sin embargo, durante la infancia los síntomas suelen ser más leves e incluso inexistentes: enfermedad asintomática. Esto ocurre porque a partir de cierta edad el sistema inmune es más fuerte, lo que implica que la reacción del cuerpo sea mayor y, por tanto, los síntomas más intensos.

Muchas veces los síntomas pueden confundirse con los de una gripe común o infección de garganta así que el diagnóstico de la enfermedad se realizará por la sospecha del profesional de medicina y la posterior confirmación a través de un análisis de sangre.

 

Tratamiento de la mononucleosis

Para diagnosticar la mononucleosis a los niños el doctor les hará primero algunas preguntas sobre los síntomas y a continuación realizará un análisis de sangre para confirmar el diagnóstico.

En cuanto al tratamiento, al ser un trastorno vírico no existe un método específico ni antibiótico que puedan acabar con el Epstein-Barr. La mayoría de las veces el médico prescribe reposo absoluto y abundante ingesta de líquidos y si las molestias en la garganta o cualquier otro lado son muy intentas y la fiebre muy alta, seguramente recete antitérmicos y antiinflamatorios. Algunas veces el pediatra suele mandar corticoides si la inflamación de la garganta dificulta la respiración del pequeño.

Nunca se le debe dar al niño aspirina ni otro medicamento que contenga salicilatos, porque te podrías exponer a desarrollar una afección conocida como síndrome de Reye, que puede ser muy peligrosa.

Aunque la enfermedad remita, el virus no desaparece sino que se queda latente de por vida en la sangre, eso sí, suele ser improbable su reactivación.

 

Posibles complicaciones de la mononucleosis

En general, esta enfermedad no reviste gravedad y los síntomas suelen ir remitiendo con el paso de los días pero como en todos los casos pueden darse complicaciones como inflamación excesiva del bazo que acaba rompiéndose (el médico deberá valorar la cirugía), hepatitis e ictericia o anemia. Para evitar esto, lo más recomendable es que una vez que el médico haya detectado los síntomas haga un seguimiento de la evolución de la enfermedad para detectar cualquier empeoramiento a tiempo.  

Se aconseja evitar los deportes de contacto durante 3 o 4 semanas después de haber sufrido la mononucleosis, para asegurarse que el bazo ya no está agrandado y no hay riesgo de rotura del mismo.


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