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Consecuencias versus castigos, ¿qué es lo que funciona mejor?

Consecuencias versus castigos, ¿qué es lo que funciona mejor?

Los castigos y las consecuencias no son lo mismo y cada vez más expertos están de acuerdo en que las consecuencias educativas son mucho más eficaces que los castigos, que no suelen servir de nada, y menos aún a la hora de educar a nuestros hijos a largo plazo.

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Diferencias entre castigos y consecuencias

Los castigos imponen miedo y pueden ser útiles en el momento ya que, ante la amenaza, el niño puede actuar como quiere el padre, pero no habrá entendido qué es lo que había hecho mal por lo que volverá a repetir su mala conducta. Los castigos convencionales no cuestan ningún esfuerzo al niño y no suelen tener relación directa con lo que ha hecho mal, por lo que no sirven para educarle en el futuro.

Asimismo, los castigos dan lugar a luchas de poder, lo que no ayuda a la auto-regulación.

Sin embargo, las consecuencias educativas, siempre que sean efectivas, enseñan a los niños a hacerse responsables de sus actos y a interiorizar las normas.


¿Cómo debe ser una consecuencia para ser eficaz?

- Debe ser natural, es decir, la consecuencia que sigue al acto erróneo. Por ejemplo, si se olvida de llevar el bocadillo para el recreo, pasará hambre.

- No debe ser un castigo encubierto. Si le amenazas con que si sigue portándose mal, habrá consecuencias, es otra manera de decirle que le castigarás.

- Deja que tu hijo aprenda a solucionar sus propios problemas. Así, desarrollará la responsabilidad. Verás qué bien se siente al ayudar y solucionar sus problemas. Muchas veces, los padres somos demasiado protectores y no les dejamos desarrollarse.

- A la hora de mandarle algo o de explicarle una norma, hay muchas maneras de hacerlo. No uses órdenes directas ya que a nadie le gusta que le manden ni preguntas cuya respuesta sea sí o no ya que probablemente recurra por instinto al “no”. Invítale a hacer aquello que tiene que hacer de manera respetuosa y dándole a entender que la decisión de hacerlo o no está en él. El hecho de tomar sus propias decisiones hace que obedezcan enseguida.

También funcionan muy bien las órdenes calmadas y respetuosas, que suenan casi como un privilegio que le otorgas de hacer eso que en el fondo quieres que haga. Por ejemplo, puedes decirle: “Ya puedes irte a la cama”, en lugar de “Vete a la cama ¡ya!”.

- Establece una comunicación activa. Ponte a su altura y mírale a los ojos a la hora de pedirle o decirle algo.

- Dale un poco de tiempo para que entienda lo que le estás pidiendo. Las prisas no ayudan a que los niños obedezcan.

- Asegúrate de que tus expectativas y las consecuencias son apropiadas para su edad. Un bebé de un año, por ejemplo, necesita que elimines todos los peligros de su camino, no aprender con consecuencias que los enchufes hacen daño. Un niño de cuatro años necesita tu ayuda para adaptarse a su rutina, no perder tiempo de jugar contigo porque come despacio. Y uno de 10 años necesita entender la importancia de hacer los deberes para sacar buenas notas, no que le quites la televisión si no los hace.

- No añadas ningún tipo de comentario a la consecuencia. Evita los reproches o las humillaciones. Nada de “Te lo dije” o “Ya lo veía venir”. El niño ya tiene suficiente con la consecuencia en sí.

- Las consecuencias deben ser inmediatas. Si está pegando a su hermana con un juguete, quítaselo en ese momento, pero no le castigues con no ver la tele luego. Se habrá olvidado de lo que pasó antes y no relacionará el castigo con el mal comportamiento.

- Como decíamos, debe ser natural, es decir, guardar relación con la conducta errónea. No tiene sentido que la consecuencia a no recoger sea no ver la televisión. Sería más apropiado guardar los juguetes que no haya recogido y no dárselos en un tiempo.

- Debe haber coherencia entre vosotros a la hora de educar. Ante el mismo acto no puede ser que uno imponga una consecuencia y el otro un castigo. Debéis poneros de acuerdo.

- Las consecuencias impuestas, mejor que sean de poca duración.


Fuente:

Álava, Silvia (2016), Queremos que crezcan felices, Madrid, Actitud de Comunicación.

Fecha de actualización: 18-01-2023

Redacción: Irene García

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