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Resiliencia infantil: la resistencia psicológica y emocional de los niños

Resiliencia infantil: la resistencia psicológica y emocional de los niños

Como padres, el mundo a veces nos parece un lugar duro y peligroso para nuestro hijo. Ante esto, lo mejor que podemos hacer es desarrollar su capacidad de sobreponerse ante las adversidades. En otras palabras, enseñarles Resiliencia.

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Indice

 

¿Qué es la resiliencia?

Se define como resiliencia la capacidad de resistir y sobreponerse ante situaciones adversas. Como la mayoría de cualidades, se van fortaleciendo o incluso creando con la vida. Es decir, la mayoría no nacemos resilientes, pero podemos hacernos resilientes.

La capacidad de aguantar ante situaciones desfavorables y de, incluso, transformarlas en algo favorable es siempre necesario, pero especialmente cuando eres padre. El mundo a veces puede dar miedo cuando piensas en tu pequeño desenvolviéndose en él. Pero no podemos dejar que este miedo -normal y comprensible- se transforme en paralizante o aislante. Frente a un mundo a veces complicado y a los posibles golpes que puede dar la vida, lo mejor es enseñar a nuestros hijos herramientas para considerar las dificultades de la vida y la adversidad y no dejarse hundir por ellos.

 

¿Cómo enseñar a nuestros a ser resilientes?

La resiliencia no es una única competencia que se pueda desarrollar por sí sola, sino una cualidad que se puede enfocar desde múltiples prismas: enfocarnos en que sea una persona competente, centrarnos en su seguridad en sí mismo, en su carácter y principios, en su capacidad de superación o en su capacidad de decisión y respuesta…

Con todo, vamos a ver algunos consejos desde los que puedes potenciar su resiliencia:

Dale a tu hijo independencia para probar: Déjale intentar trepar ese árbol o abrir ese paquete que a priori crees que es demasiado difícil para él.

Anímale a conectar con su entorno: Puedes alentarle a servir la comida, a compartir sus juguetes con sus primos o amigos o a donar ropa o juegos a alguna organización de manera más o menos regular.

No intentes siempre entretenerle: Da tu hijo la oportunidad de desarrollar su paciencia y autocontrol. Puedes empezar en un restaurante mientras esperáis la comida, o en el coche en algún viaje.

No le des o compres algo por la mera razón de que “todo el mundo lo tiene”: Enséñale que no tiene que seguir a la masa por seguirla.

Pregunta Cómo, no Por qué: Cuando haga algo mal, pregúntale cómo va a arreglarlo o cómo va a actuar, en lugar de por qué lo ha hecho. Le enseñarás a no disculparse o justificarse de sus errores, sino a desarrollar herramientas para solucionarlos.

Enséñale a identificar los desafíos o retos que encuentre para superarlos, no evitarlos: ​Enséñale frases como “Siempre parece imposible hasta que se hace” o “Si te caes siete veces, levántate ocho” para despertar esta actitud en él.

- Resiste el impulso de acudir a su rescate inmediatamente: ​Intenta que busque alguna manera de resolver el conflicto y dale alguna sugerencia sobre cómo puede resolverlo la próxima vez. Las dificultades tienen un gran poder de aprendizaje, no se las atajes.

Introduce nuevas experiencias que le ayuden a salir de su zona de confort: ​Apúntale a algún campamento, anímale a probar nuevas comidas o a jugar con niños que no hablan su lengua...

Enséñale el valor del esfuerzo: ​Premia que se afanen por hacer las cosas bien con experiencias divertidas para ellos: una excursión al algún parque de atracciones o a su sitio favorito.

Dale responsabilidades: Pasear al perro, hacer su cama, poner y recoger la mesa…

No coartes sus emociones: Deja que tu hijo sea dueño de sus propias emociones y habla con él sobre cómo se ha sentido y qué va a hacer para responder a esas emociones.


Fuente:

Álava, Silvia (2016), Queremos que crezcan felices, Madrid, Actitud de Comunicación.

Fecha de actualización: 24-06-2022

Redacción: Irene Gómez

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