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¿Estresada por el embarazo?

¿Estresada por el embarazo?

Numerosos estudios han demostrado que el estrés crónico o severo durante el embarazo es perjudicial tanto para la madre como para el feto. Puede producir cansancio, insomnio, ansiedad, falta de apetito… Además, afecta al desarrollo del cerebro fetal, a su corazón y puede provocar un parto prematuro. Planificar tus actividades, una vida sana y el apoyo de tus seres queridos te ayudarán a mantener el estrés a raya. ¡Empieza ya a controlar tu estrés!

 

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Indice

 

¿Por qué estoy estresada?

No hay duda de que todos nos sentimos estresados alguna vez. Un cierto grado de ansiedad forma parte inevitable de nuestra vida, pero cuando se convierte en una constante de la rutina diaria, provoca problemas.

El embarazo es una época de muchos cambios: en el cuerpo de la mujer, en sus emociones y en sus relaciones. A menudo, estos cambios pueden representar un mayor estrés: las inquietudes, los miedos, las exigencias físicas, continuar con el trabajo y a la vez llevar una vida lo más saludable posible…

El exceso de estrés puede ser perjudicial para cualquier persona, pero numerosos estudios han demostrado que afecta en gran medida al desarrollo del feto y a la capacidad que tendrá el bebé, cuando crezca, de afrontar estados de nerviosismo. 

La ansiedad de la rutina diaria a la que todos estamos expuestos no afecta demasiado al feto. Un poco no es perjudicial, si se controla, incluso puede proporcionar la fuerza necesaria para afrontar nuevos desafíos. Pero el estrés severo o permanente sí supone un riesgo durante el embarazo.


¿Por qué es perjudicial el estrés?

A corto plazo puede producir cansancio, insomnio, fonastenia, ansiedad, falta o exceso de apetito y dolores de cabeza y de espalda.

El estrés crónico eleva los niveles de las hormonas adrenalina y cortisol, que se liberan cuando hace falta luchar o huir. Sin embargo, si tu organismo mantiene unos niveles de cortisol permanentemente elevados, acabarás por sentirte agotada, resultándote difícil relajarte y dormir, y siendo incapaz de reponer las reservas. Esto conducirá finalmente a la ansiedad y la depresión.

La presencia permanente de hormonas de estrés en el organismo es tóxica, ya que afecta negativamente a los sistemas endocrino e inmune, y también agota las reservas nutricionales. Una carencia de cortisol, por el contrario, da lugar a una debilidad muscular y a una incapacidad para movilizar la energía en un momento de gran demanda.
 

Problemas en el feto

Además, el exceso de cortisol afecta al desarrollo del cerebro fetal y la manera en que los circuitos cerebrales se conectan, determinando la manera en que el niño reaccionará ante el estrés al crecer.

Los investigadores han descubierto que si los niveles de cortisol en el feto son más altos, el cerebro se programa para tolerarlos. Esto dará como resultado la tolerancia, más tarde y ante una situación de estrés, de unos niveles dañinos más elevados de lo aconsejable.

El estrés en la madre también aumenta el riesgo de problemas mentales y de conducta en el niño. Los pequeños cuyas mamás padecieron este problema durante el embarazo son más vulnerables a sufrir enfermedades mentales o problemas de conducta, como por ejemplo el Déficit de Atención con Hiperactividad.

También afecta al corazón del bebé. Según un estudio dirigido por Catherine Monk, de la Universidad de Columbia (EE UU), los cambios en el ritmo cardiaco y la presión sanguínea de la mujer embarazada relacionados con el estrés, junto con la ansiedad crónica, alteran el ritmo cardiaco del feto.

El estrés puede provocar asimismo un parto prematuro, causando la liberación de una hormona llamada hormona liberadora de corticotropina (CRH). Esta sustancia, producida por el cerebro y por la placenta, se encuentra estrechamente relacionada con el trabajo de parto. Hace que el organismo libere sustancias químicas llamadas prostaglandinas, las cuales producen las contracciones uterinas.

El estrés severo o prolongado también puede interferir con el funcionamiento normal del sistema inmunológico, lo cual puede hacer que la mujer embarazada sea más propensa a infecciones que afectan al útero. Las infecciones uterinas son una causa importante de parto prematuro, especialmente las que se producen antes de las 28 semanas de embarazo.

 

¿Sufres estrés crónico?

Si respondes afirmativamente a varias de las siguientes preguntas, podría indicar un estado de estrés crónico que hace falta controlar.

- ¿Te cuesta dormir?

- ¿Te sientes inquieta por las noches?

- ¿Te despiertas de madrugada, para descubrir que no puedes volver a dormir?

- ¿Te cuesta relajarte cuando tienes tiempo libre?

- ¿Te sientes nerviosa e inquieta cuando intentas relajarte?

- ¿Sufres indigestión?

- ¿Sufres pequeñas náuseas a menudo?

- ¿Te mueres por el café o algún otro estimulante?

- ¿Te olvidas de qué ibas a buscar ahora mismo?

- ¿Te sientes con frecuencia gruñona, cansada o irritable?

- ¿Eres propensa a las lágrimas?
 

¿Qué hacer ante el estrés?

Así que, ¿cómo saber si tu sistema está desequilibrado? Deberás vigilar de cerca tu estilo de vida e identificar los aspectos potencialmente problemáticos. Por ejemplo, ¿tu carga de trabajo es demasiado grande? Si es así, piensa en recortarla. Aprende a reducir tus niveles de estrés, conservar tus energías y tomarte tiempo libre cada vez que puedas.

1- Planifica. Debes administrar tu tiempo para no sentirte agobiada con todas tus obligaciones. Organiza los domingos las actividades de la semana: cuándo ir al médico, a comprar, quedar con familiares o amigos… A medida que vaya avanzando el embarazo te encontrarás más agotada: realiza las tareas imprescindibles y delega en tu pareja o familiares aquellas menos importantes. No pasa nada si los cristales permanecen sucios un par de semanas. Debes planificar también tiempos de descanso y de ocio. 

2- Infórmate. Empápate de todos los conocimientos posibles sobre el embarazo: qué ocurre, por qué, cuándo… Si estás preparada para todo lo que vaya pasando durante el embarazo, evitarás sorpresas o sustos que pueden suponer un estrés en tu vida.

3- Sé realista en el trabajo. No intentes hacerlo todo tu sola ni seguir con el ritmo de trabajo anterior, ya que a medida que avance la gestación, habrá momentos en que el cansancio te pueda. Evita las horas extra, viajes largos, reuniones a horas intempestivas, etc. Planifica las tareas primordiales y deja para otro momento aquellas que no corren prisa.

4- Cuida tu salud.  Una alimentación sana tiende a aumentar la sensación de bienestar. Evita el azúcar en exceso y las comidas grasas, que crean sensación de pesadez y cansancio. Come alimentos frescos: frutas, verduras, pescados, yogures. Bebe mucha agua y concédete un capricho de vez en cuando: esos gustazos también repercuten de forma positiva en el estado de ánimo.

5- Busca apoyo en tu familia. No dudes en pedir ayuda y consejo a tus familiares, pareja o amigos. Comparte todo aquello que te preocupa y delega en ellos cuando no puedas más.
 

Pequeños trucos para gestionar el estrés…

- Comer de forma sana y regular y beber mucha agua.

- Descansar cuando tu cuerpo lo necesite.

- Hacer ejercicio (siempre que tu médico no indique lo contrario).

- Relajarse haciendo meditación, escuchando música o escribiendo un diario.

- Evitar las personas y situaciones que causen estrés, siempre que sea posible.

- Asistir a todas tus citas de cuidados prenatales. Esto te dará la tranquilidad de saber que todo está bien con tu bebé.


Te puede interesar:

Una de las primeras preguntas que se hace la futura madre es "¿en qué semana del embarazo estoy?". Para saberlo de manera orientativa puede contar las semanas que han pasado desde la última regla siendo el resultado las semanas de gestación. Cuando se visite al obstetra éste podrá dar una cifra exacta a través de la primera ecografía que se le realiza al feto.

Fuentes:

West, Zita (2007), El cuidado del bebé antes del nacimiento. Ed. Pearson Alhambra.ç

Impact of Maternal Stress, Depression & Anxiety on Fetal Neurobehavioral Development https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3710585/

Fecha de actualización: 22-05-2020

Redacción: Irene García

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