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¿Cómo se comunican los bebés?

¿Cómo se comunican los bebés?

Los gestos y sonidos son las únicas armas de que dispone un bebé para transmitir sus necesidades y emociones. Por eso, comprender qué significan los signos faciales de los recién nacidos es fundamental para entenderlos, puesto que, sólo llorando, los bebés pueden expresar miedo, enfado o dolor. Para lograr discriminar sus sentimientos en cada momento, se ha llevado a cabo un estudio pionero en España sobre la comunicación gestual y prosódica del neonato

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Indice

 

La comunicación no verbal del bebé

Los recién nacidos no son capaces de sobrevivir sin la ayuda de sus padres o cuidadores. Pero al nacer, los bebés no pueden hablar, por lo que la comunicación no verbal es su única arma para lograr aquello que necesitan en cada momento: comida, bebida, cambio de pañales, dormir, etc.

Pero no sólo expresan necesidades básicas mediante gestos, el llanto o la risa, también sus emociones. Los gestos y sonidos revelan estados de ánimo, reclaman atención, mantienen el contacto interpersonal, o avisan de trastornos y desajustes. Esta capacidad innata se va desarrollando y se perfecciona conforme se hace más compleja la propia experiencia personal.

Durante la primera infancia, se manifiestan de forma muy similar emociones derivadas de diferentes estímulos. Por ejemplo, llorando, el bebé es capaz de expresar miedo, enfado o dolor. Sólo la maduración y el aprendizaje permiten que posteriormente se asocien determinadas expresiones con emociones concretas.
 

 

Desarrollo de las emociones

Cuando nacemos, no lo hacemos con un repertorio emocional completo, sino más bien todo lo contrario, es necesario que los procesos de maduración y aprendizaje realicen el desarrollo de las capacidades previas y necesarias que permitan que las emociones vayan aflorando.

Durante las primeras semanas de vida no aparecen verdaderas reacciones emocionales, aun cuando puedan aparecer gestos que nos hagan interpretar erróneamente su existencia. Los recién nacidos sólo son capaces de expresar el dolor físico.  El aprendizaje, la imitación de las personas mayores, la identificación empática y la educación van estimulando a los niños a medida que crecen a que respondan a los impulsos agradables o desagradables.

Durante los tres primeros meses de vida los procesos madurativos y de aprendizaje ya permiten la aparición de las emociones primarias: sorpresa o interés, alegría, asco, tristeza, ira y miedo.

Entre los dos años y medio y los tres, el niño toma conciencia de su identidad personal, es decir, de que es un ser diferente y diferenciado del entorno, y a partir de ese momento puede empezar a tener emociones sobre sí mismo como la envidia, la empatía o el azoramiento.

Posteriormente, cuando aprende e internaliza las normas de comportamiento social, sus emociones pueden referirse a sus propios actos, sintiendo orgullo, vergüenza o culpabilidad.
 

 

Guía sobre la Comunicación Gestual y Prosódica del Bebé

En este Primer Estudio sobre la “Comunicación Gestual y Prosódica del Bebé”, elaborado por el Instituto del Bebé Nuk, en colaboración con las Facultades de Psicología de la Universidad Nacional a Distancia y las Universidades de Murcia y Valencia, se analiza la expresión facial y vocal de los bebés al llorar, con el objetivo de encontrar un patrón específico de llanto que distinga tres de las principales emociones relacionadas con esta acción: miedo, enfado y dolor. La finalidad de este estudio, según palabras de la Responsable de Nuk, Patricia Doliwa, es “potenciar la felicidad y salud desde la cuna”.

Es un estudio pionero, ya que la comunicación no verbal de los bebés es un aspecto poco estudiado, sobre todo en España, ya que fuera de nuestras fronteras ya se han llevado a cabo experiencias similares. Para realizarlo, se ha estudiado a 43 neonatos en diferentes situaciones a través de grabaciones de vídeo y audio en una guardería.

A través de su análisis, se consiguen diferentes manifestaciones emocionales en el bebé como respuesta a determinados estímulos: haciendo ruido para provocarle miedo, quitándole el juguete para enfadarlo, vacunándolo para ver cómo reacciona ante el dolor, etc. De esta manera se reconocen estrategias para generar una respuesta adecuada y positiva ante determinadas situaciones. Así, se establecen indicaciones de enorme utilidad no sólo para los padres, sino también para los profesionales sanitarios y educativos, ya que se pueden distinguir estas emociones en los bebés cuando lloran, así como reflejar patologías o alteraciones psicológicas o físicas. La valoración del llanto del neonato provee de valiosa información sobre el estado neurológico y médico del bebé. El potencial diagnóstico acústico del llanto está por explorar y utilizar en contextos clínicos, sus aplicaciones son múltiples, no sólo en el ámbito neonatal, sino también para valorar el mensaje implícito en él, lo que redundaría en la seguridad del neonato e incrementaría los vínculos afectivos entre éste y sus progenitores.

La idea es desarrollar desde la más tierna infancia una adecuada utilización de las emociones como instrumento de interacción con el entorno y con otras personas. De esta manera, los bebés generarán pautas de comportamiento adecuadas ante situaciones determinadas, sacando provecho de las emociones. Así se consigue que estos niños sean individuos con estabilidad emocional, evitando desórdenes de la conducta y depresiones.

En definitiva, se trata de hacer un uso inteligente de las emociones desde que somos pequeños, a través de un cuidado proceso del desarrollo emocional en el que se potencien y cuiden las sensaciones positivas.
 

 

La expresión facial en los neonatos

La expresión facial es un sistema que produce signos o información de cuatro tipos:

- Signos faciales estáticos, que son los rasgos relativamente permanentes, la apariencia.

- Signos faciales lentos, los cambios que se producen con el paso de los años, como la aparición de arrugas.

- Signos artificiales, como las lentes oculares o los cosméticos.

- Signos rápidos, que son los cambios físicos en actividad neuromuscular y que pueden llevar a cambios visibles en la acción facial.

Estos últimos son los que interesan para este estudio, ya que pueden proporcionar mensajes de varios tipos: emociones; señales de comunicación; acciones ilustradoras que acompañan a la atención y el discurso; y señales de comunicación no verbal.

Los signos faciales rápidos, como expresiones emocionales, son el resultado de los movimientos de la piel facial y del tejido conjuntivo, causado por la activación de uno o más de los 44 músculos faciales. Así, según se muevan unos u otros se pueden distinguir distintas emociones. Por ejemplo, si el bebé muestra sorpresa, elevará las cejas, los ojos se abrirán, la boca se quedará abierta, el párpado superior subirá y la mandíbula se quedará caída. Sin embargo, si refleja alegría, se elevarán las mejillas, se desplazará la comisura de los labios, se entrecerrarán los ojos, etc.
 

 

¿Cómo son las emociones de los bebés?

- Son muy intensas, ya que los neonatos responden con la misma intensidad a un evento trivial que una situación grave.

- Aparecen con una frecuencia muy alta, la cual va reduciéndose con la edad.

- La duración temporal de las emociones es breve, con rápidos cambios emocionales.

- A partir de los 6 meses, la reacción emocional se va moldeando con el aprendizaje.

- Se producen importantes cambios en la intensidad de las emociones con la maduración: las que son muy poderosas a ciertas edades, se desvanecen cuando los niños crecen, mientras otras, anteriormente débiles, se hacen más fuertes (por ejemplo, la ira).

- Las emociones se pueden detectar desde el mismo momento en que surgen mediante la observación de la expresión facial y, posteriormente, mediante otros síntomas conductuales: los niños pueden no mostrar sus reacciones emocionales en forma directa, pero lo harán indirectamente mediante la inquietud, fantasías, el llanto, dificultad en la respiración, etc.

- El repertorio básico de expresiones emocionales de los niños va enriqueciéndose progresivamente a lo largo del primer año de vida. Los sentimientos que al principio son fundamentalmente innatos, se van enriqueciendo por el aprendizaje personal y por factores dependientes del contexto cultural.

Por ejemplo, antes de los 6 meses responden al miedo llorando. A partir de esta edad, aparece el miedo sin llanto: intentan huir, esconde la cabeza o se tapan los ojos para no ver lo que les produce miedo, buscan a su cuidador para que les proteja y les tranquilice, o recrean una situación que los calme, como chuparse el dedo. Una vez que evitan el llanto, dejan de sufrir.

- Reír y llorar son las manifestaciones más claras de estados de bienestar o malestar, respectivamente. Cuando el bebé ríe o llora provoca una reacción inmediata y general por parte de los padres o educadores y los niños aprenden a manejarlas para conseguir sus emociones, o transmitir sus necesidades o demandas. Si los padres saben por qué llora el bebé, evitarán que éste les “manipule” para conseguir cosas.


Fuente:

Primer Estudio sobre la “Comunicación Gestual y Prosódica del Bebé” elaborado por el Instituto del Bebé Nuk, en colaboración con las Facultades de Psicología de la UNED y las Universidades de Murcia y Valencia https://www.federacion-matronas.org/wp-content/uploads/2018/01/vol10n3pag16-18.pdf

Fecha de actualización: 22-05-2020

Redacción: Irene García

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