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Es niño... ¡y yo quería una niña!

Es niño... ¡y yo quería una niña!

¿Decepción por el sexo del bebé?. Aunque para todos los padres lo más importante es la salud de sus hijos, la mayoría suele tener ciertas preferencias en cuanto al sexo, especialmente cuando no se trata del primer embarazo. Pero cuando la ecografía revela que nuestros deseos no se van a hacer realidad, suele resultar decepcionante tanto para la pareja como para sus familiares

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Las predicciones de la familia

Lo primero que pregunta la gente a una pareja embarazada es: “¿Qué preferís, niño o niña?”. Y aunque en muchos casos la respuesta sea: “Lo importante es que venga con salud”, lo cierto es que casi todas las personas tienen alguna preferencia por uno u otro sexo. Muchas veces este deseo se debe al hecho de tener ya uno o más niños de un mismo género; otras veces a la presión familiar… Sea como sea, cuando el ecógrafo nos dice que el sexo no era el esperado, el sentimiento de decepción que invade a la pareja hace que ésta se sienta culpable. Sin embargo, no hay que permitir que estos sentimientos de culpa nos invadan, sino saber adaptarse a la nueva situación.

El hecho de ignorar estas sensaciones contradictorias es la peor cosa que se puede hacer; lo mejor es reconocer la decepción y explorar esas emociones para revertir la situación.

Además, hay que saber lidiar con los comentarios de todos los conocidos. Es más que probable que acabes harta de los típicos “¡Uy, qué pena, otro niño!”, pero liarte a gritar cada vez no arreglará la situación. Debes ser paciente y acostumbrarte al hecho de que tu embarazo parezca un asunto de interés nacional. Con el tiempo, la gente se olvidará del tema y os dejará en paz.

 

Temores generados por el sexo de bebé

La mayoría de las veces, las expectativas relacionadas con el sexo del bebé se arraigan en los temores que experimenta la mujer embarazada respecto a si será capaz o no de relacionarse adecuadamente con su hijo/a. Por ejemplo, se tiende a pensar que los niños son más agresivos, inquietos y reservados; mientras que el hecho de tener una niña puede hacernos reflexionar sobre los futuros problemas en los que podrá verse involucrada y en si seremos capaces o no de afrontarlos. Muchos hombres quieren tener niños “para enseñarles a jugar al fútbol”. Pero también hay madres que se decantan por los varones porque están seguras de que “las chicas sufren más en la vida y los chicos son más fuertes”. ¿Cuántas veces hemos escuchado estos tópicos?

Otras veces nos da miedo que el nuevo bebé no sepa relacionarse con su hermanito mayor o que no sepamos nosotros lograr que se lleven bien y se entiendan aunque uno sea niña y el otro niño.

Aún así, la principal influencia sobre los temores que puede llegar a tener una futura mamá está relacionada con su historial familiar. Por ejemplo, si la embarazada tuvo una mala relación con su madre, tendrá miedo a que le suceda a ella lo mismo; lo mismo si la mala relación la tuvo con su padre o hermanos.

También puede ocurrir en familias de alta posición social, con empresas y gran patrimonio, que tratan de seguir el convencionalismo social de tener hijos varones, sobre todo si es el primero, para dar continuidad a la obra del padre y a su apellido. Según la psicóloga, en estos casos es más difícil superar la pena porque el deseo está arraigado en la cultura y la tradición.

Para evitar estos temores, hay que pensar que cada persona y cada familia son diferentes, además de que podemos aprender de los errores que cometimos en el pasado para no repetirlos con nuestros hijos. Y, por supuesto, no dar por sentado cómo van a ser nuestros hijos ni nuestras relaciones con ellos. La personalidad de un niño se crea día a día influida sobre todo por la educación de sus padres y por los valores que éstos le transmiten. Por lo tanto, desde que una mujer se queda embarazada debe ir creando un vínculo especial de amor y confianza con su hijo para tener la relación perfecta que siempre soñó.

 

Transformando la decepción en alegría

- Si consideras que estás dándole demasiadas vueltas al tema o descubres que no puedes con la inquietud, pídele a tu médico que te diga cuanto antes cuál es el sexo de tu bebé. Esto puede ayudar a que comiences a prepararte… elegir un nombre, comprar ropa, decorar el cuarto y hacerte ilusiones durante menos tiempo.

- En la mayoría de los casos, el problema desaparece en cuanto nos hacemos a la idea de la nueva situación, mucho antes de que nazca el bebé al que, por supuesto, se le querrá igual ya que esa sensación de decepción es parecida a la que tenemos cuando un plan que nos hacía mucha ilusión no sale como esperábamos, pero siempre se pasa en cuanto se ve que no tiene importancia. Por lo tanto, hay que tranquilizarse y no darle mayor trascendencia al tema.

- La intensidad del disgusto es proporcional a las expectativas que se tienen respecto al hijo que se espera. Cuanto mayor interés haya en un sexo concreto, mayor será la decepción.

- Muchas parejas, además, se sienten culpables por estar tan desilusionados y se sienten como si fueran monstruos por tener esas ideas. También sienten vergüenza al tener que reconocer el desencanto sufrido por el “qué dirán”. Sin embargo, no pasa nada por aceptar que estamos tristes porque el bebé no es del sexo que esperábamos con tanta ilusión, ni debemos ocultar esa decepción ni sentirnos culpables.

- Para evitar este desencanto se recomienda que cuando decidamos tener un hijo, lo hagamos porque deseamos ser padres de un bebé “sin sexo”, no por ir a por la niña o a por el niño, o a por la parejita en el caso del segundo hijo. Lo fundamental es plantearnos que nos apetece tener un bebé, ya sea el primero, el segundo o el quinto.

- Los psicólogos consideran que existe un problema serio que se debe tratar cuando la reacción es desproporcionada y produce depresión, ansiedad o se convierte en una obsesión, de tal manera que la vida de la embarazada y de su pareja se ve alterada. En ocasiones, aunque esto es mucho más extraño, se puede llegar a rechazar al bebé. En ambos casos es necesario acudir a terapia psicológica.

- Existen casos en los que los padres no pueden superar el desencanto de que su bebé no sea del sexo que querían y comienzan a tratarlo como si fuera del sexo que deseaban. Cuando los padres no asumen por completo el sexo real de su bebé pueden cometer acciones que afectan el desarrollo de su género.

- Un buen ejercicio es preguntarnos qué sucedería si nuestro bebé tuviera el sexo opuesto al que deseamos y comenzar a buscar las ventajas que eso tendría. Puedes hacer una lista de todas las ventajas que tiene cada género y las posibilidades que tendrás con tu nuevo bebé. Por ejemplo, si deseas un niño, escribe en un papel todo lo bueno de tener una niña: compartir confidencias con ella, hacer actividades que a un niño probablemente no le gustarían como ir de compras, vestirla y peinarla con los modelos que más te gusten, etc.

- Habla con tu pareja de tus sentimientos y de los suyos, no te los guardes para ti, debes compartir con él todo lo que piensas; es la mejor manera de aceptarlo y pasar página.

- Si tu pareja deseaba un niño y tú una niña (o viceversa) y el médico os confirma que el bebé es un niño, no permitas que la alegría de tu marido te enfade aún más. Alégrate por su felicidad e intenta compartirla lo más rápido posible. Al fin y al cabo, lo que de verdad importa es su salud.


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Algunas parejas se preguntan "¿cómo tener una niña?". El sexo del bebé viene definido por el padre, habiendo un 50% de probabilidades que sea hombre o mujer. Sin embargo, existe una teoría que relaciona el momento de la concepción con el estado de la ovulación. La evidencia científica de esta relación es poca, pero dado que su práctica es totalmente inocua es una opción que siempre se puede probar.

Fuente:

Huggins-Cooper, Lynn (2005), Maravillosamente embarazada, Madrid, Ed, Nowtilus.

Fecha de actualización: 21-03-2023

Redacción: Irene García

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