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¿Cuándo un niño puede decidir con quién vivir en España?

¿Cuándo un niño puede decidir con quién vivir en España?

Aunque se deba tener mucha precaución a la hora involucrar al niño en la decisión relativa a su custodia, cuanto mayor sea el niño más peso tendrán sus preferencias e indicaciones.

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Índice

 

¿Qué influencia tiene la opinión de un menor adolescente en la decisión?

La edad de decisión de los hijos según el Código Civil si partimos de la base de lo que legalmente dice el Artículo 770, apartado 4º, de la Ley de Enjuiciamiento Civil es que “Si el procedimiento fuere contencioso y se estime necesario de oficio o a petición del fiscal, partes o miembros del equipo técnico judicial o del propio menor, se oirá a los hijos menores o incapacitados si tuviesen suficiente juicio y, en todo caso, a los mayores de doce años. Además, en las exploraciones de menores en los procedimientos civiles se garantizará por el Juez que el menor pueda ser oído en condiciones idóneas para la salvaguarda de sus intereses, sin interferencias de otras personas y, recabando excepcionalmente el auxilio de especialistas cuando ello sea necesario.”

No obstante, y aunque se haga referencia a la edad de 12 años no quiere decir que esto sea algo necesariamente vinculante ya que el juez debe examinar cuál es el grado de madurez del niño y ver si este ha estado coaccionado o no.

En los menores de 12 años por norma general su opinión suele importar poco. En cambio, en los mayores de 12 años que muestran un grado de madurez psicológica elevado con la capacidad de distinguir las consecuencias de sus actos, el juez está obligado a escuchar su opinión siempre que esta se exprese con libertad y no esté coaccionada.

Sobre todo, esta comienza a cobrar especial importancia a partir de los 14 años, pero esto no quiere decir que se vaya a cumplir que se respete siempre la decisión de con quien quiere vivir. El juez decidirá con quién debe estar el niño, y un menor de 12 años tiene derecho a ser informado y escuchado antes de que se tome una decisión que afecte directamente a su esfera personal o patrimonial.

 

¿Qué es el favor filii?

Es el principio que siguen los procedimientos de familia y por el que el juez tiene que tomar las decisiones que sean más beneficiosas para los menores. El juez tiene que perseguir la protección de las personas menores de edad debido a la vulnerabilidad de los niños, ya que estos son incapaces de regir sus propias vidas.

Esto se ha convertido en una justificación muy recurrente a la hora de otorgar la custodia de los niños en separaciones, divorcios, etc. Existen Audiencias Provinciales que han establecido una serie de indicadores sobre los cuales debería regirse el principio de favor filii para mayor objetividad. Un ejemplo de esto es la Audiencia Provincial de Zaragoza que establece indicadores como:

- los mayores equipamientos que presente la localidad de residencia de los nombrados como tutores

- la mayor adecuación de la edad para el cuidado de los menores

- el consejo de mantener unidos a los hermanos

- la exploración de los deseos del propio menor

 

¿Por qué mi hijo adolescente no quiere vivir conmigo?

Existen muchos padres que no tienen una forma igual de criar a sus hijos. Existen, de hecho, dos perfiles básicos a la hora de categorizar el tipo de padre según su método de crianza:

el flexible: también denominado el suave en la imposición de normas. Este tipo de padres no tiene unas normas claras, las marca a través de sus propias necesidades diarias. Esto complica a los menores a la hora de saber lo que deben y lo que no deben hacer. Si no se cumplen las normas hay consecuencias desproporcionadas, aunque no se mantienen nunca. Estos padres confunden al menor ya que no existen consecuencias reales al no haber una firmeza en las consecuencias de sus actos.

el rígido: son los padres que imponen unas normas que si no se cumplen imponen consecuencias que siempre se cumplen. Este tipo de padres suele tener más roces con sus hijos adolescentes sobre todo si el otro progenitor es más bien del tipo flexible.

Cuando estos dos tipos son el padre y la madre (indistintamente) y rompen su relación, el progenitor más flexible suele flexibilizar aún más sus normas ya que piensa que su hijo está sufriendo con la ruptura. Como consecuencia el progenitor más rígido se pone más exigente (horas de juego, resultados en el estudio, higiene personal, etc.). El flexible se centra en dar cariño y amor mientras que el rígido en imponer las normas básicas de la casa. Es un círculo vicioso ya que cuando más se flexibilizan las normas de uno el otro las suele endurecer para compensarlas.

Como consecuencia de esto el hijo adolescente rechaza categóricamente vivir con el progenitor más exigente y desea mayormente vivir con el flexible.

Recuerda que no eres peor o mejor padre o madre seas más bien del modelo flexible o del modelo rígido puesto que cada uno intenta educar a su manera, buscando lo correcto para su hijo, y la mayoría de las veces, además, dependerá de la manera en la que te han criado a ti. Si te paras a pensar, seguramente lo estés haciendo igual que en su día lo hicieron tus padres, y aunque hayas cambiado algunas conductas que te generaban rechazo en la infancia, no cabe duda de que tus primeros maestros fueron y seguirán siendo tus padres. Estás condicionado por ellos, a la vez que ellos estaban condicionados por sus padres, y así durante todas las generaciones.

 

¿Qué hacer para que mi hijo quiera vivir conmigo?

Tienes que pensar que a los niños no les gustan las obligaciones, responsabilidades y los problemas, pero su único fin es buscar la felicidad diaria. Somos los adultos los que acabamos haciendo que esto cambie.

No intentes comprar a tu hijo y mucho menos ponerlo en contra de su otro progenitor por mucho que la cosa haya acabado mal. Tampoco lo presiones para que le elija a ti, nadie quiere elegir entre su padre y su madre. Si lo presionas demasiado hasta puede llegar a producirse un rechazo.

Lo mejor es intentar acordar con tu expareja los métodos de crianza de vuestro hijo para que no haya buenos ni malos. No empecéis una guerra porque el que va a terminar perdiendo es vuestro hijo. Lo único que tenéis que hacer es intentar que vuestro hijo sea feliz para que no tenga problemas a la hora de querer vivir con los dos.


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