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¿Qué hacer para que mi hijo no pegue?

¿Qué hacer para que mi hijo no pegue?

Todos los niños se pelean o discuten. Forma parte de su desarrollo y con esos conflictos aprenden a comportarse en sociedad. Como adultos debemos dejarles en ocasiones que sean ellos mismos los que traten de resolver sus disputas, manteniéndonos alejados pero alerta. Si bien, cuando la situación se vuelve peligrosa o violenta o afecta a la seguridad de la persona atacada, la intervención paterna debe ser inmediata.

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¿Por qué pegan los niños?

Los motivos que llevan a un niño a pegar son variopintos, pero el origen de un comportamiento agresivo en un menor de 4 o 5 años suele estar en su incapacidad para expresarse o para controlar sus emociones. Así consigue deshacerse, momentáneamente, de la sensación de ira o frustración que experimenta. Si bien, como la situación no se resolverá, el comportamiento se repetirá y probablemente lo hará de forma más violenta.

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Lo que desencadena un comportamiento agresivo en un niño depende asimismo de la edad del mismo:

Entre los 12 y 18 meses: No tiene intención de dañar. Pega para hacer uso de sus habilidades físicas.

- Entre los 18 y 24 meses: Carece aún de intención de hacer daño pero ya empieza a experimentar las luchas de poder.

- Entre los 2 y 3 años: Aparecen los primeros mordiscos y empieza a ser consciente de que pegando causa un daño. Suele ser la respuesta a un conflicto, la manera de expresar algo que no sabe o la vía de escape de su rabia o frustración.

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- A los 3 años de edad: Es plenamente consciente de lo que significa pegar. Cada conflicto es una oportunidad para transmitirles habilidades relacionales y enseñarles alternativas a la violencia: escuchar, perdonar, pedir disculpas, mostrar empatía, rectificar, reparar...

La clave para evitar las agresiones de un niño está en actuar lo antes posible, ayudándole a resolver sus problemas y a canalizar su disgusto sin ataques.

 

Consejos para enseñar al niño a no pegar

- Cuando presencies una agresión por parte de tu hijo lo primero que debes hacer es interrumpir, diciendo firmemente “basta”, por ejemplo. A veces es suficiente para que la pelea finalice. Después habla con él o con ellos explicándoles cómo crees que se sienten. Si son muy pequeños les ayudará que seas tú quien les describa lo que sucede o lo que pueden estar sintiendo mientras ellos asienten o disienten. “¿Has pegado a María porque no te ha dejado el muñeco?”, “Querías que te cogiera a ti y no al bebé y por eso me has mordido ¿verdad?”, “¡Vaya! os estáis peleando por una pelota ¿no es así?”. No siempre funcionará, pero ayudará a calmar la situación inicialmente y a canalizar la rabia de los pequeños.

- Si eres el objetivo del ataque del niño deja muy claro que estás dolido, con palabras y con gestos, para que sepa que ha herido tus sentimientos. Haciendo esto le enseñarás a ponerse en el lugar de otro.

- Anticípate y evita los estallidos de violencia antes de que ocurran. Nadie conoce mejor a un hijo que su padre y sabe lo que puede provocar una reacción agresiva. Predecir el detonante y sortearlo es una excelente solución.

- Enséñale a identificar los conflictos, a alejarse de una situación agresiva y a buscar la ayuda de un adulto.

- Deja patente que un comportamiento violento tendrá unas consecuencias. Siempre debes intervenir y separar al niño violento. Pero quizás es más recomendable alejarlo del foco de conflicto y “ponerlo a pensar” con el fin de que se tranquilice, que sujetarlo y someterle a la humillación de ser sacado por la fuerza, lo que podría empeorar la situación.

- Una vez se haya calmado permítele que te cuente el incidente y buscad juntos una solución pacífica. La mayor parte de las veces preguntarle qué ha sucedido no te servirá para saber qué ha ocurrido realmente, porque el pequeño siempre te contará “su verdad” que será la que le beneficie o le justifique. Además en los niños menores de 4 años las causas del enfrentamiento escaparán incluso de su comprensión, pero al menos le será útil para aprender a expresar sus sentimientos y a gestionar su frustración.

- Siempre que le regañes porque haya pegado, ofrécele además recursos alternativos para solucionar sus problemas sin violencia.

Recuerda que enseñar a un hijo niño a controlar su agresividad puede ser agotador, tanto física como mentalmente, y requiere de mucha paciencia y serenidad. Los niños están pendientes de todo lo que hacen los adultos, por lo que si advierten que su comportamiento nos desborda lo utilizarán para ponernos a prueba. 


Fuente:

Álava, Silvia (2016), Queremos que crezcan felices, Madrid, Actitud de Comunicación.

Fecha de actualización: 23-06-2022

Redacción: Irene García

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