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Periodos de adaptación en el niño

Periodos de adaptación en el niño

Llegar por primera vez a un lugar nuevo, con caras nuevas, no es fácil para nadie; y menos para los niños. Conocer ese lugar, hacerlo propio, llegar a disfrutarlo es un proceso que a cada niño le lleva su tiempo. ¿Quieres conocer las claves para que el periodo de adaptación de tu hijo sea lo más fácil y rápido posible?

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Ya sea a la guardería, la escuela o el centro de educación infantil, a un grupo de juego o a una clase extraescolar, la adaptación es para el niño una experiencia, un proceso complejo, donde se ponen en juego una variedad de sentimientos no sólo de los niños, también de sus padres, de los docentes y del personal del centro.

 

Creación de vínculos de confianza

En el periodo de adaptación inicial se forjan los lazos de confianza y pertenencia que permitirán crear el clima apropiado para los aprendizajes. Y esto también lleva su tiempo…Tiempo que es individual, diferente y particular para cada familia, cada niño, cada docente y cada grupo.

Durante ese periodo cada familia podrá ir creando vínculos de confianza con la institución, con los docentes a cargo de sus hijos; y, al hacerlo, irá transmitiendo esa confianza y seguridad a los niños, favoreciendo así el despegue de ellos. Por eso no se puede hablar de la adaptación de manera general y universal, no podemos comparar la adaptación entre unos niños y otros ni preestablecer cómo será, cuánto durará, este periodo. Cada niño, cada familia, cada grupo llevará a cabo ese camino propio hacia la integración y la autonomía, aceptando los tiempos particulares, internos y grupales, los progresos y frustraciones, las dudas, los éxitos, las inquietudes, los logros…
      

¿Cómo facilitar el proceso de adaptación?

A pesar de que no se puede generalizar al hablar de los periodos de adaptación, sí se puede facilitar este importante proceso en la vida del niño, siguiendo comportamientos como los siguientes:

1. Es importante que la comunicación entre todos los integrantes tanto de la familia como del centro de educación sea fluida y sincera. Además, la comunicación oral tiene que ser apoyada por las acciones. Es decir, si al dejar al niño, por ejemplo en un centro de juego y su madre le dice “Quédate aquí tranquilo que mamá te vendrá a buscar luego…”, el niño deberá escuchar un único mensaje. Debe sentir coherencia entre lo que se le dice con palabras y lo que se dice con el cuerpo.

2.  El niño sabe que su madre lo lleva al centro con la intención de dejarlo allí pero no sabe realmente cuándo lo vendrá a buscar ya que no dimensiona cronológicamente los tiempos; ésto puede hacerle sentir el temor de que no vendrán a buscarlo. Por ello ayuda mucho cuando la docente (maestro o profesor) trabaja con rutinas porque así el niño sabe que después de las canciones, por ejemplo, su madre lo vendrá a buscar.

3. De ser posible, que sea una misma persona la que se ocupe de llevar y recoger al niño durante el periodo de adaptación, facilitará el proceso.  Así como que los docentes mantengan informados a los padres cotidianamente de la conducta del niño durante la permanencia en la institución.

4. Cuando el adulto tenga que permanecer en la sala para que el niño se sienta seguro, será el docente quien le indicará dónde ubicarse y qué hacer durante ese tiempo, de modo que no interfiera ni en la tarea ni en la adaptación de los demás niños del grupo. Por este motivo, se sugiere que los papás tengan una presencia corporal pero no participativa. Situación que podrán resolver, por ejemplo, leyendo un libro o actualizando su agenda. Esto trasmitirá al niño seguridad: “papá o mamá están en lo suyo, están confiados, por eso no me miran a cada rato”.

5. Una vez conseguido el primer estado de confianza, conviene que los papás esperen fuera, en un sitio conocido por el niño, hasta que el niño pueda despedirlo sin llantos y elija quedarse jugando con sus amigos en vez de irse con su madre.  Así, poco a poco, los papás pueden quedarse por la zona, transmitiendo al niño seguridad con frases como “Voy un ratito a hacer un recado”, “Quédate aquí jugando con tus amigos y ahora vuelvo a por ti”. Por supuesto, es fundamental que la institución o el centro cuente con los teléfonos de los padres en caso de que necesiten ser informados del estado de sus hijos.

6. Hay que tener en cuenta que para un niño pequeño una situación de cambio es movilizadora como tal y, por ello, debemos evitar hacer simultáneamente otros cambios. Por ejemplo, si el niño llega a un centro de educación nuevo es conveniente que no coincida con el paso de la cuna a la cama, con la despedida del biberón o con dejar los pañales. Una buena experiencia de  adaptación es una impronta  para  otras situaciones de despegue como quedarse en casa de amigos o familiares, quedarse solo en un cumpleaños; en fin, ser un niño independiente y no temeroso de los cambios. 

7. De todos modos en las entrevistas individuales con el personal del centro, previas al inicio de este período, habrá tiempo suficiente para pautar convenientemente la programación de esta adaptación y así conjuntamente, padres y docentes, personalizar con cada familia los tiempos, actitudes, horarios y demás detalles de tan importante experiencia en la vida del niño.

 


 


Fuentes:

Beatriz Saal, licenciada en Ciencias de la Educación y Directora de Planeta Juego, Centro de Educación Temprana de 0 a 3 años.
Nélida Haedo, profesora de psicología de la Universidad Autónoma de Madrid.

Fecha de actualización: 03-06-2022

Redacción: Lola García-Amado

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