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Mi hijo tiene miedo al médico

Mi hijo tiene miedo al médico

Cada vez que va al médico, la misma historia: miradas de terror, cara de pánico, lloros, gritos… Los niños son propensos a tener miedos y la visita al pediatra, que para algunos no es más que un simple juego puede, para otros, resultar una auténtica pesadilla. ¿Cómo podemos actuar?

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Entre las revisiones periódicas de pediatría, las vacunas obligatorias, las visitas a Urgencias, las gripes y las gastroenteritis que no fallan, tu hijo deberá tratar con el médico en innumerables ocasiones a lo largo de sus primeros años de vida. Y aunque es cierto que no todas las visitas van ser agradables debes procurar que sus temores no se conviertan en irracionales.

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¿Por qué el médico asusta al bebé?

El miedo es inherente al ser humano y unos de los más habituales son el miedo a lo desconocido y, por supuesto, al dolor. Tu niño todavía es muy pequeño para comprender que a veces debemos pasarlo mal para encontrarnos mejor y con seguridad vivirá algunos procedimientos médicos, más o menos molestos, como agresiones gratuitas frente a las que se sentirá indefenso.

 

Evitar las sorpresas en la visita al médico

El miedo al médico -si no ha vivido una experiencia dolorosa anterior- está sustentado por el desconocimiento de una situación que está por venir más que por el temor a un peligro real. El saber, por tanto, qué va a ocurrir les aportará seguridad a la hora de afrontar situaciones nuevas. No dudes en explicarle por qué va al médico y qué se le va hacer. Si no es más que una mera revisión dile: “El doctor te va a mirar el cuerpo, a escuchar tu corazón con un aparato, ver cómo respiras, y comprobar lo fuerte y grande que estás”. Asimismo, haz hincapié en que todos los niños sanos y las personas mayores van al médico para hacerse ese tipo de revisiones.

Si tiene que ir al médico para que le diagnostiquen o le traten una enfermedad, explícale con naturalidad y sin utilizar palabras que le asusten que "el médico necesita verle para poder curarle y ayudarle a ponerse bien".

En cualquier caso deja claro que ir al médico no es ningún castigo. Es normal que tengan sentimientos de culpa y crean que su enfermedad es una consecuencia de algo que han hecho mal. No emplees las inyecciones o el hospital como amenazas cuando no obedezca. Tampoco ayudará que le transmitas tu inquietud. Esfuérzate por conservar la calma ante su enfermedad y ofrecerle siempre tranquilidad.

 

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Elegir el pediatra adecuado

Lamentablemente una de las preocupaciones del niño puede ser la actitud y forma de proceder del médico. A esta edad puede malinterpretar cualidades como la rapidez, la eficiencia y la distancia profesional como un ataque o rechazo. Los pediatras son médicos especializados en niños, lo que, generalmente, incluye en su preparación y competencia una “especial mano” con sus pequeños pacientes, útil para comprender sus necesidades y miedos, sabiendo comunicarse con ellos con simpatía y sin desprecio. No obstante si durante las consultas el médico te parece poco comunicativo, poco interesado o incluso antipático, no temas cambiar de profesional. Pide recomendaciones a otros médicos o a otros padres en cuya opinión confíes.

Muchos pediatras optan por realizar una consulta de presentación, que permita al niño familiarizarse con el lugar y los instrumentos médicos y a ellos conocer al pequeño en un momento de tranquilidad fuera de un contexto de preocupación, dolor o urgencia. Este primer contacto está destinado igualmente a que el niño no asocie doctor con dolor. Si crees que se sentirá más cómodo tras esta visita, propónsela tú al doctor.

 

Consejos para que el bebé esté tranquilo en la consulta médica

- Llama al médico por su nombre cuando hables con el niño. Conocerle por su nombre hará la relación más fluida.

- No te enfades ni le regañes si se resiste a que le exploren o le desvistan. Tu actitud debe ser tranquilizadora.

- Jugar a los médicos representando lo que le harán cuando acuda a la consulta le ayudará a comprender la función de éstos y a conocer la situación.

- No le sobreprotejas tras la visita (“Pobrecito, qué daño te han hecho”), esto reforzará la idea de que el médico le ha hecho algo malo; pero tampoco ignores su dolor (“Sólo es una inyección, eso no es nada”). Hazle saber de antemano qué le van a hacer, pero sin dramatismos (“Ahora te van a poner una inyección, que es como si te dieran un pequeño pellizco”).

- Hazle saber al pediatra el temor de tu hijo; de este modo sabrá cómo actuar (calentando los instrumentos para que no sienta frío, contándole lo que le va a hacer, ofreciéndole un guante inflado para que se entretenga…)

- No está de más meter en el bolso antes de salir de casa su muñeco o juguete preferido, así una vez esté en el hospital, además de entretenerse y centrar sus pensamientos en el juego tendrá junto a él algo que le resulte familiar.

- Intenta averiguar qué es lo que le da miedo y ansiedad (el dolor, las pruebas, los instrumentos...) y muéstrate comprensivo, sin burlarte ni menospreciarlo. 

- Explícale que el médico es un profesional de la medicina que le va a cuidar o a evitar que se ponga malo, por lo que es importante hacerle caso. Explícale también qué pruebas o instrumentos suele usar para que no tenga miedo a lo desconocido. 


Fuente: Blog EnFamilia de la AEP: "Miedos y fobias en la infancia", https://enfamilia.aeped.es/temas-salud/miedos-fobias-en-infancia

Fecha de actualización: 14-06-2022

Redacción: Lola García-Amado

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