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Crianza respetuosa: alternativas al no

Crianza respetuosa: alternativas al no

Seguro que más de una vez has tenido la sensación de que te pasas el día con el “no” en la boca, y además para nada ya que lo dices tantas veces, que pierde su valor y a tu hijo ya le da igual que le digas, por enésima vez, que “no pise el sofá”. Te mostramos alternativas que pueden resultar más eficaces.

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¿Siempre hay que decir “no”?

“No te levantes de la mesa”, “No pegues a tu hermana”, “No saltes en la cama”, “No te subas ahí”… No, no y más no. Así nos pasamos muchos días los padres, intentando que nuestros hijos nos hagan caso, sin éxito la mayoría de las veces. Antes de ver alternativas al no, te proponemos que hagas una reflexión sobre muchas de las veces que le dices “no”… ¿Es realmente necesario? Y es que si lo piensas, decimos “no” mecánicamente la mayoría de las veces, sin pararnos a pensar si es posible dejarle hacer eso que está haciendo y que nos pide.

¿Es peligroso? ¿Es malo para él o para alguien? ¿Hiere los sentimientos de otra persona? En todos estos casos, por supuesto, no le puedes dejar hacer eso que estaba haciendo. Pero quizá a veces le dices que no porque piensas que es lo que debes decirle, pero realmente no tiene por qué ser así.

Si de pequeña no parabas de oír a tu madre diciéndote que no saltaras en la cama, ahora te ves obligada a decirle lo mismo a tu hijo, pero si no hay riesgo de que se caiga y se haga daño, quizá podéis pasar un rato divertido dejándole saltar, sin zapatillas, en su cama. No digas que “no” por costumbre, analiza la situación concreta para ver cuándo es realmente necesario usar esta palabra.


Alternativas al “no”

Además, está comprobado que, a largo plazo, es mucho más efectiva la educación en positivo que los castigos y las prohibiciones. Por eso, es posible que muchas veces te resulte mucho más efectivo aplicar alguna de estas técnicas que, simplemente, gritarle esperando que te haga caso.

- Quien evita la ocasión…

Si llevas a tu hijo de 2 años a una tienda de porcelana llena de objetos, no pararás de decirle, con miedo, “No toques eso”. Y es que hay sitios poco afortunados para estar con niños pequeños. Evítalos siempre que sea posible si no quieres un disgusto, o déjale bien claro, antes de ir, cómo debe comportarse en ese lugar y por qué.

- ¿Necesita algo?

Muchas veces, las peticiones constantes o los comportamientos inadecuados son llamadas de atención. Quizá, lo único que busca tu hijo es un abrazo o que le prestes atención y le escuches.

Pregúntale qué le pasa o por qué ha pegado a su hermana, puede que intente decirte algo.

- Sé un poco más paciente y flexible

Los adultos andamos todo el día con prisas, corremos de un lado para otro para que nos dé tiempo a hacer todo lo que tenemos que hacer. Pero los niños no entienden de prisas, ellos saben de juegos y de diversión. Por eso, si realmente no tenéis prisa, puedes dejarle que vaya por la acera jugando con las baldosas, o que se quede 5 minutos más en el columpio. Valora si realmente es necesario decirle que no.

- Dale explicaciones

“No y punto”, “Esto es así porque yo lo digo”. ¿No odiabas cuando tus padres te decían esas frases? ¿Juraste que nunca se las dirías a tu hijo y ahora no paras? Estás a tiempo de cambiar este comportamiento. El “no porque yo lo digo” no suele bastarle a nadie. Es mucho mejor que le expliques a tu hijo por qué no puede hacer algo. Dile la verdad, no te inventes historias fabulosas. Si no quieres que se suba al sofá porque lo mancha, enséñale la mancha que deja y hazle que la limpie para que no lo vuelva a hacer.

- Déjale experimentar y probar

Los niños son muy curiosos y están explorando el mundo. Siempre que sea posible, y no vaya a hacerse daño o a causar algún pequeño desastre, déjale experimentar por sí mismo. Si está empeñado en tirar su juguete y lo va a romper, déjale que lo haga, cuando se rompa y se quede sin juguete, aprenderá a cuidar mejor sus cosas.

- Dale alternativas para que sienta que elige

Llega la hora del postre y el niño ya se ha cansado de comer y quiere levantarse de la mesa. Si toca comer fruta, déjale que elija entre las que haya en casa. Así, sentirá que está comiendo porque lo ha decidido él, y se lo comerá en un momento.

Siempre que sea posible, déjale escoger entre dos opciones, verás cómo obedece antes cuando siente que la decisión es suya.

- Consecuencias y responsabilidad

No hay mejor manera que aprender de los propios errores. A todos nos ha pasado alguna vez. Así que mientras no sea peligroso para él, deja a tu hijo que se caiga y aprenda a levantarse, que cometa sus propios errores y que aprenda que todos los actos tienen sus consecuencias. La responsabilidad le hará mejor persona.

 


Fuente:

Álava, Silvia (2016), Queremos que crezcan felices, Madrid, Actitud de Comunicación.

Fecha de actualización: 17-01-2023

Redacción: Irene García

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