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Cómo ayudar a un niño a concentrarse

Cómo ayudar a un niño a concentrarse

La capacidad de concentración de los niños es enorme. Solo hay que observarles viendo un programa de televisión, jugando una partida de un videojuego o utilizando una aplicación en el móvil. Sin embargo en otras situaciones, que encuentran menos interesantes, la cosa cambia, se distraen con facilidad, no prestan atención, se olvidan fácilmente…  

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La cuestión por lo tanto no está en buscar una solución a la falta de concentración de un niño sino en saber cómo utilizar esa habilidad en otras circunstancias, aprovecharla y aplicarla a otras tareas y actividades para aumentar su atención. 
 

Desarrollar la concentración desde pequeños

El desarrollo del cerebro es un proceso que dura toda la vida, si bien tiene especial relevancia durante la infancia y la adolescencia, cuando las experiencias y los estímulos van conformando la personalidad y las capacidades de una persona, entre ellas la de concentración.

Antes de los dos años los niños son muy dispersos, apenas pueden mantener la atención en una sola cosa durante un tiempo prolongado y por eso cambian constantemente de actividad. Es una edad en la que reciben muchos estímulos y su capacidad de aprendizaje es enorme, pero su concentración aún no está desarrollada. A partir de los dos o tres años ésta empezará a aumentar. Cuanto antes se faciliten las herramientas para su desarrollo, mejor.

 

Medidas para mejorar la concentración en los niños

Escuchar: Al contrario que oír, escuchar es un acto activo; la capacidad de escuchar por lo tanto requiere de concentración, concentración en lo que está diciendo el otro interlocutor.  Fomentar el lenguaje y la comunicación desde que están en la cuna es imprescindible para un buen desarrollo de la concentración. Háblale, escúchale, comunícate, léele cuentos, permítele que pregunte, atrae su atención…

Orden: El orden evita las distracciones, enemigas de la concentración. Procúrale un entorno agradable, un lugar cómodo y acogedor, ordenado, limpio, sin ruidos ni distracciones y con la luz adecuada.

Rutinas: Las rutinas, los horarios, las pautas, y al fin y al cabo todo lo que suponga poner orden en su jornada, son beneficiosas para los más pequeños, ya que les aporta seguridad y les sirve para desarrollarse y crecer, a la vez que favorecen su capacidad de aprendizaje y concentración. La falta de rutinas puede ser motivo de distracciones e inseguridades.

Tiempo: Hacer cualquier tarea requiere su tiempo. Inculcar paciencia a los más pequeños y explicarles que hay que tomarse el tiempo necesario para hacer algo, es fundamental para el desarrollo de su capacidad de concentración. ¿Cómo? Enseñándoles la importancia de fijar la atención en el proceso de la actividad más que en el resultado. Aprender a tocar un instrumento o empezar a practicar un deporte pueden ser buenas oportunidades para aprender que todo lleva un tiempo. Ambas actividades favorecerán su concentración.

Descanso: Dormir es vital. Un niño (y un adulto) cansado y con sueño tiene serias dificultades para concentrarse. La mayoría de nuestros pequeños duermen menos de lo que necesitan. Lo ideal es que un menor de 8 años duerma entre 11 y 14 horas. A partir de los 10 años, 10 horas serán suficientes para garantizar su rendimiento durante la jornada.

Alimentación: La dieta es sumamente importante en el desarrollo del cerebro. Diferentes estudios han demostrado la estrecha relación entre los malos hábitos alimenticios y los bajos resultados escolares. Durante la infancia es esencial una alimentación equilibrada y nutritiva que satisfaga sus necesidades energéticas. Además, comer regularmente proporciona al cerebro un suministro constante de energía. Los niños necesitan comer cada cuatro horas aproximadamente, por lo que si el lapso de tiempo entre el desayuno y el almuerzo es de más de 4 o 5 horas, tendrán que comer un tentempié a media mañana, que evite bajones de energía y sus negativas consecuencias (irritabilidad, decaimiento, falta de concentración…). Por eso, el desayuno se considera la comida más importante, ya que los niveles de azúcar en sangre por la mañana son muy bajos tras el “ayuno” de toda la noche. Si no comen o comen poco al levantarse, los niños estarán cansados y de mal humor, lo que dificulta su concentración. Comer adecuadamente a primera hora de la mañana ayuda a mejorar su rendimiento escolar, aumenta la concentración, la memoria y la creatividad, les aporta más energía y reduce el riesgo de obesidad.

Igualmente la hidratación es muy importante para la actividad del cerebro. Está comprobado que la deshidratación reduce la concentración.

Ejercicio: Los beneficios del ejercicio para el cuerpo son incuestionables. Además de contribuir a una mejor forma física, es esencial para el buen funcionamiento del cerebro, pues sirve para incrementar el nivel de endorfinas, lo que aumenta la sensación de bienestar; libera tensión y propicia el descanso y el sueño por la noche. Todo esto repercute en un mayor rendimiento y concentración.

Interés y motivación: Fomentar el interés en algo evita el aburrimiento y favorece el entusiasmo. Al principio, cuando son muy pequeños, es necesaria la motivación paterna. La ayuda de sus padres, estimulando su actividad mental, explicando cómo llevar a cabo una tarea, etc. es esencial para lograr la concentración en algo. A medida que van creciendo esta ayuda será cada vez menos necesaria.

Multitarea: Realizar varias actividades simultáneamente perjudica la concentración. La tecnología, por suerte o por desgracia, nos permite hacer varias cosas a la vez. Esto tiene su lado positivo sí, pero también otro negativo: inevitablemente impide fijar la atención en una cosa concreta. Los videojuegos, el ordenador, el móvil o la televisión propician la realización, por parte de los niños, de varias tareas a la vez, lo que repercute negativamente en su capacidad de concentración en una sola cosa. La clave está en su uso equilibrado. Otro problema que deriva de éstos viene cuando las consolas u ordenadores excluyen otro tipo de juegos o de formas de aprendizaje, poniendo en riesgo el desarrollo de muchas de las habilidades de los niños y por supuesto su condición física.

Juegos: Algunos juegos de mesa favorecen la concentración. Aquellos en los que sea necesario utilizar la memoria serán muy útiles para ejercitarla. La música y las artes plásticas también funcionarán. Aprender letras de canciones, repitiéndolas una y otra vez, colorear, pintar, escribir, escuchar cuentos, son excelentes medios para ampliar su capacidad de concentración.

En caso de que tu hijo sufra problemas de concentración causados por el Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad será necesario consultar con su profesional de medicina y psicología. 


Fuente:

Domènech, Montse (2015), Edúcame bien, Ed. Plaza & Janés.

Fecha de actualización: 04-01-2023

Redacción: Irene García

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