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Aprendiendo a pensar

Aprendiendo a pensar

Es fundamental que los niños se desarrollen como seres humanos, y como tales deben aprender a pensar. En la era de la tecnología y la imagen en la que vivimos son incontables los estímulos recibidos que propician una actitud intelectual pasiva en los más pequeños, acostumbrándoles a no reflexionar.

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Indice

 

Pensar es comprender, captar el significado de lo que se escucha y se lee. Pensar es reflexionar, considerar un asunto desde diferentes puntos de vista. Pensar no es únicamente aplicar los procesos mentales lógicos, aunque es una parte importante, pensar es también formular opiniones, ideas, tomar decisiones por uno mismo…

Nuestros niños viven en una época en la que el acceso a la información es casi infinito, sin embargo existe el riesgo de que estos niños sean personas instruidas, pero no “pensantes”. Pueden aprenderse de memoria todos los versos de la obra de un poeta o la tabla periódica de los elementos químicos, pero ser incapaces de meditar y resolver un asunto cotidiano de la vida.

Para enseñar a los niños a pensar es necesaria la participación no solo de los educadores sino también de los propios padres, en los que debe caer el grueso de la tarea. A continuación te ofrecemos unas pautas y consejos para ayudarte en esta labor de aprendizaje.
 

La lectura es esencial

Uno de los mejores medios para enseñar a un niño a razonar es la lectura. La lectura junto con la conversación con los demás es lo que más ideas le proporcionará para mejorar su pensamiento y creatividad. Los cuentos les ayudarán a desarrollar la imaginación, a pensar desde otras perspectivas. El interés por la lectura se puede inculcar desde muy pequeño. Existen en el mercado una gran variedad de libros para bebés, como los libros para el baño, sistemas multimedia de aprendizaje de la lectura, cuentos, libros para leer y colorear, libros sobre diversos temas e incluso revistas infantiles.

 

Consejos para fomentar el gusto por la lectura

• Es importante que los libros estén al alcance de su mano, en el salón, en el baño, en su habitación.

• Lee frecuentemente a los niños desde que son pequeños.

• Lee diferentes libros a la semana e incrementa el número poco a poco.

• Utiliza juegos con letras, palabras y abecedarios.

• Enséñales a buscar libros en las librerías o bibliotecas que se adapten a sus gustos y a su edad.

• Elogia al niño por los libros que lee y reforzarle que sea consciente de los progresos que ha hecho y de todo lo que está aprendiendo.

• Cómprale programas multimedia que refuercen su competencia del lenguaje con ejercicios adaptados a su grado de desarrollo, no sólo en lectura, sino en el lenguaje u ortografía.

• Muestra interés por los libros que lee y pregúntale qué es lo que ha aprendido o qué cosas han llamado su atención. Hazle preguntas sobre el cuento que le estás leyendo, por ejemplo ¿Qué crees que debería hacer el oso con la miel que ha cogido? ¿Cómo puede salir el caballero del castillo? Etc.

• Lleva algún libro para leer y aprovechad los tiempos de espera, cuando vais al médico por ejemplo.

• Anima al niño a que lea a sus hermanos o familiares menores que él.

• No olvides llevar libros como parte del equipaje cuando os vayáis de vacaciones.

• Incítale a leer carteles o revistas infantiles.

Como padres debéis encontrar el tiempo y el momento adecuado para hablar con él sobre todos los temas. Con ocasión de una excursión, de un acontecimiento familiar importante, de unos deberes de Ciencias Naturales, etc. Aprovecha para hablar despacio con él. Primero es conveniente escucharle, para conocer cómo está su cabeza. Si no, se puede correr el riesgo de soltarle un "rollo" muy bien intencionado, pero poco útil para él. Es muy conveniente tirarle de la lengua, y escuchar con paciencia a que termine sus explicaciones y preguntas, como también hacerle preguntas y observaciones, o plantearle cuestiones para ver cómo es capaz de argumentar y de desarrollar el pensamiento crítico.

Si hay algo que caracteriza a los niños cuando están empezando a descubrir el mundo es su capacidad para formular preguntas sobre todo lo que les rodea. Cuando lo hagan no contestes a todas ellas. Deja que sea él mismo el que se ocupe de pensar la respuesta. Obviamente a la preguntas del tipo ¿puedo ir a jugar con mi amigo Luis? o ¿qué hay de comer? tendrás que contestarle, pero si se trata de resolver algo es conveniente que intenten hallar ellos la solución. De este modo le acostumbrarás a reflexionar y pensar antes de hacer una pregunta. Tú podrás orientarle, pero es mejor que encuentren, con tu ayuda si fuera necesaria, la respuesta, diciéndole algo así: ¿Cómo crees que podrías recortar eso?, ¿Cómo harías tú eso?, ¿Dónde buscarías tu pelota?

Para aprender a pensar de forma racional y mejorar habilidades como el razonamiento, la  toma de decisiones o la solución de problemas, es bueno que piense de manera convencional. Involucra al pequeño en algunos asuntos de los adultos (dónde colocar el sofá, qué hacer de compra, etc.) No le excluyas con la excusa de que no le interesa el tema. Si cuentas con él le harás sentirse importante. Del mismo modo, tampoco desprecies sus ideas, aunque te parezcan insólitas o estrambóticas. Búscales el lado positivo y anímale a que sigan pensando.

Es importante asimismo que aprendan a tomar decisiones lo antes posible. Lógicamente tendrás que tener en cuenta la edad y a un niño de 2 años no le puedes preguntar qué ropa comprarle si no quieres que vaya vestido de Spiderman o de bailarina a diario. Hay que ayudarles a tomar decisiones adaptadas a sus posibilidades, así de mayor, estará acostumbrado a decidir qué camino tomar.

Pero no cargues sobre él responsabilidades que no puede ni debe asumir. Empieza preguntándole qué quiere desayunar, que escoja entre varios jerséis, que decida con qué quiere jugar, etc. Lo importante es hacerles preguntas de forma que sean capaces de dar respuestas. Lo que siempre debes tener en cuenta es que una vez le hayas pedido que tome una decisión sobre algo debes dejarle llevarla adelante, aunque no estés muy de acuerdo.
 

Su opinión también cuenta

- Aprovecha las horas de la comida en familia o los viajes en coche para hacerle preguntas y discutir sobre algún tema. Evidentemente no es necesario que abráis un debate sobre política exterior, simplemente piensa en algún tema que pueda interesarle y con el que puedas empezar a hacerles razonar. Comienza con preguntas sencillas que contesten sin problemas: ¿Sabes por qué la gente se va a la playa en verano? ¿Sabes qué ocurriría si dejo el grifo abierto todo el día?  

- Cualquiera que sea su opinión o idea, estés o no de acuerdo, ejerce de abogado del diablo para que la conversación y su reflexión no se corte y defiendan su punto de vista con más firmeza: ¿No crees que si no hubiera animales en el zoo no conoceríamos muchas especies en vivo?

- Procura no dirigirles ni presionarles con preguntas capciosas. Debe sentirse libre para expresar sus ideas y su postura sin temor a que le coacciones o le desprecies.

- Del mismo modo elógiale si han expuesto una buena idea. “Muy bien pensado”, “tienes razón”.
 

 


Fuente:

Álava, Silvia (2016), Queremos que crezcan felices, Madrid, Actitud de Comunicación.

Fecha de actualización: 10-01-2022

Redacción: Lola García-Amado

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