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La alimentación infantil en invierno

La alimentación infantil en invierno

Cuando las temperaturas bajan en picado, como padres, seguramente os preocupareis por que vuestro hijo se abrigue bien para hacer frente a las gélidas temperaturas, y evitar ser víctima de una de las comunes enfermedades respiratorias de esta estación. Pero lo que muchas personas no saben, es que a través de una alimentación adecuada también los protegemos de los peligros del invierno.

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Lo idóneo es mantener una alimentación equilibrada durante todo el año, sólo así se garantizará el fortalecimiento del sistema inmunológico de los más pequeños. Si bien en invierno, especialmente los niños, tienen más propensión a padecer este tipo de enfermedades, ya que los mecanismos de defensa del aparato respiratorio se debilitan y no pueden enfrentarse de igual forma a un contagio.

A pesar de lo que se cree, las enfermedades de las vías respiratorias, como los resfriados, catarros, gripes y bronquitis, dependen más de la falta de prevención y del contagio que de las bajas temperaturas o las condiciones del clima. El número de niños enfermos de gripe o tos aumenta en la temporada invernal, debido a que los contagios se agravan con la convivencia o hacinamiento de personas sanas y enfermas en un mismo recinto cerrado, como las clases del cole, las salas de juegos, los restaurantes de los centros comerciales, etc. Estas enfermedades generalmente son originadas por virus, por lo que no deben tratarse con antibióticos y, como hasta la fecha ha sido imposible encontrar una cura para el resfriado común es importante fortalecer las defensas naturales del organismo con una alimentación adecuada.


¿Qué alimentos no deben faltar en una dieta invernal?

Una alimentación eficaz contra las agresiones víricas del invierno se logra con un menú rico en vitaminas, minerales y antioxidantes.

La vitamina C es uno de los nutrientes más implicados en la función inmunológica. Actúa sobre el sistema inmune ayudando a las células a defenderse. Las frutas y verduras son ricas en esta vitamina, especialmente los cítricos como las naranjas, los limones, las mandarinas, etc.; también tienen un alto contenido en vitamina C los kiwis, las espinacas o los pimientos.

La vitamina A protege la piel y las mucosas de las posibles infecciones. Al igual que la vitamina C, también es antioxidante, por lo que refuerza el sistema inmunológico y ayuda a prevenir los resfriados. Contienen esta vitamina las zanahorias, los caquis, la calabaza, los huevos, el hígado, el foie-gras, etc.

Además de ayudar al cuerpo a absorber el calcio, la vitamina D también colabora en mantener la cantidad adecuada de calcio y fósforo en la sangre. Los rayos ultravioletas de la luz solar son los responsables de la producción de la vitamina, por esto es importante que en invierno, cuando la exposición al sol es más limitada (se sale menos de casa, hay menos horas de luz…), se incluyan fuentes adecuadas de vitamina D en la dieta. Esta se encuentra en los productos lácteos como  el queso, la mantequilla, los yogures, el pescado, el marisco, etc.

Sin embargo como son muy pocos los alimentos que contienen naturalmente cantidades realmente significativas, conviene elegir a la hora de la compra aquellos que estén enriquecidos con vitamina D. En lugares donde la luz del sol es escasa, por ejemplo en los países nórdicos, Inglaterra o zonas de Estados Unidos, toda la leche y otros productos lácteos se enriquece con vitamina D, para minimizar el riesgo de su deficiencia.

Minerales como el hierro intervienen en el buen funcionamiento de la respiración, estimulan la inmunidad y la resistencia física. Para satisfacer las necesidades de hierro es preciso consumir al menos una porción de carne o pescado una vez al día y legumbres (judías, garbanzos, lentejas, altramuces). Es un mineral muy importante en edades tempranas ya que su deficiencia afecta al comportamiento del niño así como a su proceso de aprendizaje. Otros minerales como el magnesio protegen asimismo contra el cansancio excesivo fortaleciendo el organismo. La carencia de este mineral puede provocar falta de memoria y dificultad en la retención. Es esencial por lo tanto para el buen rendimiento de los niños en el cole, aunque su falta es inusual porque el magnesio está presente en alimentos que por regla general gustan mucho a los niños: chocolate, pipas, nueces, avellanas, almendras…

Los lactobacilos, presentes en los productos lácteos fermentados aportan también grandes beneficios al sistema inmune.
 

En el colegio

Prácticamente las necesidades nutricionales son las mismas que en cualquier otra estación. Si bien, en invierno, los niños están más agotados, física e intelectualmente. La falta de sol y la reducción de la actividad física conllevan una disminución de la energía que inevitablemente repercute en su comportamiento: merma de la atención en el colegio, dificultad para hacer los deberes, mayor esfuerzo a la hora de levantarse por las mañanas, etc. Para que tu hijo saque el mejor provecho a su jornada escolar es crucial que duerma lo necesario por la noche y que cuente con las reservas de energía suficientes para que su cerebro pueda trabajar correctamente.

Cuando hace frío el organismo trata de equilibrarse y mantener las reservas de calor, esa es la razón por la que se siente más apetito en esta estación. Es necesario por lo tanto recurrir a platos que aporten más calorías, siempre y cuando mantengan los nutrientes, como los potajes, los guisos o las sopas calientes. Estas últimas son una excelente opción en invierno ya que calientan frente al frío e hidratan. Si bien, es aconsejable acompañarlas de pasta o legumbres ya que si no la sensación de hambre no tardará llegar. El aumento de platos ricos en grasas durante el invierno sólo está justificado si el pequeño realiza actividades o ejercicio al aire libre, que requieren de mucha energía. Las patatas y la pasta son alimentos ricos en hidratos de carbono, también necesarios en esta época, que además encantan a los niños.

A la hora del desayuno se hace imprescindible un zumo de naranja natural, pan y lácteos.
 

De vacaciones

Durante las fiestas de Navidad, los consejos aplicables al colegio se mantienen, teniendo especial cuidado con las copiosas comidas festivas. Pero en el caso de que tu hijo vaya a pasar la mayor parte del tiempo en el exterior practicando una actividad al aire libre, comprobarás que su apetito aumenta considerablemente. Y es que el organismo es sabio: cuando se necesitan reservas energéticas, un sistema de regulación interviene enviando señales que activan la sensación de hambre. Si a la hora de la comida tu hijo parece un saco sin fondo, no te inquietes, es normal y también buena señal, especialmente si practica un deporte de invierno como el esquí, el snowboard o el patinaje. Sólo debes prestar atención a que las calorías que ingiera no sean calorías “rápidas”, es decir, alimentos muy energéticos, que no contengan ni fibra, ni vitaminas, ni minerales; muy calóricos pero con escaso valor nutricional.

Para el desayuno las recomendaciones son las mismas que durante el curso escolar. El pan es muy importante porque les aporta mucha energía, durante toda la mañana. Aprovecha que tienes más tiempo en vacaciones para prepararles un desayuno americano o a la inglesa, esto es, con pan tostado, huevos, fiambre, salchichas, queso, etc. En cualquier caso un desayuno abundante por la mañana evita que el hambre aceche antes de que llegue el mediodía, lo que favorecerá que no coma en exceso a la hora del almuerzo y pueda tener una correcta digestión, importante si va a seguir practicando deporte.

Es igualmente necesario prever tentempiés para consumir durante la actividad, si ésta es muy intensa. Si no tu hijo corre el riesgo de sentirse exhausto y sufrir una ligera hipoglucemia. Estos tentempiés pueden ser barritas de cereales, chocolatinas o frutos secos, que aportan energía de forma rápida y permiten continuar el ejercicio sin desfallecer, además tienen la ventaja de ser muy cómodos a la hora de tomarlos fuera de casa.

No hay que olvidarse de la bebida, agua o zumos naturales. En invierno, al hacer menos calor, se tiene menos sensación de sed, pero el organismo sigue necesitando estar hidratado, sobre todo si la actividad entraña una transpiración abundante. Por otro lado, el agua ayuda a eliminar las toxinas que se acumulan durante el ejercicio físico.
 

Información sobre el resfriado

¿Qué causa un resfriado?

Los resfriados comunes son causados por alrededor de 200 virus diferentes. De ellos, unos 100 están clasificados como rinovirus, que en conjunto causan entre el 30 y el 50% de todos los resfriados. Todos los virus del resfriado común infectan el tejido que reviste la nariz y ahora se ha demostrado que emigran a la parte inferior de las vías respiratorias y los pulmones, donde pueden provocar asma y otras enfermedades pulmonares, como la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC).

¿En qué se diferencia el resfriado común de la gripe?

La gripe es provocada por el virus influenza, que es un virus diferente al del resfriado. Aunque el virus de la gripe puede causar síntomas parecidos a los del resfriado, tienden a causar daño en el tracto respiratorio inferior o provocar síntomas sistémicos, como por ejemplo fiebre. Cada temporada, sólo uno o unos pocos virus de la gripe circulan en nuestro país, por ello la gripe puede evitarse gracias a la prevención.

¿Por qué los resfriados son más comunes en invierno?

Existen una serie de factores que hacen que seamos más sensibles a los resfriados durante la época invernal. Por ejemplo, tenemos mayor tendencia a estar en habitaciones cerradas por lo que se puede aumentar la posibilidad de transmisión viral. Algunas investigaciones sugieren que las bajas temperaturas y la humedad pueden influir también en la transmisión de virus.

¿Cuál es la mejor defensa contra un resfriado?

Hoy en día, la mejor defensa contra el resfriado sigue siendo la misma de siempre: evitar el contagio. Para ello, la prevención a través de métodos de higiene es fundamental: lavarse las manos con frecuencia, utilizar desinfectantes antimicrobianos, ventilar los espacios cerrados, etc. Una alimentación adecuada también puede ayudar al cuerpo a mantener una óptima respuesta a los resfriados, especialmente durante la temporada fría. Disfrutar de una dieta equilibrada, ingiriendo mayor cantidad de frutas y verduras, y practicar deporte con regularidad ayuda a evitar el contagio y, en caso de infección, disminuye el riesgo de complicaciones asociadas al proceso catarral.


Fuente:

Parellada, Ada (2007), ¡Es fácil que coman de todo!, Barcelona, Sigma.

Fecha de actualización: 18-02-2022

Redacción: Lola García-Amado

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