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Planes antifatiga tras la llegada del bebé

Planes antifatiga tras la llegada del bebé

El bebé ya está aquí y no tienes ni un minuto para ti misma. Entre los pañales, los biberones, la lavadora… tu vitalidad pende de un hilo. No lo negamos, tener un bebé es estresante y lo bien que te apañes se reflejará en él.

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¿Cómo enfrentarse al postparto?

Como sabes, cuanto más continuado sea tu sueño, más centrada estarás y mejor te las arreglarás. Céntrate en la unidad familiar y no te distraigas con minucias. Acuérdate de los mecanismos de control del estrés que practicaste durante  el embarazo ¡serán igual de útiles ahora!

Como la mayoría de las madres, te preocupará el saber interpretar las necesidades del bebé. Pero es difícil equivocarse si satisfaces sus necesidades de calor, amor, comida y cambio de pañales. Si estás nerviosa y angustiada te costará más ocuparte de estas cosas, pero verás que con el tiempo adquirirás más confianza. Los bebés son animales de costumbres: les gusta la regularidad. Puede que no consigas hacer nada más y reconocerlo te ayudará. Una rutina de alimentación y sueño no sólo mantendrá feliz al bebé, te mantendrá tranquila a ti. Las técnicas de relajación te servirán para acumular energías y conservar la calma. Recuerda que si estás cansada y estresada no podrás manejar a un bebé y éste parecerá cada vez más difícil. Presta atención, te ofrecemos una serie de consejos para subir la cuesta diaria con energía.

Duerme. Es muy fácil de decir pero no tanto de llevar a la práctica cuando tienes una pequeña pero insaciable boca que demanda tu atención las 24 horas del día. Intenta encontrar tiempo para dormir y descansar. El sueño es esencial y reparador. Te permitirá liberar la tensión acumulada durante el día. Evita el té, el café y las bebidas estimulantes o con cafeína que te impedirán dormir. No trates de luchar por despertarte si se te cierran los ojos antes de las 10 de la noche, porque después te costará mucho volver a conciliar el sueño. Si ya le has dado el pecho, aprovecha para dormirte cuando tu bebé lo haga. Adapta tu horario de sueño al del bebé. Estas pequeñas siestas te harán recuperar un poco de sueño cada día.

Delega en los tuyos. Ya lo sabes, el estrés es un devorador de energía. Entraña fatiga, ansiedad e incluso depresión. Si trabajas puede que te lleves el estrés a casa, lo que dificulta hacer frente a las tareas domésticas. Además no parece que vaya a desaparecer cuando tu pequeño grita desconsolado. Proyectar tu estrés en tu pareja o en el bebé sólo conseguirá empeorar las cosas. Reparte las tareas con tu pareja y delega en tu entorno. No seas sobreprotectora y deja que te echen una mano. No intentes asumir demasiadas cosas a la vez, sólo conseguirás sentirte frustrada y agotada. Y olvida el trabajo –también mentalmente- una vez hayas cruzado la puerta de casa.

Los masajes te procurarán una sensación de bienestar absoluta. Los masajes tailandeses por ejemplo, drenarán los tejidos maltratados por el estrés y paliarán los efectos de la contaminación en tu cuerpo. Aliviarán además, las tensiones musculares y te ayudarán a conciliar el sueño.

Haz ejercicio. Realiza una actividad física regular que no sea muy difícil y no te quite mucho tiempo: Gimnasio, marcha, natación… todo es bueno para eliminar las toxinas y el estrés acumulado.

Las vitaminas deben ser la prioridad absoluta en tu dieta. Los kiwis, los cítricos, la lechuga, la col, incluso el pimiento, son una fuente extraordinaria de vitamina C, son antioxidantes y facilitan la absorción de hierro. Las espinacas son ricas en vitamina E, lo que permite a tu organismo defenderse de la polución atmosférica.

Los minerales son fundamentales para tu organismo y puedes asegurarte su ingesta con una alimentación sana y equilibrada. Las mujeres son más propensas a perder hierro, especialmente después del parto a causa de las grandes pérdidas de sangre. El hierro es esencial para nuestro cuerpo ya que permite la buena respiración de las células. ¿Sabías que el magnesio se comporta como un verdadero anti-estrés? Además estimula las defensas inmunitarias. Para ayudar al cuerpo a asimilarlo mejor es importante comer cereales integrales como el arroz, frutos secos, soja, pescado, verduras verdes, etc. Fíjate en la composición del agua mineral embotellada y elige aquellas que tengan cantidades altas de magnesio. El chocolate también contiene este mineral. ¡Ya tienes la excusa perfecta!

 

Decaimiento en el postparto

El cuidado del bebé pone a prueba a todos los padres. El pequeño será sin duda vuestra prioridad principal y le resultará sencillo absorber toda vuestra energía emocional y física. Los días posteriores al parto puedes sentirte decaída o melancólica.

La melancolía del bebé, o baby blues, son los altibajos de humor provocados por los cambios hormonales. Es normal, y lo habitual es que esta etapa en la que en un momento estás triste y a continuación eufórica no persista más de la primera semana, pero necesitarás apoyo para superarlo. Este sentimiento puede ser una señal que indique que necesitas ayuda y tiempo para acostumbrarte a ser madre. El nivel de tus hormonas era muy alto durante el embarazo y después de dar a luz, este nivel cae en picado y tu organismo puede tener dificultades para ajustarse a ello. Esto inevitablemente causa un efecto en tus emociones, a lo que se une el agotamiento tras el parto, la falta de sueño y el cansancio por el cuidado del bebé. Por lo que no es de extrañar que tus niveles de energía psíquica y física estén por los suelos.

 

¿Qué hacer para sentirse mejor?

- Dedícate tiempo para ti sola. Piensa que sólo durará unos días y que es absolutamente normal lo que te ocurre.

- Admite la ayuda de los demás.

- Expresa todo aquello que te preocupa, habla de tus sentimientos y apóyate en tu pareja.

- Intenta limitar el número de visitas y prioriza las responsabilidades.

- Si pasan 2 o 3 semanas y no mejoras, sino que empeoras, busca ayuda profesional antes de caer en una depresión posparto. 


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Muchos padres desean tener bebés con ojos verdes. El color de los ojos depende de la combinación de los genes que aportan los padres de manera que sólo aquellos progrenitores que tengan este gen podrían tener la posibilidad de pasarlo a su descendencia.

Fuente:

Mahé, Véronique (2008), Los 100 primeros días del bebé, Barcelona, Robin Book.

Fecha de actualización: 28-07-2020

Redacción: Lola García-Amado

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