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Placentofagia: ¿es beneficioso comerse su propia placenta?

Placentofagia: ¿es beneficioso comerse su propia placenta?

Comerse la propia placenta después del parto es una práctica común en animales mamíferos y que se viene realizando en algunas comunidades desde hace siglos. Los defensores de la placentofagia destacan que al contener oxitocina ayuda a evitar la depresión posparto. Sus detractores explican que no existe ningún estudio que evidencie tales afirmaciones.

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Indice

 

¿Que es la placenta?

La placenta es un órgano efímero presente en los mamíferos placentarios y que conecta a la mujer embarazada y al feto durante el desarrollo de este, satisfaciendo sus necesidades de respiración y de nutrición. Su ingesta tras el parto es una práctica habitual en algunas comunidades de Europa, Estados Unidos y Australia.

Los defensores de esta experiencia aseguran que por sus niveles de oxitocina y de una molécula modificadora de la actividad opioide endógena, comer placenta protege contra la depresión posparto, reduce el dolor, aumenta la energía, ayuda con la lactancia, promueve la elasticidad de la piel, mejora la vinculación materna y repone las reservas de hierro en el cuerpo.

Sin embargo, es difícil encontrar estudios que demuestren estas aseveraciones. “No se ha demostrado que la ingesta de placenta, ya sea cruda, cocinada, nitrogenada o encapsulada, sea beneficiosa para el organismo”, aseguran desde el instituto de reproducción asistida La Cigüeña. Otros estudios destacan su alta concentración de toxinas al tratarse de un órgano que no solo transporta las sustancias provechosas para el feto sino que lo protege de las perjudiciales.
 

¿Existen riesgos de comerse la placenta?

Hay que resaltar que no hay evidencias científica de ningún beneficio clínico de la placentofagia humana, y no hay nutrientes planetarios y hormonas retenidos en cantidades suficientes para ser potencialmente útiles. El Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades ha recomendado que la ingesta de cápsulas de placenta debe evitarse debido a la erradicación inadecuada de patógenos infecciosos como la bacteria Streptococcus agalactia asociados a la sepsis o infecciones severas de la criatura al nacer la que puede persistir con esta práctica.

Por otra parte, la placenta es un órgano que contiene el genoma fetal y puede actuar como un injerto. En consecuencia, la ingestión de la placenta podría desencadenar la inmunización y daño en los futuros embarazos, así como teóricamente, puede inmunizar a la mujer contra las células placentarias que permanecen en el útero después del parto, lo que puede ser un riesgo para el desarrollo de coriocarcinoma, un tipo de cáncer derivado de las células placentarias.

Como hemos dicho, otra de las preocupaciones sobre los efectos nocivos de la placenta es la ingesta de sustancias que se han acumulado en esta. En consecuencia, los componentes tóxicos también pueden haberse acumulado (como el alcohol, el tabaco o las sustancias controladas). Esto puede dañar a la madre o al bebé a través del consumo.

 

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Recetas de placenta

Quienes han probado la placenta explican que su sabor es similar al de la carne de vacuno y su textura elástica. Lo normal es comer una parte y congelar el resto para irle dando uso más adelante, aunque también hay quien organiza celebraciones después del alumbramiento para compartir esta sustancia con familiares y amigos.

Existen diferentes tipos de preparación para la placenta, desde guisada -en internet se pueden encontrar numerosas recetas para prepararla, como en revuelto con brécol o la placenta picante australiana-, hasta licuada y tomada en batido o encapsulada.

En España se ha oído hablar más de la placentofagia en los últimos meses a raíz de la popularización de un servicio que ha ganado adeptos en los últimos años, el de las doulas, mujeres que acompañan a la embarazada sobre todo cuando ésta opta por el parto natural en casa. Pero muchas voces desde el sector sanitario se han levantado en contra de esta figura, a la que acusan incluso de promover “prácticas de canibalismo”, al incitar a consumir la propia placenta.

 

Las doulas y la placentofagia

La doula se define a sí misma como una acompañante en el parto, no una asistente. Su labor es estar junto a la mujer antes, durante y después del nacimiento del bebé, ayudándola en lo que necesite y aconsejándola como experta. Sus servicios concretos los pacta con la mujer, así como su tarifa.

En los últimos meses se ha generado una gran polémica en torno a la figura de las doulas. Aunque no existe ninguna titulación oficial al respecto, ya que se trata de una figura no reconocida oficialmente, hay cursos que forman para este servicio. Y mientras que en algunos países los gobiernos han tomado medidas regulando estas prácticas, no ocurre así en España ni en la Unión Europea, por lo que el Consejo General de Enfermería ha presentado un informe alertando del peligro de la situación al Ministerio de Sanidad.

Hablan del intrusismo por el que las doulas suplen los servicios de una matrona y vulneran las competencias reales de una enfermera y, lo que es más grave, de que las prácticas que llevan a cabo ponen en peligro la salud de la mujer y del bebé.

La profesión de matrona está regulada por la Comunidad Europea desde 1985. Se trata de una enfermera que tras cursar esta carrera universitaria se forma durante dos años en obstetricia. Frente a esto, la figura de la doula está contemplada en la Estrategia de Atención al Parto Normal en el Sistema Nacional de Salud, pero no establece sus funciones ni su formación.


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