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A punto de dar a luz ¡en verano!

A punto de dar a luz ¡en verano!

Estar embarazada de casi 40 semanas conlleva de por sí una serie de molestias (piernas hinchadas, dolor de espalda, problemas para dormir), que el calor asfixiante de esta estación no contribuirá precisamente a aliviar. Sin embargo, no todo es negativo, la época veraniega también presenta una serie de beneficios, por ejemplo, diversos estudios señalan que los niños nacidos en verano son más felices, optimistas y con una estructura ósea mejor

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¿Cómo combatir las molestias producidas por el verano?

- Alimentación: Aunque el calor reduzca tus ganas de comer, debes seguir llevando una dieta equilibrada y cubrir las necesidades alimentarias consumiendo unas 2.000 calorías diarias: 1.100 procedentes de glúcidos, 600 de grasas y 300 de proteínas, divididas en seis tomas a lo largo del día.

Sin embargo, no hace falta tomar caldos y guisos contundentes, sino más bien lo contrario, opta por ensaladas de pasta, arroz o pollo (que también alimentan y si se aliñan solo con aceite aportan menos calorías), gazpacho, verdura y, sobre todo, mucha fruta. Las comidas copiosas obligan al organismo a trabajar más y durante más tiempo, lo que generará más calor. Escoge alimentos ricos en fibra, especialmente verduras y frutas frescas; si además tienen un alto contenido en líquidos la combinación será perfecta.

Minimiza las cantidades de sal, que hacen que retengas líquidos, pero no la elimines del todo, ya que es beneficiosa para la formación del feto. Asimismo, evita salsas caseras, mariscos y platos cocinados con huevos al comer fuera de casa. Lo último que te hace falta ahora es enfermar de salmonelosis.

Si sudas mucho con el calor, asegúrate de que bebes suficiente. En los días más calurosos la pérdida de líquidos es más elevada debido a la transpiración, y se hace necesario restituir constantemente el líquido eliminado consumiendo continuamente agua. Pero procura no abusar de las bebidas ricas en azúcar, como la horchata, la leche merengada o los granizados. Lo mejor es beber unos dos litros diarios de agua con el fin de reforzar la función de los riñones, favorecer la circulación de la sangre y eliminar toxinas. Gracias a esta medida tan simple, la sangre distribuye mejor los nutrientes, se evita el estreñimiento, se depura el organismo y se regula la temperatura corporal.

El agua es la mejor alternativa, pero también lo son los zumos de frutas, la leche o las bebidas isotónicas, con gran capacidad de rehidratación. Éstas tienen en su composición alto contenido en sodio, glucosa, potasio y otros minerales que favorecen la absorción de agua.

- Extrema tu higiene: Entre el calor, las hormonas y el peso del bebé, es normal que sudes bastante y que, por lo tanto, debas extremar tu higiene. Puedes ducharte varias veces al día si te hace falta y darte un baño en la piscina o en el mar.

Una vez que hayas dado a luz, tendrás que tener más cuidado ya que los loquios tienen un olor característico, que unido al sudor puede resultar desagradable. Si te han practicado una episiotomía, tienes que tener cuidado de no abusar del agua para que no se ablande la cicatriz.

Puedes ducharte al día siguiente del parto, pero el baño se desaconseja hasta después de la cuarentena por el riesgo de infecciones. Por lo tanto, no podrás sumergirte en el mar o en la piscina hasta que pase el puerperio. El cuello uterino no se ha cerrado completamente y si entra agua en la cavidad uterina puede causar infecciones que podrían llegar a ser realmente graves. Tras una cesárea se deben mantener las mismas precauciones, no tanto por la cicatriz externa, que tarda unos 15 días en curar, como por la permeabilidad del canal cervical.

- ¡Cuidado con el sol!: Debes cubrirte con una gorra o sombrero y utilizar una crema de protección solar alta. Los cambios hormonales del embarazo pueden oscurecer la piel en torno a la nariz y la boca (cloasma). Para evitar que esas manchas de la cara vayan a más, es fundamental aplicarse la crema media hora antes de salir a la calle. El dermatólogo puede ayudar a que desaparezcan, pero lo más importante es evitar que les dé el sol durante todo el año, y especialmente en los meses de verano.

- Consejos para dormir: Por la noche es preferible no bajar completamente las persianas y dormir con las ventanas ligeramente abiertas. Ten en cuenta que durante la gestación tu cuerpo necesitará más oxígeno de lo habitual y en ocasiones, en lugares donde el aire está saturado, tal vez te cueste respirar bien.

Si por la noche no consigues conciliar el sueño, acostúmbrate a dar paseos al final de la tarde o a relajarte con un baño de agua tibia.

Tampoco es bueno tener toda la noche encendido el aire acondicionado, aunque si el calor es insoportable, prográmalo para que se apague al cabo de un par de horas y no lo pongas muy fuerte.

- ¿Cómo vestir?: Opta por tejidos naturales y transpirables como el algodón o el lino que permitan que tu piel “respire”, además frenará la aparición de urticarias, escoceduras o sarpullidos debajo del pecho o en la tripa, muy comunes durante la gestación.

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Elige para tu ropa colores claros y neutros que reflejen la luz del sol; hasta que baje el mercurio destierra de tu armario el negro y los colores oscuros que absorben el calor.

Huelga insistir en que debes eludir las prendas ceñidas, especialmente las que constriñen la cintura y las piernas. Decántate por ropa holgada que deje correr el aire entre tu piel y la tela, así se distribuye mejor el calor y se evita una transpiración intensa.

En lo que se refiere al calzado ni te plantees un zapato de plástico y menos en verano, a no ser que quieras someter a tus pies a la peor de las torturas y favorecer la aparición de desagradables lesiones, por no citar la incesante hinchazón que sufrirán tus pies y tobillos. Por lo tanto usa calzado cómodo fabricado con materiales naturales, como la piel, el esparto o el algodón. Si es posible utiliza media o una talla más que la tuya. Al final del día lo agradecerás.

- Lactancia: Muchas mujeres sudan y sienten mucha sed cuando amamantan, más aún en verano. Es una reacción fisiológica normal. También el bebé puede sudar mucho (por la cabeza) mientras come, por el esfuerzo que realiza.

Para estar más cómodos, ponte una gasita fina sobre el brazo donde se apoya el bebé. Además, conviene que tengas a mano agua para hidratarte mientras das el pecho.
 

No todo es negativo…

Seguro que más de una persona te ha dicho al comentarle que dabas a luz en verano: “¡Pobrecilla! ¡Con el calor que hace!”. Y si bien es cierto que las altas temperaturas pueden ser algo negativo (sobre todo si no eres una persona que soporte bien el calor), todo depende del cristal con que se mire.

Lo primero es que está más que demostrado que los climas cálidos aumentan la sensación de alegría y bienestar. Los días se vuelven largos y hay mucho más tiempo para hacer planes con calma: salir a tomar algo a una terracita, pasear con la familia o tu pareja, etc.

Si tienes piscina en casa o te gusta ir a la municipal, no tienes por qué renunciar a ir, solamente has de hacerte eco de las recomendaciones del médico para que exponerte al sol y bañarte no suponga un riesgo para ti y tu bebé. Extrema las precauciones: no te zambullas en el agua, es mejor que te sientes en el borde para refrescarte o que te sumerjas en la parte que menos cubre. Cuidado con los posibles golpes de otros usuarios y con los resbalones. Por lo demás, la piscina es excelente no sólo para embarazadas y bebés, sino para cualquier persona que desee relajarse haciendo ejercicio pausado.

Si tenías pensado irte unos días de vacaciones al pueblo o a la playa para estar más relajada y fresquita, no hay inconveniente, siempre y cuando elijas un medio de transporte cómodo y el viaje no sea muy largo. Asimismo, contempla la posibilidad de que el parto se adelante, con lo que vayas donde vayas, deberás saber dónde esta el hospital más cercano.

El agua del mar además, al contrario que el de la piscina, es altamente recomendable para problemas de piel, de huesos, musculatura e incluso se ha comprobado que tiene su impacto en nuestro cerebro por sus propiedades psicológicas.

Otra ventaja es que en esta época de vacaciones podrás disfrutar de la compañía familiar. A medida que se acerque el momento del parto estarás más nerviosa y preocupada y la presencia de tus seres queridos te ayudará a estar relajada y a distraerte.
 

Beneficios para el bebé

Según un estudio hecho por la Universidad de Bristol, los bebés que nacen a finales de verano y principios de otoño son más altos y tienen los huesos más grandes. Esto se debe al aporte recibido por la madre de vitamina D que produce el sol.

El estudio se realizó con 7.000 niños nacidos entre el año 1991 y 1992 siguiendo los datos meteorológicos de esos años para determinar el grado de exposición al sol que las madres recibieron durante el último trimestre de embarazo. También se repasaron el grado de vitamina D que tenían 350 madres en la semana 37 de embarazo.

El resultado es que los niños a los 10 años (hoy ya adolescentes) que nacieron en agosto y septiembre son 0,5 cm más altos que los que nacieron en primavera e invierno, y sus huesos son más grandes, ya que su estructura ósea es mayor.

La conclusión es que estos niños estuvieron expuestos a una mayor cantidad de vitamina D debido al sol que tomaron sus madres al final de la gestación, ya que la vitamina D contribuye a la formación de los huesos junto con el calcio.

Además, los niños nacidos en verano tienen una visión más positiva de la vida. Esta al menos es la conclusión de un estudio realizado por la Universidad de Helsinki (Finlandia), que reveló que los hijos de mujeres que habían consumido chocolate durante el embarazo para mejorar su ánimo eran más activos y sonrientes. La explicación se halla en que estas mujeres habían ingerido más de este alimento en invierno. La razón se podría deber a que el feto en el útero materno recibe la sensación de placer que provocan ciertos productos químicos, como la serotonina que contiene el chocolate al ser ingerido por la madre. Otros estudios siguen en esta línea: investigaciones de la Universidad de Viena y de la Universidad de Tokio coinciden en que las personas más felices suelen nacer en el verano.

 

 


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Los pediatras utilizan la talla y peso de bebés para comprobar cómo se están desarrollando en comparación con otros de su misma edad.

Fuentes:

Blott, Maggie (2015), Tu embarazo día a día, Barcelona, Ed. Planeta.

West, Zita (2007), El cuidado del bebé antes del nacimiento. Ed. Pearson Alhambra.

Fecha de actualización: 28-05-2020

Redacción: Irene García

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