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Pin, pan, pun

Enviado por jazaks

Pin, pan, pun

En un lugar secreto del bosque, en el tronco hueco de un castaño, viven tres hermanos, duendes de la naturaleza: Pin, la hermanita pequeña, Pan, el hermano mediano y Pun, el mayor de los tres

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Los duendes de la naturaleza nacen dentro de las piñas, siempre en otoño. Miden más o menos un palmo de altura y tienen las orejas y los pies puntiagudos. Todos nacen con los ojos verdes y el pelo marrón clarito... Todos menos tres.  Pin, Pan y Pun tenían algo especial que les hacía diferentes al resto de duendes. A cada uno de ellos la Luna les había coloreado el pelo de colores: Pin, lo tenía rubio como el trigo; Pan, lo tenía naranja zanahoria y Pun lo tenía de color negro como el carbón.

La vida de los tres hermanos era muy divertida. Siempre estaban riéndose y jugando. Sobre todo Pin y Pan, los más pequeños. Todo el día estaban juntos y no había nada que los separara.

Pun, el mayor, sin embargo, era más responsable y se encargaba de cuidar la casita en el castaño y de recolectar comida para cuando llegara el invierno: piñones, moras, higos y frutos secos. Le gustaba mucho leer y casi siempre andaba liado inventando algún objeto nuevo y diferente.

Un día de mucho calor, los tres duendes decidieron ir a bañarse al río. El río cercano al castaño donde vivían era muy grande y corría veloz lleno de agua fresca hacia la ladera de la montaña, con cascadas y rápidos muy peligrosos en algunos tramos. Cuando llegaron a la orilla del río, Pun se fijó en una poza natural, en una zona más tranquila y decidieron acampar por allí para darse un chapuzón.

- “Ya hemos llegado -dijo Pun- Podéis bañaros en esta poza sin alejaros y sin separaros el uno del otro. Tenéis una hora para hacer lo que queráis. Yo mientras, estaré esperándoos a la sombra de este pino, ¿de acuerdo?
- “Sí, de acuerdo” -respondieron Pin y Pan simultáneamente.

El agua estaba fría, perfecta de temperatura y los dos hermanitos se tiraron de golpe. Enseguida empezaron a nadar y a jugar en el agua, sin darse cuenta de que, poco a poco, se iban alejando de la zona donde estaban seguros y tenían que quedarse. Se alejaron, se alejaron... hasta llegar a la zona de rápidos y empezaron a sentir miedo. ¡Habías desobedecido a Pun y ahora estaban en peligro de ahogarse!

Los hermanitos gritaban mucho ¡¡Socorro!! ¡Ayuda!... pero nadie podía oírles.


Cuando Pun notó que no oía risas ni juegos y que todo estaba demasiado en calma, levantó la vista del libro y se asustó: sus hermanos no estaban. Rápidamente supo que algo no iba  bien y bajó corriendo por la orilla, río abajo para ver si los encontraba.

Pin, nadaba muy bien, pero el frío y el cansancio agotaron pronto sus fuerzas.

- “Pan, no puedo más. No puedo seguir aguantando”
- “No te preocupes Pin, sujétate a mí espalda mientras yo trato de alcanzar una rama”.

Pan, que era muy fuerte y valiente aguantó el peso de su hermana hasta que pudo agarrarse a la rama de un pino que sobresalía de la orilla y aguantar así la corriente que los empujaba.

Pasaba el tiempo y Pun corría veloz en busca de sus hermanos, recorriendo el bosque, mirando por todos los recovecos del río hasta que por fin los encontró.

- “¿Estáis bien?, ¿Os duele algo?”
- “¡Necesitamos ayuda, Pun! No podré aguantar mucho rato” -respondió Pan.

Pun necesitaba una manera de sacarlos del agua rápidamente, pero ¿cómo?

Entonces recordó algo que había leído en un libro de ciencias naturales hacía tiempo y supo que estaban salvados. Buscó un joso, una planta pequeña de largas raíces que crece en las orillas de los ríos y que en contacto con el agua forma un hilo muy pegajoso y preparó una cuerda con sus fibras y raíces. La ató al extremo de un árbol y se la lanzó a Pin. Ésta la ató a la cintura de su hermano y cuando la cuerda se mojó, formó inmediatamente un hilo pegajoso y elástico que les llevo hasta la orilla, sanos y a salvo.

Los tres hermanos se abrazaron felices y nunca más volvieron a despistarse, ni separarse cuando salían de casa para darse un baño.

FIN

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