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¿Qué puedo darle a mi bebé para el empacho?

¿Qué puedo darle a mi bebé para el empacho?

Sí, es más común de lo que imaginamos, sobre todo en los bebés que aún se alimentan con biberón y en los niños mayores de dos años que adoran comer. En la mayoría de ocasiones, sobre todo en el caso de los lactantes, somos nosotros, los padres, quienes tenemos la culpa de sus empachos.

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¿Qué es el empacho?

Muchas veces, los adultos somos quienes hemos perdido ese reflejo tan básico que hasta los más pequeños tienen. Comemos mucho, lo hacemos con ansia y no ponemos límites. Sin embargo, los bebés cuando no tienen hambre, paran. Es importante tener esto en cuenta para evitar el empacho.

El empacho en bebés o indigestión es cuando dejamos acceso libre a la comida y la cantidad que se toma es superior a lo ideal. Es decir, cuando el bebé ha comido mucho o se ha movido demasiado rápido mientras comía. La barriguita del bebé es flexible, sí, pero también es algo limitado.

Cuando el estómago se llena pueden aparecer algunas molestias, y el dolor es intermitente. Es decir, a veces intenso, y otras veces, aceptable. Sin embargo, en los momentos en los que puede llegar a ser intenso, lo es y mucho. Es ahí cuando el bebé reacciona moviendo su intestino para intentar vaciar su diminuta barriga. Normalmente, el bebé se encoge e intenta hacer presión para que el contenido salga. Cuando no se consigue y la presión es excesiva, el dolor aparece.


¿Cuáles son los síntomas?

Es cierto que, generalmente, los síntomas suelen ser algo confusos. Sin embargo, en el caso de tratarse de un bebé lactante, el síntoma más habitual es el reflujo, sobre todo en los bebés menores de un año. El reflujo es una patología frecuente y benigna que termina desapareciendo.

Los síntomas más comunes del empacho suelen ser el dolor de tripa, la pesadez de estómago, las náuseas, los vómitos, la pérdida de la mayor frecuencia de eructos y flatulencias, hipo reiterado, palidez, sudoración, pérdida de apetito, diarrea o heces muy duras (generalmente de color negro y pegajosas). Por tanto, durante los primeros meses de vida del bebé pueden ser habituales por la alimentación excesiva.


¿Por qué aparece el empacho?

En ocasiones, el empacho puede producirse porque nuestro bebé ha comido más de lo que debería o bien, lo ha hecho demasiado deprisa.

A menudo, los padres de niños que toman el biberón se obsesionan si algún día su bebé no come como lo hace regularmente o toma menos cantidad de la recomendada por el pediatra. Simplemente, el bebé succiona el biberón sin necesidad de alimentarse porque la succión ayuda a los más pequeños a calmarse. Cuando el bebé no quiera comer no habrá que inquietarse. Si le forzamos, nosotros mismos le provocaremos el empacho.

Además, puede producirse en el caso de haber introducido la alimentación complementaria y no haber reducido la cantidad de leche materna cuando se le están ofreciendo otros alimentos. En niños un poco mayores (en la etapa preescolar) puede que el empacho se produzca por los alimentos demasiado azucarados (zumo, compotas de frutas, etc.) y, aparte de los alimentos demasiado azucarados, también se lo puede producir comer demasiado rápido, con demasiada ansia.


¿Qué hacer para evitar el empacho?

La mejor forma de evitar que el bebé se empache es confiar en él, y no intentar darle más cuando no quiera comer. Cuando le ofrecemos una cantidad ilimitada de leche, llega un momento en el que ya no quiere más. Es fundamental saber parar. La alimentación en los lactantes debe hacerse a demanda, es decir, ofrecer alimento ilimitado siempre y cuando el bebé lo pida.

Si por el contrario optamos por no darle comida suficiente, es decir, limitamos su cantidad necesaria por miedo al empacho, debemos tener claro que la próxima vez que tenga que comer, lo hará con ansiedad.

Lo único que sucede cuando el bebé come con ansiedad es que traga gases. Como resultado, lo único que harán estos gases será producir una sensación parecida a la del empacho e igual de molesta.

Si el bebé se ha empachado comerá menos en su siguiente toma. Y después, cuando esté recuperado, volverá a comer con alegría hasta que se vuelva a empachar. A medida que esto sucede, va aprendiendo que si come mucho, aparecerán las molestias.  

Si nuestro bebé gira la cabeza y se deja medio biberón o no toma tanto pecho como nosotros pensábamos que lo haría, no pasa nada. No debemos insistir, pues en la mayoría de los casos, esto acaba desembocando en un empacho.

Si el niño ya mayor lo más seguro es que recuerde esta experiencia y no quiera repetirla, pero para evitar que vuelva a pasar lo que puedes hacer es:

- no dejar a la vista alimentos que le puedan llamar atención como chocolate, galletas, etc.

- en fiestas familiares, encárgate de servirle tú, sabes las cantidades que va a comer.

- puedes dejarle picar entre horas siempre que sean alimentos sanos

- si es muy glotón y come con los ojos, sírvele la comida en un plato pequeño, así parecerá que le has servido más.


Si el bebé tiene empacho, ¿qué se puede hacer?

La mejor solución es darle un pequeño masaje circular con aceite en la tripita en el sentido en que giran las agujas del reloj, o bien aplicarle calor local con unos cuantos paños. Esto hará que el dolor se alivie.

No hay que perder la calma, pues además de los masajes, no hay mucho más que hacer para aliviar los síntomas producidos por el empacho. No existe ningún tratamiento médico.

Se debe mantener al bebé bien hidratado, sobre todo si tiene síntomas como vómitos o diarrea. Si está con la alimentación complementaria dale agua, pero que se la tome a sorbitos pequeños. Es importante que no le fuerces a comer si no quiere, cuando se encuentre mejor él mismo te pedirá la comida.

Ante todo, hay que tener paciencia y esperar. Depende de cada bebé y de la intensidad del empacho, pero, por normal general, tendrán que pasar unas 12 o 15 horas para que el malestar desaparezca y unas 24 para que se encuentre completamente recuperado.

Si esto ocurre de manera reiterada, se debe llevar al niño al pediatra para que descarte cualquier problema estomacal que pueda tener.

 

 


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Fuente: González, Carlos (2012), Mi niño no me come, Ed. Temas de hoy.

 

Fecha de actualización: 14-10-2020

Redacción: Ana Ruiz

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