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¿Por qué los recién nacidos tienen intolerancia a la lactosa?

¿Por qué los recién nacidos tienen intolerancia a la lactosa?

La intolerancia a la lactosa no aparece hasta que se introduce la leche de vaca, por lo que en los recién nacidos amamantados al pecho es muy infrecuente este problema. Si aparece, suele ser algo pasajero causado por inmadurez del sistema digestivo o enfermedades gastrointestinales.

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Indice

 

¿Qué es la lactosa?

La lactosa es un carbohidrato presente en la leche de todos los mamíferos. No obstante, no se encuentra en todos en la misma cantidad ya que la leche materna de cada mamífero está adaptada a las necesidades concretas de sus bebés (no es lo mismo un murciélago que una vaca). En general, cuanta más lactosa tiene la leche, más grande es el cerebro de la cría y más complejo su crecimiento.

Por otra parte, la lactosa es un disacárido (contiene dos azúcares) que, cuando llega al intestino del bebé, se descompone gracias a la lactasa, una enzima presente en el intestino delgado. El nivel de lactasa disminuye del intestino a medida que crecemos, por eso la intolerancia a la lactosa es más frecuente en adultos.

La lactosa se transforma en dos azúcares: glucosa y galactosa. La glucosa proporciona energía, mientras que la galactosa es necesaria para la actividad de las células cerebrales y ayuda al funcionamiento del sistema nervioso central.

La leche materna contiene lactasa, por lo que ayuda a descomponer la lactosa, por eso los bebés alimentados al pecho no sufren intolerancia a la lactosa. La lactasa deja de producirse en el destete, aunque la costumbre humana de seguir bebiendo leche de vaca desde esa edad hace que el organismo siga produciendo lactasa, por eso la intolerancia es más habitual en los adultos, cuyo sistema digestivo empieza a fallar y deja de producir lactasa de manera correcta. No obstante, también puede aparecer en niños en cuanto se empieza con la leche de vaca hacia los 2 años.  

Por eso, si un recién nacido presenta síntomas de intolerancia a la lactosa (náuseas, gases, retortijones, diarrea, irritabilidad), es probable que se deba a un trastorno pasajero y temporal debido a la inmadurez de su sistema digestivo -más frecuente en prematuros- o a enfermedades gastrointestinales de salud (gastroenteritis víricas o bacterianas, parásitos, antibióticos…).

En estos casos no se debe suspender la lactancia materna ya que es algo temporal y no causado por la leche en sí, por lo que debes seguir dando leche materna a tu bebé ya que la leche de fórmula podría empeorar el problema. Además, la leche materna ayuda a la recuperación de la flora intestinal y a solucionar el problema antes. Consulta a tu profesional de pediatría. 
 

Tipos de intolerancia a la lactosa

- Intolerancia a la lactosa primaria: es el tipo más frecuente y afecta a un gran porcentaje de adultos. La disminución de la actividad de la lactasa comienza a partir de los 3-5 años de edad.  Es decir, en los primeros años de vida las personas con este tipo de intolerancia pueden descomponer la lactasa, pero, a medida que pasan los años, la producción de lactasa va disminuyendo hasta desaparecer total o parcialmente, apareciendo los síntomas de intolerancia  a la lactosa (náuseas, dolor abdominal, hinchazón, diarrea, sonidos estomacales, pérdida de peso…). La intolerancia a la lactosa primaria tiene origen genético.

- Intolerancia a la lactosa secundaria: no es de origen genético, sino que está causada por otras patologías, lesiones o cirugías que dañan el intestino, disminuyendo la producción o la absorción de lactasa. Por ejemplo, la celiaquía o la enfermedad de Crohn pueden causar este tipo de intolerancia.


Falsa intolerancia a la lactosa

Como hemos dicho, la leche materna ya contiene lactasa, por eso la intolerancia a la lactosa en bebés alimentados al pecho es muy raro. No obstante, si hay algún problema al dar el pecho o no se da de manera correcta y el bebé no vacía un pecho antes de pasar al siguiente, se puede producir una falsa intolerancia a la lactosa porque la lactasa se encuentra al final de la toma, por lo que si no se ingiere esta leche del final, el bebé no tendrá lactasa suficiente para descomponer la lactosa, dando lugar a los síntomas antes descritos de la intolerancia.

Para solucionarlo, basta con dejar que tu bebé vacíe el pecho antes de pasar al siguiente, lleve el tiempo que lleve.

Solo los bebés con galactosemia deben evitar totalmente la leche materna ya que padecen una enfermedad congénita rara y grave que no permite descomponer el azúcar simple galactosa, lo cual causa que la galactosa se acumule en el organismo, dañando el hígado, el cerebro, los riñones y los ojos. Estos bebés deben ser alimentados con leche de soja o algún otro alimento lácteo que no contenga galactosa. No te preocupes por el calcio, se puede obtener de muchos otros alimentos. 

También hay una mínima cantidad de bebés con intolerancia a la lactosa genética, en cuyo caso el bebé nace sin la enzima lactasa por lo que su intolerancia es irreversible y no podrá tomar leche con lactosa, aunque se da en muy pocos casos.
 

¿Es lo mismo la alergia que la intolerancia?

La alergia a componentes de la leche, principalmente a la proteína de leche de vaca, no es lo mismo que la intolerancia a la lactosa, por lo que no hay confundir ambos términos de medicina.

La alergia a la proteína de la leche de vaca (APLV) se produce cuando el sistema inmunológico de un niño identifica las proteínas contenidas en la leche de vaca como peligrosas, lo que desencadena una reacción alérgica con síntomas como erupciones, urticaria, picor lagrimeo, enrojecimiento ocular, irritación nasal, tos, asma, diarrea, vómitos o, en los casos graves, dificultad respiratoria, hipotensión, opresión torácica, palpitaciones o mareo, shock anafiláctico con riesgo de muerte.


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La cantidad de cantidad de toma de un recién nacido debe ser definida por el propio bebé tal y como se hace con la lactancia materna, que es a demanda. De esta manera, el bebé se regula en función de las necesidades de cada momento.

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