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¿Por qué algunos niños se autoagreden?

¿Por qué algunos niños se autoagreden?

No es inusual que en ocasiones nuestros hijos se autolastimen golpeándose contra el suelo por alguna rabieta o incluso se tiren del pelo. De hecho, todas estas conductas agresivas son frecuentes en sus primeros años de vida, pero es lógico que sea algo que nos preocupe.  

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¿Por qué los niños pueden autoagredir?

El golpeteo de cabeza, que consiste básicamente en balancear rítmicamente esta y hacerla chocar con la pared o el borde de la cama, o la tricotilomanía (tirarse del pelo) son las manías más comunes, aunque pasajeras ya que lo normal es que se extiendan solamente hasta los dos años de vida (y no siempre se da el caso).

Es cierto que este tipo de conductas autoagresivas son la manera que los niños tienen de explorar sus sensaciones o lograr consuelo ante determinadas situaciones de, por ejemplo, tensión, soledad, miedo, etc. Y por ello lo primero que debemos plantearnos como padres y madres es si la relación que tenemos con ellos es buena, si pasamos suficiente tiempo con ellos y si estamos seguros de que reciben el cariño que necesitan.

Al principio, cuando observamos este tipo de conductas nos asustamos como es lógico e incluso en algunas ocasiones llegamos a sentir tanto miedo que acabamos regañándoles e incluso gritándoles, pero no es lo correcto. De hecho, en casos como estos debemos hacer todo lo contrario. Es decir, tenemos que estimular a nuestros hijos, aportarles mucho cariño y contacto físico. Con ello podremos estar seguros de que si lo hacen no es precisamente porque no tengan ocasión de jugar y divertirse o porque no reciben muestras de cariño.

Con esto no queremos decir que los niños que no se autoagreden o autolesionan no deban recibir las mismas muestras de afecto y cariño por parte de la familia, sino que en este complicado caso será mucho más necesario porque la falta de este es la causa principal por las que nuestros hijos se golpean a sí mismos. Podemos entonces quedarnos un rato con ellos antes de que se vayan a dormir y darles el cariño que necesitan. También podemos leerles cuentos, bañarlos cariñosamente o simplemente jugar a algún juego que les apetezca.

Como decíamos, es normal que estas autolesiones (o autoagresiones) aparezcan con frecuencia en torno al año o incluso los dos. Sin embargo, el problema viene cuando esto se alarga en el tiempo y una vez cumplidos los dos años se produce constantemente. Aquí por tanto debemos ser conscientes de que nuestros hijos sufren una frustración y un malestar tan grande que no saben cómo manejarlo. Se trata de niños a los que se les descontrolan las emociones, a los que les cuesta pensar e incluso respirar. En esos momentos, lo que esos niños mayores nos están queriendo transmitir es que no se sienten queridos, “que están estresados” y esa es, sin duda, la única forma que tienen de liberar toda la tensión acumulada.

Pero como sucede con todo, no siempre tiene por qué ser ese el motivo de la autoagresión ya que, si tienen en alguna ocasión episodios en los que se golpean o se autoagreden, pero son niños felices que juegan y disfrutan, no tiene por qué existir problema alguno, y simplemente deben aprender a controlar sus emociones para no lastimarse. Pero cuando comenzamos a observar un retraso psicomotor o en el habla, sí hay un problema y en ese caso lo más adecuado sería pedir una opinión profesional que nos pueda servir para tomar medidas al respecto. El especialista deberá realizar, en este caso, un examen médico y psicológico para diagnosticar, en el caso de que lo haya, algún tipo de problema neurológico.


¿Qué podemos hacer nosotros?

En esos casos es importante seguir una serie de recomendaciones para que nuestros hijos dejen de autolesionarse. Por un lado, buscar el apoyo tanto de familiares como de amigos cercanos ya que éstos pueden idear soluciones creativas y a nuestros hijos les costará mucho menos esfuerzo hablar con personas externas a nosotros, es decir, al núcleo familiar.

Y, además, ayudarles nosotros mismos teniendo un diario para aprender a expresar de forma positiva nuestros sentimientos y enseñarles a ellos a hacer lo mismo, animarlos a que hagan algún deporte o actividad que les motive o empezar a hacer juntos algo que os guste a los dos, que os relaje y que os ayude a conocernos mejor. 

 

Y ellos, ¿qué tienen que aprender?

Lo ideal es trabajar con nuestros hijos nuevas habilidades para manejar emociones y pensamientos negativos con el fin de que aprendan a lidiar con el estrés y los sentimientos dolorosos, desarrollen habilidades para controlar los pensamientos autodestructivos, aprendan tanto a manejar las relaciones complicadas con los demás como las habilidades de relación positivas con éstos y por supuesto sustituyan las autolesiones con otras estrategias de afrontamiento más positivas.

Todos y cada uno de los niños necesitan ser escuchados, apoyados y comprendidos, pero mucho más lo necesitarán los niños que se autoagreden, esos mismos niños que necesitan hablar de sus sentimientos y de todos los cambios que desean en su vida para encontrarse mejor.

Por eso, tanto padres como madres debemos intentar ser las personas en las que más confianza sientan ellos para poder hablar de cualquier cosa y sobre todo de lo que les preocupa o les hace daño.


Fuente:

Álava, Silvia (2016), Queremos que crezcan felices, Madrid, Actitud de Comunicación.

Fecha de actualización: 05-04-2021

Redacción: Ana Ruiz

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