Los bebés pueden ver cosas “invisibles” para los adultos

Índice

• La constancia perceptiva
• ¿Por qué pierden esta capacidad a los 5 meses?

 

La constancia perceptiva

El estudio del que hablamos fue realizado por investigadores de la Universidad de Chuo (Japón) y fue publicado en la revista Current Biology. Los autores del mismo explican que los bebés nacen sin lo que conocemos como “constancia perceptiva o perceptual”, una capacidad que nos permite apreciar el color y el material de los objetos de la misma manera siempre a pesar de los cambios que se puedan producir en ellos por la iluminación o el punto de vista.

Esta función visual se adquiere a través del aprendizaje, por lo que los bebés no nacen con ella y, hasta los 5 meses más o menos, son capaces de notar sutiles diferencias en el color o la textura de imágenes casi idénticas, diferencias que pasan totalmente desapercibidas para los adultos.

Así, son capaces de reconocer diferencias en las caras de animales que pasan desapercibidas para los adultos (para nosotros, todos los monos son iguales) o distinguen entre sonidos de lenguas distintas a las de su familia.

"Comúnmente se cree que esta función visual de alto nivel se adquiere mediante el aprendizaje postnatal, basándose en funciones de bajo nivel desarrolladas anteriormente, como por ejemplo, la diferenciación de la imagen. Sin embargo, hemos demostrado que antes de desarrollar la constancia perceptual, los bebés de 3 a 4 meses de edad tienen una capacidad sorprendente para diferenciar ligeros cambios de una imagen debido a la iluminación que no son notables para los adultos", explicaron los expertos.
 

¿Por qué pierden esta capacidad a los 5 meses?

Esta increíble capacidad visual de los bebés se pierde hacia los 5 meses, a medida que crecen y adquieren otra habilidad propia de adultos: entender si una imagen es brillante u opaca. A partir de este momento pierden esa maravillosa función para diferenciar pequeños detalles y comienzan a tener la constancia perceptual.

Esta capacidad sirve para reducir el bombardeo de datos visuales que no son necesarios o que incluso podrían resultar peligrosos (o al menos lo eran para la supervivencia de la humanidad hace miles de años). Y es que la constancia perceptual hace que distingamos un objeto por lo que es, independientemente de que su iluminación haga que tenga un tono o una textura diferente. Así, sabemos interpretar lo que es a pesar de esas pequeñas diferencias, es decir, el objeto mantiene su identidad visual.

Esto nos ayuda a vivir en el ambiente que vivimos, por lo que es una capacidad biológica; pero también es cierto que existe una transmisión epigenética de la información, de tal forma que algunas experiencias de la madre se transmiten de alguna manera al hijo, por lo que nuestra capacidad de ver el mundo también está condicionada por nuestra educación. Así lo reveló un interesante estudio de hace unos años que explicó que las personas que hablan ruso distinguen una mayor variedad de tonos azules que los que hablan inglés. Eso demuestra que la visión dependen, en parte, del mundo en el que crecemos y nos desarrollamos.