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¿Cuándo puede comenzar a nadar un bebé?

¿Cuándo puede comenzar a nadar un bebé?

La actividad acuática tiene múltiples beneficios para el bebé. Entre otras, fomenta sus habilidades, enriquece su psicomotricidad, ayuda a desarrollar su capacidad de reacción, etc. Los ejercicios en el agua pueden practicarse durante todo el año, pero el verano además, es una estupenda ocasión para disfrutar junto al niño mientras combatimos el calor.

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Indice

 

¿Es necesario que un bebé aprenda a nadar?

En primer lugar debemos distinguir entre nadar y realizar juegos y actividades en el agua. Obviamente hasta los 3 o 4 años, un niño no aprenderá a nadar. El objetivo de los ejercicios acuáticos antes de esta edad es la estimulación, el descubrir el placer del agua, el iniciarse y conocer un medio distinto, con sus límites y sus peligros, sin miedo, disfrutando y jugando.

Hay muchos niños que no entran en una piscina hasta los 3 años. Y no pasa nada. Pero es evidente que aquellos que han crecido en el agua tienen una actitud distinta ante el medio acuático, que los que comienzan a nadar más tarde. Los niños que han estado en contacto con el agua desde sus primeros meses de vida conocen la realidad del agua, pero sin temerla, son más prudentes porque han adquirido unas normas a lo largo de ese aprendizaje, que ya forman parte de ellos, casi de forma natural.

 

Los niños y el agua

Un niño que por primera vez entra en una piscina necesita de varias etapas antes de aprender a nadar. Ocurre lo mismo que en tierra firme. Podemos tratar de enseñar a andar a un bebé, pero tendrá que pasar por una serie de fases previas antes de dar sus primeros pasos (volteo, gateo, ponerse de pie…). Del mismo modo en el agua, dicen los expertos, un niño antes de realizar sus primeras brazadas ha de pasar por cada una de las siguientes fases: Adaptación, reacción, movimiento, natación. Es decir, primero tendrá que adaptarse al nuevo medio, después aprender a reaccionar, luego logrará moverse ágilmente en el agua y por último, cuando haya conseguido desenvolverse con soltura, estará preparado para nadar.

Es un error bastante común pretender que un niño aprenda a nadar si es la primera vez que toma clases o entra en una piscina. Centrarse en que adquiera esta destreza demasiado pronto solo convierte el juego en el agua en algo obligatorio en lugar de en una actividad gratificante. Lo que puede perjudicar su aprendizaje.

Lo ideal por lo tanto, si tenemos la oportunidad, es permitir al bebé, desde sus primeros días tras el embarazo, estar en contacto con el agua. Eso sí, tomando siempre las precauciones necesarias y sabiendo cómo hacerlo.

Para ello son convenientes las clases de matronatación en las que el bebé, junto con sus papás, aprende a desenvolverse en el agua. Estas clases se pueden dar desde los 6 meses, pero siempre en piscinas especiales que tengan menos cloro que las piscinas normales y una temperatura más elevada para evitar enfriamientos. El agua debe estar entre los 28 y los 32º C, el cloro no debe estar muy alto y el pH dentro de los límites normales.

Los bebés menores de un año se adaptan al agua más rápidamente que los niños mayores ya que no tienen miedo al agua.

Desde el nacimiento hasta los 12 meses, los bebés aguantan instintivamente la respiración bajo el agua y se sienten a gusto con la pérdida de gravedad que se experimenta en el medio acuático ya que se parece a su experiencia en el útero materno. A partir de los 12 meses estos reflejos se pierden y aparecen otros necesarios para su supervivencia, como el temor a lo desconocido.
 

El primer baño en la piscina

Como decíamos, los baños en la piscina para bebés deben ser en centros especiales pensados para la matronatación. Tanto sus instalaciones como sus aguas están especialmente acondicionadas para ellos, teniéndose en cuenta toda una serie de indicaciones de seguridad, higiene, etc.

La piscina perfecta para los bebés tiene que ser tranquila, sin niños mayores cerca ni mucha gente, ya que eso podría asustarles.

Es importante escoger bien el primer momento del baño. Mejor por la mañana y a una hora que no sea de sueño o comida.

Lo más recomendable es meter al bebé en el agua poco a poco. Primero mójale los pies, las piernas y los brazos con las manos y luego sumérgele en el agua despacio y sujetándole muy bien. No le sueltes para que se sienta siempre seguro. Si le gusta, déjale jugar y chapotear.

Es mejor que el primer baño del bebé en la piscina no dure más de 10 o 15 minutos para que no coja frío ni se canse.

Si le da miedo o se pone a llorar, sácalo y no le obligues. Prueba más tarde u otro día.

No le bañes si tiene alguna enfermedad o infección. 
 

¿Cuándo empiezan a nadar de verdad?

Como decíamos, hasta los 4 años más o menos no serán capaces de nadar como tal es decir, mover brazos y piernas de manera adecuada para moverse por el agua. Solo a partir de esta edad su cuerpo habrá madurado lo suficiente como para nadar.

Por eso, la Asociación Española de Pediatría (AEP) aconseja que los menores aprendan a nadar a partir de los cuatro años para evitar accidentes en el agua, aunque debe ser siempre una decisión individual que dependa de cada niño y de sus capacidades.

 

Beneficios de la actividad acuática

El medio acuático es un entorno excelente para desarrollar las capacidades del niño.

- Fomenta la agilidad corporal

- Despierta los reflejos y la capacidad de supervivencia

- Desarrolla la capacidad respiratoria

- Les ayuda a relajarse

- Ejercita y les permite mantenerse en forma

- Enriquece sus habilidades sensoriales, psicomotrices y el equilibrio

- Fortalece el vínculo padre o madre-hijo

- Les aporta seguridad en sí mismos

- Incrementa su resistencia


Fuente:

Asociación Española de Pediatría (AEP) 

Fecha de actualización: 27-07-2021

Redacción: Irene García

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