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Cómo desarrollar el sistema inmune del bebé

Cómo desarrollar el sistema inmune del bebé

En los últimos años ha aumentado el número de bebés con ciertas enfermedades propias de los lactantes: alergias respiratorias, dermatitis atópicas e infecciones intestinales. Numerosos estudios han descubierto la solución para contrarrestar este incremento: reforzar el sistema inmunitario de los niños mediante dos tipos de ingredientes: los prebióticos y los probióticos.

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Indice

 

¿Qué es el sistema inmunitario?

El sistema inmunitario o inmune es el conjunto de elementos y procesos biológicos en el interior de un organismo que le permite mantener la homeostasis o equilibrio interno frente a agresiones externas o internas.

El sistema inmunitario lo componen moléculas solubles en diferentes fluidos (sangre y linfa entre otros) y células localizadas en diferentes tejidos y órganos, principalmente: médula ósea, timo, bazo, ganglios linfáticos y MALT o tejido linfoide asociado a las mucosas.

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En la médula ósea se generan distintos tipos de leucocitos o glóbulos blancos que son células especializadas en la función inmune: neutrófilos, linfocitos, eosinófilos, basófilos, mastocitos, monocitos, células dendríticas y macrófagos; todas ellas se movilizan a través de la sangre y el sistema linfático hacia los distintos órganos.

Entre los linfocitos destacan los linfocitos B, que producen anticuerpos o inmunoglobulinas, entre las que se distinguen tres clases: IgA, IgG e IgM. Un déficit de esas inmunoglobulinas corresponde a un síntoma concreto: si a tu bebé le falta IgA, tendrá más diarreas, por ejemplo.
 

¿En qué momento se adquiere la inmunidad?

Los bebés nacen con su sistema inmunitario activo, pero todavía muy inmaduro, por lo que la inmunidad se sigue forjando en los primeros años de vida, de forma más o menos rápida según la predisposición natural del niño, su alimentación, su forma de vivir, las vacunas que reciba, etc. Por ejemplo, en general, un bebé alimentado solo con leche materna es más resistente a las infecciones intestinales, porque la leche materna es más rica en IgA que la leche en polvo.

Por eso, es importante cuidar la alimentación y la forma de vida del bebé para mejorar su sistema inmune y evitar la enfermedad.
 

La nutrición del bebé

La nutrición en las primeras etapas de la vida de una persona es básica para un crecimiento y un desarrollo sano. Su alimentación afectará a la posterior capacidad del sistema inmunitario en la protección frente a infecciones, al desarrollo de tolerancia frente a antígenos propios y extraños, y al desarrollo de trastornos inmunitarios.

La leche materna es la mejor elección, según la recomendación de pediatras y expertos en nutrición infantil, ya que proporciona todos los nutrientes necesarios para la salud y defensas del lactante. Contiene fibras naturales solubles con efecto prebiótico, que favorecen una digestión saludable y refuerzan las defensas del bebé. Pero en los casos en los que la lactancia materna no es posible o resulta insuficiente, el bebé tiene que ser alimentado con leche adaptada y es recomendable que ésta ofrezca propiedades lo más cercanas posible a las de la leche materna.

Por otra parte, se ha demostrado que actualmente el 25% de los niños sufre algún tipo de alergia antes de los 5 años y la mayoría de ellas se deben a un sistema inmunitario inmaduro.

Partiendo de esta realidad se vio la necesidad de realizar investigaciones que diesen soluciones para la prevención de las enfermedades de los lactantes: la dermatitis atópica, las alergias respiratorias y las infecciones intestinales. El resultado ha sido una serie de estudios que demuestran la eficacia de una mezcla exclusiva de prebióticos y probióticos, capaces de reducir la incidencia y el riesgo de padecer estas enfermedades infantiles.

 

¿Qué son los prebióticos y los probióticos?

Los probióticos son microorganismos vivos que ayudan a restituir la flora intestinal que puede haber sido alterada por alguna causa.

Los prebióticos, en cambio, son ingredientes naturales, presentes también en la leche materna, que estimulan el crecimiento en el colon de las bacterias beneficiosas. A diferencia de las bacterias vivas de los probióticos, los prebióticos sirven de sustrato a las bacterias propias del individuo. ¿Cuáles son sus efectos beneficiosos?

Los prebióticos son fibras presentes naturalmente en la leche materna que estimulan el crecimiento y la actividad de las bacterias beneficiosas (bifidobacterias y lactobacilus). Se encuentran de forma natural en el intestino del bebé y aportan una serie de beneficios a la salud del lactante. Su efecto global es conseguir una flora intestinal sana y protectora a lo largo de todo el intestino, similar a la de los bebés alimentados con leche materna.

Además, un niño alimentado con leches enriquecidas con prebióticos consigue un tránsito intestinal más saludable, y sus defensas naturales resultan reforzadas. Gracias a estos ingredientes naturales, la digestión y absorción de todos los nutrientes de la leche es más ligera y fácil, comportando un bienestar inmediato en el lactante.

Entre las ventajas de una flora bifidobacteriana se encuentran el refuerzo del sistema inmunitario, el desarrollo de una microflora intestinal saludable, el mantenimiento de la barrera intestinal, protección frente a los microorganismos patógenos y reducción del riesgo de padecer dermatitis atópica, así como diarreas e infecciones respiratorias.

Tanto los prebióticos como los probióticos juegan un importante papel como anticancerígenos.

Dentro de los probióticos más importantes se encuentran los lactobacilos y las bifidobacterias (o bífidus). Los lactantes alimentados con leches infantiles tienen una flora intestinal con menos cantidad de bifidobacterias. No obstante, cuando se comienzan a introducir otros alimentos distintos de la leche, la flora intestinal se asemeja a la de los adultos, tanto en los bebés alimentados con leche materna como en los alimentados con leches infantiles.

Otra vía alternativa a los prebióticos para conseguir beneficios similares sería la administración de leches adaptadas o papillas de cereales suplementadas con probióticos, si bien éstos sólo están permitidos en alimentos de continuación (a partir del 4º- 6º mes), debido a la inmadurez del lactante hasta esa edad.

Al reforzar su sistema inmunitario, el niño tendrá de mayor más defensas para combatir las infecciones y enfermedades contagiosas que están tan presentes en los pequeños y que se transmiten fácilmente al contacto con otros niños en el colegio o la guardería.


Fuente:

Blog EnFamilia de la AEP: "Gastroenteritis"

https://enfamilia.aeped.es/temas-salud/gastroenteritis

Fecha de actualización: 08-04-2021

Redacción: Irene García

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