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Cerezas para bebés

Cerezas para bebés

Las cerezas son una de las mejores frutas de la temporada de verano tanto para niños como para adultos. Tienen importantes propiedades y un sabor dulce que gustará a toda la familia.

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Indice

 

Propiedades de las cerezas

Las cerezas son unas de las frutas más sanas por sus múltiples propiedades y porque, a pesar de su sabor dulce, su contenido en azúcares naturales no es superior al de otras frutas como las manzanas o las mandarinas. Además, a los niños les suelen encantar por lo que son un sustituto perfecto a los postres y meriendas industriales.

Las cerezas son fundamentales en la dieta de los más pequeños por sus importantes propiedades: aportan gran cantidad de minerales y vitaminas, tienen funciones de regeneración celular, alto contenido en polifenoles (acción analgésica), favorecen el sistema inmunológico, ayudan a restaurar los ciclos se sueño vigilia, contribuyen a la reabsorción de grasas, tienen poder antioxidante y contienen pocos azúcares, además, suponen un aporte importante de fibras y agua.

Asimismo, son muy cómodas a la hora de comer porque no manchan, no hay que pelarlas y no es necesario usar cubiertos para comerlas, eso sí, solo podremos disfrutar de ellas 2 o 3 meses al año, en la temporada de verano.

 

¿Cuándo pueden comerlas los bebés?

Los bebés pueden empezar a probar las frutas a partir de los 6 meses, si bien, aunque las cerezas tienen un importante aporte nutricional, están incluidas en el grupo de frutas antigénicas, es decir, que son más propensas a provocar alergias, por eso antes se aconsejaba esperar hasta los 9 meses e introducirlas poco a poco para observar la reacción del pequeño. No obstante, las recomendaciones actuales afirman que no hay beneficio en retrasar los alimentos alergénicos, y que incluso puede ser perjudicial. Eso sí, siempre hay que introducirlas por separado y esperar al menos 3 días antes de ofrecer otro alimento nuevo por si acaso.

Al tener hueso lo mejor es ofrecérselas deshuesadas para evitar posibilidades de ahogamiento y, cuando nos hayamos cerciorado de que las tolera bien, una buena idea es hacerlas en papilla con otras frutas o en un refrescante zumo.

Cuando el niño sea mayor ya se las puede comer enteras él solito y serán una merienda o almuerzo perfecto para los calurosos días de verano. La cantidad ideal sería un puñado de unas 10 o 15 cerezas.  


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